El armado de equipo de Central que diagramó Miguel Angel Ruso contempló una táctica y una estrategia especial, pero también la aparición de algunas caras que habitualmente no se muestran, entre ellas las del chico Juan Giménez, que con apenas 17 años hizo su debut oficial nada menos que ante River (ganó por 2 a 1) y en el Monumental. También fue la primera vez desde el arranque para Agustín Bravo y para el arquero Axel Werner.
Lo del chico Giménez fue decididamente para destacar, porque tuvo que pararse frente a jugadores de una talla futbolística de proporciones y lo hizo de buena manera, cumpliendo con creces en su primera aparición en el fútbol grande.
Jugó un primer tiempo con una solvencia llamativa, como si tuviera decenas de partidos sobre el lomo. Es cierto, fue el tramo del partido en el que River más confundido lució, pero el pibe se las ingenió para desbaratar cualquier intento del millonario.
Y vaya dato: en los dos goles de River, autoría del colombiano Borja, fueron por anticipos a jugadores de muchísima experiencia, como Juan Cruz Komar y Facundo Mallo.
De esta actuación de Giménez (el año pasado jugó el Mundial sub-17 de Indonesia y en enero realizó su primera pretemporada con el primer equipo), Russo sacará algo seguramente positivo, más allá de la derrota.
Lo de Bravo también fue convincente, hasta la lesión que sufrió. Porque estuvo a la altura de las circunstancias, demostrando que es un buen proyecto de cara a futuro. En su primer partido como titular (había ingresado algunos minutos en la primera fecha, en Tucumán) entregó buenas señales.
Y Werner en cierta forma cumplió, amén de que los dos goles de River fueron dentro del área chica, aunque no hubo responsabilidad directa por parte del arquero. La experiencia que tiene trató de volcarla no sólo en el juego, sino con la firme intención de manejar los tiempos del partido, especialmente cuando el equipo estaba en ventaja. Sobre el final de la Copa de la Liga, él también tuvo la chance de mostrarse.