Los libertarios olieron sangre y nadan hacia la presa, mientras el resto impulsa el proceso autónomo. “Ya nadie discute la necesidad de la autonomía sino qué ponemos en el texto”. Error del convencional Rubén Giustiniani: La Libertad Avanza no la quiere.
Lo dejó en claro en la comisión, mientras que en su proyecto la plantea para habitantes de más de 200 mil habitantes, ergo, sólo Rosario y Santa Fe ciudad. El partido de los Milei tiene diez convencionales de 69, no le alcanza para frenarla, pero igual ataca ese bastión de la dirigencia para sacarle filo y usarlo en la confrontación contra la "casta".
Los antipolítica
Uno de ellos, Javier Meyer, dice que el problema de las ciudades “es humano, es la vagancia del Estado” porque “nadie quiere laburar”. Ñoquis, chorros, soretes, también entran en el vocabulario profuso del intendente de Las Rosas. “¿Redactar una Carta Orgánica, para qué?”, se pregunta.
Eso demuestra que La Libertad Avanza hace corrección del Estado solo con motosierra, achicando, sin pericia. Carlos Menem, referencia ineludible en la comparación y en el momento en que vuelve a la agenda del entretenimiento, tuvo ese achicamiento pero le agregó política, no la despreció. Al contrario, le dio leyes, acuerdos, una reforma del Estado, un Pacto en Olivos, una reforma constitucional.
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Rubén Giustiniani, de Activemos, defiende la autonomía.
Foto: La Capital / Celina Mutti Lovera.
Ahora bien, ¿para qué la autonomía? ¿Hay un sueño rosarino de ser Barcelona o se quiere solo tener más facultades y no depender totalmente de la provincia? ¿Es un cliché político en momentos en que los cliché son mala palabra? ¿Es oportunismo? ¿Es oportunidad?
La autonomía sirve para diseñar políticas públicas y darle herramientas a la ciudad para que dependa menos del resto respecto de los recursos y decisiones. Suena interesante como abstracto, palabras al viento, espejitos de colores, sobre todo para una ciudadanía que ni quiere ir a votar.
Más cuando Juan Monteverde habla de “fundar el derecho a la ciudad”. Más cuando se establezca que deberán elegir nuevos convencionales, pero ahora rosarinos, para otra reforma: la de la Carta Magna de Rosario.
Pero, si hoy no se pueden dar soluciones a todos los problemas, hay que buscar mejores condiciones y la autonomía persigue eso. La cuestión quizás sea esterilizarlas lo más que se pueda de los intereses meramente políticos.
La definición de autonomía mencionada parece hasta una idea que puede seducir al liberalismo del presidente Javier Milei, quien propone que cada uno se administre como pueda. Pero no. El rechazo a un supuesto mayor gasto o suba de impuestos es más fuerte. Quizás sea solo estrategia política de confrontación.
El desafío de quienes impulsan la autonomía no es hacerla atractiva sino demostrar que servirá para vivir mejor. Difícil, si lo que justamente no hay es ganas de escuchar. “Es lógico que la ciudadanía nos pregunte qué va a cambiar con la autonomía”, reconoció Giustiniani, promediando la reunión de la comisión.
Detrás de él, sonrió con sorna Mayoraz. Hábil, impiadoso en el discurso, político de la antipolítica. La cualidad de La Libertad Avanza es no tener pudor de instalar como verdades los razonamientos y conceptos básicos arrojados por el ciudadano común, aprovechando la decadencia política y la falta de resolución de problemas que desgastó la paciencia. El ejemplo más gráfico es: todos los políticos son chorros.
Aquella democracia no educó, no alimentó ni curó como se pensó. ¿Por qué lo haría esta autonomía?, dirán con cierto fundamento. Pero la solución no es menos política. Giustiniani contó como ejemplo práctico que el concepto de autonomía que establece la Constitución nacional salvó a Rosario en los juicios contra las cerealeras por los terrenos de Puerto Norte. Y, desde entonces, se pudo poner de frente al río la ciudad.
La contra es infatigable. “¿Quién paga esto?”, lanzó, quirúrgicamente, Mayoraz y sumó al pánico que denunció Giuliano. “No vamos a dejar que la fiesta la paguen los vecinos con más impuestos”, avisó con el fin de que quien lo escuche piense irremediablemente en las facturas de la EPE, del gas, del agua y de la TGI. En el proyecto complejiza la capacidad de crear impuestos o tasas.
Reforma
La comisión que aborda la autonomía municipal debutó en Rosario.
Foto: La Capital / Celina Mutti Lovera.
En la reunión le contestron por arriba, al pasar, porque no quieren entrar en esa. En la respuesta encuentran un chivo expiatorio: el gobernador deberá ceder recursos.
Reparta gobernador, reparta, y le cuentan las costillas de lo que coparticipa. Y comparan con Córdoba, la hermana bella que molesta con que la comparen. Córdoba modelo, Córdoba la segunda del país, pero tiene la capital fundida, Rosario no.
Los recursos
Y ese es el fondo del asunto: los recursos. Todo muy lindo y hasta romántico que los rosarinos diseñen su ciudad y participen, pero hay que saber cómo fondearlo. Aquello que parece una chicana de los libertarios tiene un punto. No solo los libertarios lo sostienen, también los peronistas, los del PRO y los radicales. Nadie se chupa el dedo de la autonomía.
Parece el momento de discutir a fondo el modelo provincial en un ciclo en que la Nación sólo ofrece retaceos. Entonces, paradójicamente, quizás el modelo libertario sea indirectamente el que empuje el espíritu autónomo.
Claro que hay incógnitas, nada garantiza que este proceso cambie la cara a la ciudad y resuelva problemas cotidianos. Hay que gestionar con lo nuevo puesto. Supongamos: se logra la autonomía, los recursos, la medalla. Y ¿después qué? ¿La provincia qué?
Hubo casos en que la provincia miró para otro lado y abandonó a Rosario, incluso con la dependencia actual de por medio. Cómo encajaría una Rosario autónoma en el vínculo con la Gobernación. ¿Las obras? ¿La seguridad? ¿La coordinación? El núcleo del Partido Socialista (PS) habla de "una Constitución que reparta el poder”. Nunca mejor pensado, nunca más difícil.
En conclusión, es un momento clave para demostrar que la política y sus herramientas mejoran la calidad de vida y, en ese marco, la autonomía es la gran oportunidad. De lo contrario, pasará a darle de comer a la antipolítica.