Melany se emociona al recordar el camino que la trajo hasta esta circunstancia excepcional, pero la voz se le entrecorta cuando habla de su mamá Nilda, que la crió sola, que trabaja como empleada doméstica y dedicó cada minuto de su vida a ella. “No encuentro palabras, me emociona mucho realmente, soy hija única, mi vieja siempre me ha priorizado, está a mi lado, convivimos, y mi mamá sabe realmente lo que uno se termina esforzando”, valora para remarcar que Nilda la acompañó en cada etapa, cuando participaba de las olimpíadas nacionales y ahora que entrena para el torneo internacional. “Iba a la escuela en doble turno, también a las preparaciones en el Politécnico, y cuando llegaba a mi casa a la noche me esperaba con un plato calentito de comida, no me presiona, es incondicional”.
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Foto: Sebastián Suárez Meccia / La Capital
Melany terminó la secundaria el año pasado en la Escuela Técnica Nº 469 Estanislao Zeballos, también conocida como la ex Técnica 7, que funciona en España 150, y ya está inscripta en la carrera de licenciatura en química de la Universidad Nacional de Rosario (UNR). Pero este primer cuatrimestre su atención plena está puesta en prepararse para la Olimpíada Internacional de Química que del 16 al 25 de julio se va a concretar en Suiza. “Toda la concentración está puesta en prepararme para esta competencia, es una responsabilidad muy grande representar al país internacionalmente, así que como nos dicen los profesores que nos preparan en la UBA, ‘es un deber’, ese es el objetivo ahora”, confiesa con las ganas de que el viaje llegue más pronto de lo que el tiempo supone. Se inscribió en la ex Técnica 7 porque su primo Nicolás Núñez, que vive muy cerca de su casa y con el que tiene una relación casi de hermanos, ya iba a esa escuela y un poco le marcó el camino. “Me gustaba lo que hacía, es una técnica en la que tenés talleres de carpintería, de electrónica, algo diferente. Igual tenía la oportunidad de seguir la secundaria en donde hice la primaria que es el Hogar Maternal Nº 1, en Maipú y Pellegrini, pero quería un cambio, un ambiente diferente, me entusiasmó que tenga laboratorio”, explica respecto de su elección y dice que no la asustó la escasa asistencia de chicas a este tipo de establecimiento.
“La verdad es que sigue habiendo pocas mujeres, en la Técnica 7 esa brecha se está acortando, y también porque la química está más ligada a la mujer, a diferencia por ejemplo de la mecánica o la electrónica”, agrega para conjeturar que la química está más asociada “a la bioquímica o a la salud”, aunque por ahora en general los referentes siguen siendo hombres.
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Foto: Sebastián Suárez Meccia / La Capital
El camino olímpico
También impulsada por su primo que ya estaba participando, fue en 2019 que Melany se animó a los torneos de química. El programa Olimpíadas Argentinas de Química (OAQ) tiene dos instancias: la nacional, y por otro lado, el entrenamiento para las competencias internacionales.
Los torneos se van complejizando a medida que se sube de nivel. En el nacional se rinden cuatro pruebas, la última, la final en Villa Giardino, desde junio a septiembre. La primera es el colegial que se realiza en cada escuela, que en su caso se hacía en el Politécnico con otros chicos de Rosario, después siguen los intercolegiales que preparan docentes de la UBA, igual que los zonales y nacionales. En los zonales, Rosario es sede así que vienen a la ciudad los chicos de otras provincias. “La etapa final es la más linda, en Villa Giardino, son cinco días, se hace en el Hotel de Luz y Fuerza con todo incluido, los chicos son unos 300 y compiten de acuerdo a las edades o niveles, en ese momento, en 2019 me fue bien, saqué medalla de plata”, rememora. En 2020 no hubo por la pandemia, en 2021 las OAQ fueron virtuales y se entregaron medallas por calificaciones, pero no hubo podio. Ese año, tras la competencia nacional, fue la primera vez que la convocaron al selectivo para el certamen internacional, para lo cual tuvo que participar de clases teóricas y de laboratorio en Buenos Aires, y luego rendir exámenes.
