Quién diría que las coincidencias entre la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner y el gobierno del presidente Javier Milei finalmente iban a asomar por el lado del plan “dólares del colchón”. No por la medida en sí, sino por la interpretación simplista de los alcances que pueda tener sobre el dinero ilegal y el narcotráfico.
La semana pasada se prendieron las alertas en Santa Fe ante el anuncio del nuevo régimen para usar dólares no declarados sin avalar su origen hasta 50 millones por mes en personas físicas y 30 millones para personas jurídicas. Es decir, recién por encima de ese monto Arca controlará las operaciones, por debajo, no.
Sin embargo, el gobierno nacional y ahora Cristina Fernández desacreditan esta alerta. "Muchos compañeros y periodistas hablan del narcotráfico y de los 50 millones de pesos por mes. Muchachos, 50 millones de pesos por mes es joda. En serio, olvídense. No existe. Critiquemos por otras cosas, pero no hablemos pelotudeces. Si nosotros salimos por la tele a hablar que con 50 millones pesos va a lavar al narco se nos van a matar de risa los narcos que nos están mirando por televisión en Nordelta, Puerto Madero y Rosario".
Cristina, Milei y los dólares
“A puro sentido común. Fin”, escribió en su cuenta de X, el vocero del gobierno nacional, Manuel Adorni y acompañó el recorte de Cristina Fernández en su exposición durante el Encuentro de la Cultura Popular. Una coincidencia brutal, que demuestra falta de conocimiento, tacto, y hasta una mirada centrada solo en Buenos Aires.
Ambos dirigentes, algo extensivo a Milei, parecen interpretar que las bandas criminales son solo grandes narcos intocables que viven en el AMBA, por ejemplo, en el barrio cerrado de Nordelta, sin contemplar siquiera la escala del narcomenudeo que se despliega con violencia en Rosario, con un especial crecimiento y profundización desde inicios de la década pasada, justamente cuando gobernaba a nivel nacional la expresidenta. Quizás eso explique bastante más allá de las responsabilidades provinciales de entonces.
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El auge de la criminalidad organizada es más compleja que un narco lavando millones de dólares desde un barrio cerrado intocable. En algunos casos las bandas son dirigidas por sus líderes desde prisión, pero en otros segundas o terceras líneas o incluso nuevos actores en disputa por el territorio.
Todo esto explica los indicadores de violencia, que por más que ha descendido en el último año en lo letal continúa de manera diaria en los barrios que representan una realidad muy ajena a la percepción porteña y lejos de ser “pelotudeces”, como indicó la expresidenta y festejó el vocero.
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Aquellos que intentan hacerse del negocio tienen una capacidad económica más reducida a comparación de bandas ya asentadas en el territorio desde hace años. Los 50 millones por mes pueden ser un llamador sin dudas para éstos a base de testaferros y compra de bienes menores como rodados.
La cuestión de fondo es si aquellos con dólares ilícitos interpretan a este plan del gobierno en realidad como una época de vía libre, se adaptan al clima y se animan a gastar dólares por más de esos 50 millones por más que en ese caso tengan algún tipo de control.
Se supone que si hay una avalancha de dólares en efectivo por montos altos en negro, pero de origen lícito ingresando al sistema, se puede colar el ilícito y pasar desapercibido. Por eso que se relativice, como se hizo en esta ocasión, tener 10, 20 o 30 millones de efectivo en la mesita de luz puede abogar a esta idea de que los dólares sucios se cuelen entre los ahorristas que de buena fe quieran meter los dólares al sistema.
En conclusión, el plan dólares en el colchón sirvió para desnudar a la dirigencia de Buenos Aires en su desconocimiento fino de la realidad de las urbes y hasta en la utilización liviana del narcotráfico, un drama que no admite suavizar de ninguna manera, al contrario, debe enfatizarse porque ha hecho y hace mucho daño. Una coincidencia que mete en la misma bolsa a dos espacios políticos antagónicos, una paradoja de los tiempos que vienen.