La amplitud política de un espacio que reúne a radicales como Pullaro y el jujeño Carlos Sadir, peronistas antikirchneristas como el cordobés Martín Llaryora y Claudio Vidal y un ex macrista y neoprovincialista como Ignacio Torres muestra la apertura de los promotores del nuevo sector, pero también la pulverización de las estructuras nacionales y el quiebre de las antiguas cadenas de mando.
Esta transversalidad era impensada en los tiempos de la vieja grieta, en que el peronismo kirchnerista y Juntos por el Cambio organizaban la política como dos bloques antagónicos. El declive de Cristina Kirchner y Mauricio Macri los emancipa de cualquier tutelaje desde Buenos Aires.
No es la primera vez que se intenta construir una tercera opción. La diferencia con otras experiencias que fracasaron es que en lugar de aventureros y brokers de gobernabilidad esta vez los impulsores son jefes provinciales que van por su primer mandato y con el pragmatismo y ambición que caracterizan a una nueva generación de dirigentes.
Más allá de los nombres, el espacio reúne a gobernadores de la Región Centro, con su eje en la agroindustria, con mandatarios de provincias donde la energía y la minería aparecen como las actividades más dinámicas. Es la posibilidad de maridar sectores potentes en el plano económico -sobre todo, por su capacidad para exportar y captar dólares- pero que hasta acá no tuvieron una expresión política.
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La crisis del Ambacentrismo abre una oportunidad a un armado todavía en estado embrionario, pero que es mirado con simpatía por sectores del círculo rojo que ven poco sustentable, política y económicamente, el experimento Milei, pese a la banca política y financiera de Donald Trump.
Qué hacer con Buenos Aires
El gran tema es que cualquier proyecto nacional supone incluir de alguna forma a las dos Buenos Aires, la provincia y la ciudad. Por su peso demográfico, económico y político. Aquí aparece una primera tensión en el armado. Mientras los santafesinos no quieren incursionar en ese terreno, los cordobeses ven la chance de entrar en la PBA y reclutar a quienes no quieren subordinarse al clan Kirchner.
“Hay muchos que piden pista, pero este espacio no suma a cualquiera. Esto no es una gran ambulancia que suma gente porque sí, al menos hasta que se consolide un núcleo”, dicen en el pullarismo.
En su visión, eso incluye dejar afuera a figuras como Facundo Manes o el propio Martín Lousteau, aliado de Pullaro. Ambos dirigentes expresan una oposición dura a Milei, que converge con el kirchnerismo, una asociación que en la Casa Gris quieren evitar. Además, puede haber otro motivo: una buena elección en las Buenos Aires podría eclipsar lo que suceda en el interior y le subiría el precio a un dirigente que no gobierna.
Eso no quita que esos sectores del radicalismo, el peronismo no kirchnerista y sus aliados quieran pegar su referencia al nuevo espacio federal aunque no consigan la franquicia oficial, o que incluso el electorado no los vea como parte de una misma búsqueda.
En cualquier caso, con el lanzamiento de su espacio, Pullaro y los gobernadores le discuten a Milei dos de sus credenciales: representar al interior y ser lo único nuevo. Son un rival incómodo para el libertario, porque comparten la idea de equilibrio fiscal y no son asimilables al antiguo régimen. En 2023, el expanelista fue un instrumento de castigo a la dirigencia del Amba, pero desde entonces se encerró en el palacio, las planillas de Excel y las redes sociales, y está cada vez más integrado al sistema que dice repudiar.
En tanto, el movimiento de los gobernadores expone al peronismo, que no sólo está atravesado por una crisis de liderazgo sino que también sufre una esclerosis de ideas, aunque en el corto plazo lo pueda beneficiar. “Lo que divida el voto antiperonista nos sirve”, reconoce un dirigente del PJ santafesino.
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El tema es que así como el triunfo de Milei enterró la ley no escrita de que los outsiders no ganan elecciones presidenciales en Argentina tampoco está escrito en piedra que un fracaso de los libertarios allanará al peronismo el camino de regreso al poder.