En la primera etapa son 24 chicas y chicos de todo el país, luego quedan 12 y de ahí son cuatro los que ya son seleccionados. “Se estudia química a nivel facultad, tenés clases fabulosas con investigadores que saben una locura, y te encontrás con chicos del interior, es como que formás una familia porque estamos todos en la misma”, describe Melany para señalar que en ese primer intento no quedó entre los cuatro primeros. Al año siguiente, a pesar de algunas vacilaciones, lo volvió a intentar.
“El año pasado participé del nacional, me fue muy bien, volví a sacar medalla de plata y me convocaron otra vez para el selectivo de este año. No sabía si volver a hacerlo, uno se pregunta si puede dar más, si vale la pena. Tuve algunas dudas, pero como había cosechado mucho cariño y me había sentido muy contenida volví a hacerlo, sabía que iba a seguir aprendiendo, me decidí y esta vez sí quedé, por eso tomé una pausa acá en la universidad, porque te piden que pongas toda la atención en esta preparatoria”, agrega.
El entrenamiento para el mundial de julio implicó viajes a la UBA de Buenos Aires en marzo y en abril. Ahora en junio se encuentran otra vez, varios días allá, con el equipo mixto y los profesores. “Tengo tres compañeros que van a escuelas de allá, yo soy la única mujer y del interior, el mes que viene tenemos encuentro presencial pero siempre mantenemos el contacto”, dice.
"Toda la concentración está puesta en prepararme para esta competencia, es una gran responsabilidad representar al país" "Toda la concentración está puesta en prepararme para esta competencia, es una gran responsabilidad representar al país"
Ya con la cabeza puesta en Suiza, Melany recuerda que el año pasado el mundial —en modalidad virtual— lo organizó China y al equipo argentino le fue bastante bien. Si bien no sabe cómo les irá este año, ella se planta con humildad pero también con confianza. “Este año vuelven a ser presenciales, más allá del viaje, también es el contexto en el que uno viaja que es representando al país, es como una locura este título, no me lo creo, pero es así nosotros cuatro llevamos la bandera argentina”, dice y se sorprende de escucharse a sí misma.
“La verdad es que si no existiese el financiamiento del programa, yo no podría estar acá, no solo por el viaje a Suiza, sino por todo lo anterior también. Por ejemplo, fui a la UBA, te dan clases investigadores y docentes, te reciben en sus laboratorios, todo es muy alucinante”, reconoce para detallar que cada vez que viaja a Buenos Aires es un gasto importante, aunque los convocados para el selectivo tienen cubierto el hospedaje y viáticos, y los organizadores están “al pendiente de lo que necesitamos”. Y señala: “Estoy muy agradecida con la gente del programa, con los profesores, los investigadores de la UBA, que son increíbles y lo dan con pasión, aprendiendo de la mano de ellos”. Melany se deshace en más agradecimientos. “Mi escuela —dice— siempre me apoyó, en el último año tuve que faltar bastante, me atrasé con algunas cosas, pero me brindaron todo, fue bastante bonito, porque recibía la cooperación de la Técnica, del Politécnico, después de la UBA, y siempre, como ahora, incondicionalmente mi familia”. Dice que la clave es el deseo de progresar y que lo que la mantuvo con la llama viva es el hecho de siempre intentar superarse: “Es una competencia que no es tanto con el otro sino con uno mismo. Es más, los chicos y chicas nos ayudamos mucho, hay solidaridad, es muy lindo”.
Melany, la estudiante cosecha medallas
El gusto por la química y la investigación
“La química está en todos lados, la podés relacionar con todo y lo interesante es que explica muchas cosas cotidianas, y uno se pregunta por qué se mezcla este componente con otro, o por qué un líquido de color transparente con otro también transparente se forma violeta. Eso va por fuera del sentido común, de lo que se esperaría, y eso lo explica la química”, describe la joven rosarina. Habla con entusiasmo de un campo que, dice, a veces se lo asocia a los nerds, pero que en realidad es “más cercano de lo que la gente cree”.
De cara al futuro, Melany dice que le encantaría investigar y trabajar en el Conicet: “Siempre me gustó el hecho de poder mejorar algún aspecto de la vida, podría ser en alguna industria en el área de investigación, o en el Conicet. Veremos, después de las olimpíadas entonces sí estaré abocada de lleno a la carrera”.