Cuando Alberto Fernández asumió la presidencia de la República Argentina, el 10 de diciembre de 2019, el tipo de cambio oficial cotizaba a $59,85 por dólar. Casi dos años y medio después, este precio, que se encuentra regulado, es de $125,04, es decir, que aumentó casi un 110%. Durante la gestión Fernández Fernández, el peso se devaluó un 53%, o para decirlo de una manera más cruda, el peso argentino perdió la mitad de su valor. Dadas las duras restricciones que deben sortear los argentinos para conseguir dólares al tipo de cambio oficial, es mucho más preciso analizar datos de devaluación en función del mercado paralelo. En dicho mercado, el 10 de diciembre de 2019, había que pagar $71 para comprar un dólar, hoy este precio es de $240. El dólar aumentó en el mercado libre un 238%, ergo, el peso se devaluó en un 70% durante la actual gestión presidencial.
Tamaña devaluación del peso debería generar un importante salto en las exportaciones y una caída en las importaciones, mejorando el saldo de la balanza comercial con el consiguiente impacto positivo en la acumulación de reservas en el Banco Central. Nada de eso ocurrió. Cuando asumió Alberto Fernández, el Banco Central contaba con reservas netas por U$S14.500 millones, hoy apenas tiene poco más de U$S3.600 millones. Las medidas restrictivas que viene disponiendo el actual gobierno en cuanto al acceso al Mercado Único y Libre de Cambios (MULC) apuntan a cuidar esos pocos dólares que quedan en el Banco Central. Dichas medidas tienen un impacto recesivo sobre el nivel de actividad económica. En Argentina el 90% de lo que se importa es vital para producir: bienes de capital, bienes intermedios, combustibles y lubricantes, piezas y accesorios para bienes de capital y vehículos y automotores de pasajeros. Mayores restricciones, menor producción.
¿Por qué la devaluación no incrementó las reservas del BCRA?
Mejorar el saldo de la balanza comercial depende de muchas variables, pero si nos ajustamos únicamente a los precios, el tipo de cambio nominal es sólo una parte de la historia. Un análisis más preciso necesita incorporar el nivel de precios local e internacional para tener una mejor forma de comparar precios de productos transables o comercializables internacionalmente. Desde que asumió el Frente de Todos, la inflación acumulada a fin de mayo de 2022 es del 170%, muy por encima del aumento del dólar en el mercado oficial, que es el precio que se utiliza para liquidar las transacciones internacionales. Conclusión: el tipo de cambio real está apreciado o atrasado.
La inflación que más inquieta a los pobres es la que tiene lugar en los alimentos. Este rubro aumentó desde que asumió Alberto Fernández hasta mayo de 2022 en un 195%. En el mismo lapso, el salario mínimo vital y móvil (SMVM) acumuló un incremento del 130%. Es contundente el deterioro de su ingreso que sufrieron los trabajadores más pobres. Mucho peor aún es la situación de aquellos que no están registrados y que seguramente vieron crecer su sueldo bastante por debajo de las cifras oficiales. En términos de dólares, en diciembre del 2019 el SMVM permitía comprar U$S282, hoy representa U$S162. Conclusión: los trabajadores, y sobre todo los más pobres, están sufriendo un brutal ajuste de sus ingresos en pesos y en dólares.
Parafraseando a Napoleón Bonaparte, nunca interrumpas a tu enemigo cuando está cometiendo un error. Cualquiera que tenga serias intenciones de ser gobierno en Argentina sabe que a pesar de que una parte importante del ajuste se está haciendo, queda un trabajo ingrato aún por hacerse: unificar los mercados cambiarios y sincerar tarifas de los servicios públicos entre otras duras medidas que van a sufrir todos los argentinos, pero sobre todo los más pobres.
El Banco Central está realizando un esfuerzo muy importante para contrarrestar la caída en la demanda de dinero: nadie quiere pesos. Desde junio de 2021 a mayo de 2022 la base monetaria aumentó un 42%, bastante por debajo de la inflación para el mismo período, 60%: la cantidad de dinero en términos reales se está reduciendo. La política monetaria del Banco Central es contractiva. Para profundizar esta política debería llevar la tasa de interés real a valores positivos. Tarea pendiente de este equipo económico. Menor cantidad de pesos en términos reales en la calle y mayores niveles de tasas de interés tienen un impacto recesivo sobre el nivel de actividad.
Entonces, ¿quién va a querer tomar el timón de un barco que se encamina inexorablemente a mayores niveles de devaluación, inflación, pobreza, indigencia y menores niveles de actividad económica? Nadie en su sano juicio y mucho menos cuando el puesto de capitán del barco ya está cubierto: Alberto Fernández.
(*) Luciano Villegas es profesor del Centro Educativo Latonoamericano en las cátedras Economía Laboral y Macroeconomía de la Licenciatura en Relaciones Laborales. También de la cátedras Microeconomía, Macroeconomía y Economía e Instituciones del posgrado de Gestión Empresaria de la Facultad de Ciencias Exactas, Ingeniería y Agrimensura de la UNR.