“Hay que educar al soberano”, es una frase sarmientina que atribuye al Estado, a sus máximas autoridades, la responsabilidad de educar al pueblo para que sea libre. Un pueblo soberano es un pueblo que conoce sus derechos y despliega sus responsabilidades con sentido de justicia colectiva. Este 11 de septiembre de 2020 es más que propicio recordar el 132° aniversario del fallecimiento del gran maestro argentino, Domingo Faustino Sarmiento, quien en su vida supo comprometerse con la causa de la educación popular. En esta Argentina 2020, transcurriendo la pandemia, ¿qué cohesiona a la ciudadanía hoy, para protegerse y proteger a los demás? ¿La educación, la prevención? ¿El ejemplo de sus líderes en este sentido o son los dispositivos de control, las denuncias, las multas, las persecuciones, el 0800 para denunciar al vecino, las detenciones, la cárcel? ¿A qué intereses responden realmente estos dispositivos de “vigilancia y castigo”? ¿A qué se debe esta “plena vigencia” del “higienismo y control de los cuerpos”, medidas ambas represivas y propias de siglos pasados? ¿Qué condiciones políticas-socioculturales avalan el tipo de intervenciones gubernamentales-policiales? Si hoy Sarmiento preguntara por la realidad institucional de la República Argentina, por la salud y la educación, la justicia y la libertad, y el pleno funcionamiento de la República, las respuestas no lo dejarían conforme, todo lo contrario.