Cuando Chiqui González tenía 5 años iba a un jardín de monjas en el centro de Rosario. Un día su mamá fue a buscarla y una de las monjas le dijo: "Yo la quiero mucho a Chiqui, pero es tan imaginativa". Cuando se fueron Chiqui se largó a llorar y le preguntó a su mamá si le habían querido decir mentirosa. Su mamá la paró en seco: "No, dijo que sos una inventora. Y yo que soy tu madre te digo que toda la vida vas a ser una inventora".
La historia es una de las que Chiqui cuenta en el libro "La imagen liberada", un trabajo que recupera las clases que, por 26 años, dictó en la Universidad de Buenos Aires (UBA) sobre cine, actuación y los imaginarios sociales en la creación. Con reflexiones que van de Ibsen a Leonardo Favio, y de Almodóvar a Antonio Machado, el texto editado por Eudeba se presenta este jueves 24 de julio a las 18 en Librería Cúspide del Shopping Portal Rosario (Nansen 323). Además de la autora, estará presente Luis Quevedo, gerente general de la editorial.
En 1993 Chiqui González empezó a dar clases en la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo de la UBA, en la materia "teoría y estética de los medios". Años después se sumergió en otra cátedra: dirección de actores, junto a la rosarina Mónica Discépola. Hasta que en 2018 se jubiló de la UBA pero no de la docencia. "Ahora vuelvo sin nostalgia y cada tanto voy a dar clases, porque siento un gran amor en eso que se desarrolló en la UBA", dijo a La Capital la exministra de Cultura e Innovación provincial e impulsora de La Isla de los Inventos, entre otros proyectos pensados para las infancias. Trabajos que le valieron, entre otros reconocimientos, que sea declarada Ciudadana Ilustre de Rosario y Doctora Honoris Causa de la Universidad Nacional de Rosario (UNR).
"La imagen liberada" se gestó gracias al trabajo de Diego Sabanés y Federico Godfrid, quienes coordinaron la recopilación de los audios de clases de Chiqui de distintas épocas. Ellos se dieron a la tarea de reunir, desgrabar, editar y seleccionar los materiales. Incluso con nuevo audios de Chiqui para aclarar algún concepto o anécdota.
Otra forma de enseñar
"Yo tenía una forma de enseñar caminando, hablando y dialogando constantemente con los alumnos. La oralidad es muy importante en la enseñanza, al punto que terminaba todas las noches con un cuento de un director cinematográfico o teatral, alguna historia personal de esos directores, y el centro de estudiantes los publicó como 'el cuentito de las buenas noches', que lo compraba toda la facultad", recordó la docente sobre esos años de clases y corridas desde la UBA a la Terminal de Retiro. Porque en paralelo a su tarea como profesora universitaria era funcionaria de Cultura en Rosario y Santa Fe. En el libro, Sebanés dice que, como una maga, Chiqui lo hipnotizaba, "porque la inteligencia unida al afecto siempre genera respeto".
—El libro no solo reflexiona sobre el cine sino también sobre la enseñanza.
—Mi obsesión es que el libro refleje otra forma de enseñar, donde uno pueda reconciliarse más con la creación. Y no estoy hablando solo del arte o del cine, sino de toda forma de creación, desde cocinar hasta jugar. Las clases eran una verdadera en usina de comentarios, historias, subjetividades y creaciones. Hacíamos ejercicios cinematográficos, de guion o del juego. Y el libro termina con capítulos sobre cómo crear en estos días. Hay que buscar eso que está detrás de la narración, porque uno es uno y lo que relata de uno. Por eso hablamos de ficciones propias, porque en tu mirada hay una forma de la luz. Y un capítulo defiende la penumbra. La penumbra la necesitas para esconderte, para amar, para pensar o para rezar.
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Chiqui González, docente y creadora de El Jardín de los Niños.
Foto: Sebastián Suárez Meccia / La Capital
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El derecho humano a la creación
—Alguna vez hablaste de la importancia de los primeros años de vida de las personas y su vínculo con las imágenes. ¿Qué significa?
—Esa es la base de la creación. Porque de tanto trabajar con niños, y acordate que también fui maestra de escuela, advertí que el ser humano olvida los tres primeros años de vida. En esos años el niño "piensa" en imágenes. Esos tres primeros años que olvidamos hacen a la imagen poética que llevamos dentro, como cuando el chico se pelea con la imagen que ve en el espejo. Por eso digo que perdemos ese pensamiento en imagen.
—¿Qué es ser creador?
—La pregunta es ¿vos sos creador o un comunicador que transmite historias? ¿buscás lo que hay detrás de la historia, el mito urbano, la oralidad, la celebración para sacarte la bronca, el dolor y la impotencia? ¿por qué tenemos que seguir festejando? Como me dijo una mujer de la villa: "Yo me saco todo el odio de la semana en la cumbia". Por eso la idea es apelar a lo humano. Ya sea el que escribe, el que actúa, el que hace películas, el que cocina o el que anda por el mundo buscando el amor. No tenemos que perder la metáfora, la frontera indomable del pensamiento poético de cambiar. Hay dos grandes operaciones que no te la enseñan en la escuela: la selección y la combinación. Por la selección y combinación del juego, el chico va pasando a la creación y eso es algo increíble. Porque pone un sombrero y dice "es una montaña" o con la chalina de la madre hace un río. Hay una frase de María Elena Walsh que dice "tanta vida mía, desvivir no sé, a la lejanía me acostumbraré, pero va por dentro la procesión, sin señal de adiós". Yo no estoy buscando que cada realizador no invente, sino que sepa que no puede salir de su tiempo y de su espacio. Cuando contás lo hacés con las cosas que fuiste aprendiendo y con las cosas que para vos son sagradas, aunque sean los lentes de tu abuelo que guardás, la mirada de alguien que te impresionó o los cuerpos que tuviste en tus brazos. Es imposible eludir la propia experiencia vivida cuando uno trata de trascenderla y convertirla en historia para que otros se encuentren identificados en lo humano y se pregunten qué es vivir, qué es luchar, qué es un mundo mejor o qué es honrar la vida. Por eso es un libro sobre la creación, sobre las imágenes, sobre cómo nacen y nos las olvidamos, sobre cómo nos olvidamos del absurdo cuando el mundo se ha vuelto loco y absurdo. Es un libro para aprender a crear lo que quieras, así sea una manta tejida. Porque todos nacemos con el derecho a la creación.