El objetivo de los gobernadores: hacerse fuertes en el Congreso
Más que un 2027 que queda muy lejos, a los gobernadores les interesa diciembre. Ese mes quieren construir un bloque común en el Congreso para negociar con Milei desde una posición de fuerza y sin intermediarios.
Aunque triunfe en octubre y crezcan las bancas violetas, Milei no tendrá mayoría en el Congreso y necesitará el acompañamiento de otras fuerzas para encarar reformas laborales, impositivas y previsionales. Ahí es donde entran los jefes provinciales, que acompañan el trazo grueso de la agenda de Milei -sobre todo, la vinculada al equilibrio fiscal- y que quieren ser un factor de gobernabilidad.
El grupo promotor tiene cinco miembros, pero estiman que con el correr de las semana y los meses se irán sumando más gobernadores. “Es una lástima que no esté Entre Ríos”, dicen en la Casa Gris. Rogelio Frigerio tiene ya casi cerrado un acuerdo con Karina Milei para las elecciones, más por necesidad que por voluntad propia. En Entre Ríos se eligen senadores, y la dispersión del no peronismo podría dejar al gobierno provincial sin representación. Se suma otro factor: la debilidad económica de la provincia, que no tiene la espalda de sus hermanas mayores de la Región Centro para plantarse ante el gobierno nacional.
Al suscribir a este armado, Pullaro ratificó su jefatura en Unidos. El gobernador les avisó a sus socios, pero no pidió permiso. El PRO se acopló rápido a la propuesta, pero el socialismo todavía está procesando el nuevo escenario.
En principio, el marco debería ser amigable con el PS. Uno de los impulsores del espacio es Juan Schiaretti, con quien se aliaron en 2023, la intervención de Pullaro despeja la idea de jugar a medias y la competencia con LLA obliga a diferenciarse y criticar al gobierno.
“Queremos conocer el encuadre. Un esquema que no sea claro con respecto al gobierno nacional no nos convoca, somos un partido nacional con una identidad política clara y no podemos diluirla. En cualquier caso, no va a ser una decisión traumática para Unidos ni para la Convención”, dicen en el PS.
En el partido de la rosa creen que no hay lugar para discursos ambiguos. “En la campaña necesitás salir con mucha claridad y pegar una idea de arranque”, plantean.
En el radicalismo plantean que Unidos es una alianza provincial y que en el plano nacional cada socio tiene libertad de acción. “Esta es una definición nuestra, se pueden acomodar o no. Ellos fueron a Tigre a sacarse la foto con Manes y no preguntaron antes. Igual, no es un reproche”, dicen en el núcleo del gobierno.
En la conducción del PRO creen que es posible calibrar un discurso que le dispute el electorado compartido con Milei. “Tenemos que hablar de los logros del gobierno, de impuestos bien administrados, obras que hacen sin corrupción, seguridad y salud”, proponen.
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En los primeros días de la semana seguirán los contactos entre las provincias. La intención es que en los distintos distritos se compita con la misma marca. Más allá de los nombres que se barajan para integrar las listas, la condición es que estén en la misma frecuencia que el gobierno de la provincia. No quieren diputados que entren por la provincia y después reporten a los partidos nacionales. Mucho menos, que después jueguen la individual.
Expectativas
En Santa Fe crece el optimismo a medida que llegan números de encuestas. Por ejemplo, el último estudio de la consultora Innova, realizado en Rosario, muestra un escenario que da 31 % de intención de voto al candidato de Cristina, 27 % al postulante de Milei y 27 % al aspirante de Pullaro.
En el laboratorio del gobierno creen que La Libertad Avanza parte del 31 %, el peronismo del 26 % y el oficialismo entre 18 % y 22 %, con chances de crecer.
Fuera de los números, en Unidos detectan un cambio en el clima de la opinión pública: “Crecen el desencanto y el enojo. Eso hay que representarlo”.