Pese a que la tristeza y la depresión son conceptos diferentes (la primera es un estado mental relativamente pasajero, mientras que la depresión es un trastorno psicológico), es habitual que por sus características comunes se confunda la emoción de la tristeza con el trastorno depresivo y se llegue a malas interpretaciones. La principal diferencia entre ambas es la intensidad, la duración y, sobre todo, el motivo o factor desencadenante.
La tristeza, es una emoción normal con función adaptativa y funcional, pasajera y que aparece en reacción a un acontecimiento puntual. Es una respuesta natural ante situaciones concretas negativas (duelo, desempleo, enfermedad física, expectativas incumplidas, baja eficacia percibida) en la que el dolor se manifiesta de diversas formas: falta de motivación o de energía, inactividad, inapetencia, insomnio, etc. Todos la experimentamos en alguna ocasión así como lo hacemos con la alegría, el miedo o la ira, entre otras.
Lo fundamental es que la tristeza dura unos días y no interfiere en las distintas áreas de funcionamiento del sujeto (laboral, familiar, interpersonal). La depresión, en cambio, es un trastorno del estado de ánimo que incluye a la tristeza como una de sus muchas facetas, junto a la apatía, la angustia, la desesperanza, la ansiedad, la falta de capacidad para sentir placer y en la mayoría de las ocasiones sin ninguna causa aparente.
Así, la persona que sufre un cuadro depresivo se encuentra en una situación crónica de malestar el cual, la incapacita e imposibilita para llevar a cabo sus actividades cotidianas. Es muy frecuente que los pacientes perciban un empeoramiento de las funciones cognitivas (concentración, memoria, razonamiento, toma de decisiones) que los limita a la hora de continuar con su rutina diaria.
La tristeza prolongada puede derivar en una depresión
Tenemos que experimentar la tristeza para que nos ayude a afrontar situaciones negativas en el presente y en el futuro, con recursos para gestionar esas emociones negativas.
En determinadas ocasiones, esa emoción de tristeza se agudiza, se intensifica y se prolonga en el tiempo. Es en ese momento que puede derivar en una depresión. Esto se da cuando la persona no sólo se siente entristecida, sino que además se ve afectada a la hora de desarrollarse en sus rutinas diarias con normalidad. En consecuencia, en la depresión es más complicado determinar su origen, o al menos un único hecho que la justifique.
Cambios neuronales
Gracias a las distintas técnicas de neuroimagen, se ha podido observar que la depresión produce cambios neuronales. Las personas con depresión presentan un nivel de activación neuronal inferior al de las personas sanas en varias zonas del cerebro. Los niveles de serotonina, norepinefrina y dopamina también son menores, lo que influye directamente en el desarrollo de distintos procesos mentales.
¿Cómo me doy cuenta que estoy deprimido?
Este trastorno habitualmente no tiene una causa aparente, por ello se dice que es una enfermedad silenciosa a pesar de ser muy usual.
Sus síntomas más frecuentes son:
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Estado de ánimo depresivo la mayor parte del día, acompañado de un sentimientos de vacío.
Disminución de interés y/o placer.
Pérdida importante o aumento de peso.
Insomnio o necesidad de dormir.
Conductas lentas como fatiga o, por el contrario, agitación.
Sentimientos de inutilidad o de culpa excesivos o inapropiados.
Disminución de la capacidad para pensar o concentrarse.
Pensamientos recurrentes de muerte o suicidio.
Para su diagnóstico, obligatoriamente la persona debe padecer un estado de ánimo depresivo la mayor parte del día, durante al menos dos semanas, o manifestar disminución del interés en las actividades que habitualmente le gustaban, así como un empobrecimiento en la capacidad para disfrutar mientras las lleva a cabo.
¿En qué casos necesito terapia?
Todos los tipos de depresión (leve, moderada, severa) necesitan ser abordados por un psicólogo ya que es la única forma de dar con un diagnóstico acertado y una terapia adaptada a las necesidades de cada paciente, para evitar recaídas. La psicoterapia ofrece seguridad, confianza, comprensión y apoyo emocional. Además, mediante diferentes herramientas se intenta modificar la conducta y los pensamientos del individuo consiguiendo una mejora en su trastorno.
¿Cuándo necesito psicofármacos?
Generalmente en las depresiones moderadas y/o severas las psicoterapia se debe complementar con antidepresivos. Es fundamental que el individuo consulte con un médico psiquiatra para recibir tratamiento especializado.
Además, cuanto más precozmente se detecte el proceso, mejor será su evolución. El diagnóstico y la valoración del caso debe ser exhaustiva porque, de lo contrario, se corre el riesgo de patologizar una reacción vital normal como es la tristeza, sobre todo teniendo en cuenta que la tristeza y la depresión tienen elementos en común.
Dra Sabina Racedo Aragón Médica psiquiatra