En una ciudad donde cualquier terreno, lote baldío o inmueble en desuso es un potencial espacio para un edificio, sigue habiendo gente que les esquiva y busca vivir en una propiedad horizontal sin tener que irse a las profundidades de un barrio residencial. Y también sigue habiendo personas, más específicamente arquitectos y desarrolladores, que apuestan a ofrecer casas en el centro y macro centro de la ciudad para aquellos que le escapan a los departamentos.
“Vendo casas de pasillo en Rosario”, define sin vueltas el perfil de Instagram de la arquitecta egresada de la UNR, Eugenia Rodríguez Hertz. Desde el 2017, ella se dedica a un nicho muy específico: compra casas de estas características, que pueden estar originales, semi refaccionadas o deterioradas, y las arregla para traerlas a los tiempos contemporáneos antes de volverlas a poner en el mercado. Para este trabajo, analiza el potencial de los espacios y aplica su criterio en materia de habitabilidad, usabilidad y aprovechamiento de los sectores para realizar las obras pertinentes que la conviertan en una casa con la misma esencia, pero acorde a la vida de las personas hoy en día y a los tipos de familias que las podrían requerir.
Si bien al principio de su especialidad se dedicó de manera independiente, hoy Rodríguez Hertz se asoció con Ignacio Gabbo y Maira Airoldi en Equilátero Desarrollos, para constituir un equipo de trabajo con el mismo enfoque que ella y abordar más proyectos en simultáneo con una lógica de inversión y venta más estructurada. Así es como hoy pueden ofrecer casas de pasillo refaccionadas por un costo de entre u$s120.000 y 190.000, lo que la especialista define como gamas altas y medias. Dichas gamas se definen por tipo de prestaciones, diseño y las materialidades a utilizar, además de por mt2 y ubicación. Por ejemplo, una gama alta ofrecerá una cocina amplia, patio, terraza y más de dos dormitorios, entre otras características principales.
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Trabajar en sociedad le permitió a Rodríguez Hertz acceder a una gran cantidad de propiedades que por ella misma no habría podido conocer, además de ofrecerle una estructura más cómoda para abordar los proyectos con celeridad y contar con una mano de obra dedicada. Es por este motivo que en la actualidad ya no trabaja de manera independiente ni en reformas ni obras totales: “Me piden refacciones pero ya no trabajo de manera particular. Hoy en día estoy abocada a la sociedad, en busca de desarrollar una gama baja de casas para ofrecerlas a un público joven que está empezando a armar su vida familiar”.
Durante la entrevista con Negocios, Rodríguez Hertz alude a la búsqueda de una vida sin expensas, ni vecinos en los techos o pisos, como proponen los edificios. Entiende que hay un público joven que con esfuerzo alcanza a poder comprar su propio hogar, pero que terminan en departamentos porque no se animan a la casa hacia la calle por cuestiones de seguridad o porque las “casas chorizo” suelen estar en mal estado. Para ella estas casas, al darles una nueva vida, son un ‘refugio’ del ruido de las calles, con la posibilidad de tener un patio o terraza y con la tranquilidad en materia a seguridad respecto a que hay una puerta común antes de la propia.
Casas para tiempos modernos
“Busco que los espacios tengan una identidad propia”, explica Rodríguez Hertz sobre su intervención en los proyectos que encara. La arquitecta agrega que cuando eligen la próxima casa a trabajar, no solo se están fijando en dónde tiene que ir una ventana para que dé más luz, sino en qué tipo de vida puede ofrecerle ese espacio a alguien: “Buscamos armar un hogar allí, como si fuese para nosotros. Por eso pensamos en cosas como ‘¿dónde van a colgar la ropa?, ¿dónde puede haber un lavadero?, ¿dónde queda un lugar para poner un escritorio?’”. A su vez confiesa que tiene un ‘chip’ natural para detectar una buena oportunidad y analizar la rentabilidad del negocio. Dice que se deja llevar por los lugares para detectar esa identidad y realzarla con el trabajo arquitectónico. Muchas veces puede ser un herraje, una decoración de material en el patio, una textura o unos cerámicos, los que le dan la singularidad de diseño sobre el que ella trabajará para hacerlas verdaderas casas de revista de arquitectura.
Sobre sus comienzos y visión de negocio, dice que ha sido pura intuición y experiencia. Que desde su primer trabajo en un estudio, pudo ir entendiendo cómo particionar los espacios para obtener mayor rentabilidad y cómo costear gastos. Se quedó en ese estudio hasta que sintió que tenía todas las herramientas para hacerlo sola y, cuando vio la oportunidad, la tomó. Tenía una herencia que estaba estipulada para su propio hogar, pero en contra de todo pronóstico familiar, compró una casa, la arregló y la volvió a vender sin dudas: “Desde el comienzo para mí esto fue un negocio”, asegura. Mirando hacia atrás, recuerda éste como su primer gran hit al que pudo sacarle un “25%” de retorno de inversión. Hoy entiende que ese valor no siempre es seguro y que depende de muchos factores que van surgiendo en el proceso, como por ejemplo la inflación. Para ganarle se manejan siempre con costos dolarizados y entendiendo que son montos variables que pueden recuperarse en distintas etapas de la inversión.