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Los murciélagos son, en su mayoría, animales muy pequeños que pesan apenas 12 o 13 gramos (las crías cuando nacen pesan apenas dos gramos) que tienen pelos, crían a sus pequeños y los amamantan "igual que nosotros los humanos", acotó Montani.
"Muchas veces se piensa que son roedores por su forma o aves porque vuelan, pero son mamíferos y como tal tienen muchas semejanzas con nosotros los humanos", dijo la investigadora, que agregó que pueden ocupar hábitats muy diferentes en las ciudades que van desde construcciones humanas (techos y altillos) y árboles en las zonas urbanas o arboledas en el campo.
Si bien la mayoría de las especies se alimentan de insectos, también existen algunas que comen frutas, néctar, polen y otros vertebrados (peces, ranas, ratas, aves) y unas pocas que se alimentan de sangre. Por eso son actores clave para la polinización de determinadas especies de plantas como los cactus nocturnos, ya que vuelan de noche, al contrario de abejas y aves.
En México los murciélagos cuentan con protección especial ya que son los polinizadores del Agaves, a partir del cual se elabora el mezcal, y en países europeos como Inglaterra son intocables cuando aparecen en casas particulares.
Las especies que comen fruta cargan con su propio mito ya que suele decirse que arruinan los cultivos, lo cual es falso porque sólo consumen frutas muy maduras. En cambio, funcionan como eficaces dispersores de semillas y se estima que un solo individuo puede dispersar hasta 60 mil por noche.
Incluso los hematófagos (los que se alimentan de sangre) tienen argumentos para la defensa, ya que en su saliva existe un poderoso anticoagulante que es utilizado para fines medicinales.
También son muy diestros a la hora de volar, sobre todo si el motivo de la incursión es salir a cazar alimento.
Tienen un sistema de sonar altamente sofisticado que hace que sea casi imposible que choquen, ya que emiten un chasquido que rebota con una frecuencia que es de hasta 200 veces por segundo: “Se forman una imagen tridimensional que agudiza al máximo sus movimientos”, explicaron los expertos.
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Infografía: La Capital
El mito fundador
El miedo a los murciélagos y su exagerada generalización como vampiros es extendido y muy viejo, con raíces en la Edad Media europea y difusión mundial tras el libro escrito en 1897 por el irlandés Bram Stoker.
Una particularidad del mito del humano convertido en vampiro es que apareció en Europa incluso antes de que se conocieran las especies de murciélagos-vampiros, que son sólo tres y todas americanas: “El mito es previo al descubrimiento de América (Vlad Dracul, príncipe romano que inspiró la historia, vivió entre 1428 y 1476), algo muy loco ya que en ese momento obviamente aún no se conocían en Europa las especies americanas”, puntualizó Marcelo Romano, veterinario y parte de la delegación Rosario del PCMA, integrada por algunos profesionales y varios estudiantes.
Existen solamente tres especies de murciélagos-vampiros y dos de ellas viven en Argentina aunque no en el sur de Santa Fe, ya que eligen zonas más cálidas.
¿Realmente muerden a los humanos? Los investigadores explicaron que por el avance urbano sobre las áreas naturales existe cada vez más contacto entre los animales silvestres y las personas, y cada vez menos lugar para que la fauna encuentre un hábitat confortable, lo que significa menos presas para los predadores.
"Para los murciélagos somos un mamífero más, y si bien las mordeduras a humanos no son para nada frecuentes, existen”, subrayó Romano.
Otro prejuicio que cargan los murciélagos es que son transmisores de rabia u otras enfermedades, lo cual es falso. Lo que sí es cierto es que pueden transmitir enfermedades “como ocurre con cualquier otro mamífero”, por lo que en todos los casos lo más sabio es no tocarlos con las manos desnudas.
Como pasa con otros animales, sólo muerden por defensa y si se sienten amenazados: “No existen los ataques de murciélagos como tales, a lo sumo puede ser una cría que está aprendiendo a volar y choca por accidente, pero incluso eso es muy raro”.
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Profesora Maria Eugenia Montani y veterinario Marcelo Romano, del PCMA.
De saco y corbata
La colonia que existe en el ático de la Facultad de Derecho es un capítulo aparte en esta historia. Hasta donde se sabe, es casi tan vieja como el propio edificio (existen registros que dan cuenta de su existencia ya en 1913) y tiene una población de alrededor de 30 mil ejemplares, un número que llegó a ser el doble antes del incendio del edificio en 2003 pero que luego cayó a la mitad simplemente porque se redujo el espacio disponible para que se asienten.
La especie que la habita se llama Tadarida Brasiliensis y es migratoria, por lo que su presencia se registra desde comienzos de la primavera hasta finales del verano, cuando parten con rumbo al norte en la búsqueda de climas más cálidos que el invierno austral.
Montani y Romano explicaron que esa colonia tiene algunas particularidades que la hacen muy especial, ya que es “maternal”, lo que significa que hasta ese lugar llegan las hembras preñadas para parir y amamantar a sus crías: “Eso es muy importante, ya que sólo se han detectado tres colonias así en todo el país”.
Comen insectos, sobre todo polillas, mosquitos y escarabajos, y se trata de una especie muy valorada por ejemplo en los Estados Unidos, donde operan como control biológico de una plaga que afecta a los cultivos del maíz.
No es raro que un murciélago entre por la ventana de un edificio o una casa y se instale en las persianas, en algún placard o hasta en la cocina. A veces se trata de especímenes jóvenes que están aprendiendo a volar, muchas otras veces ocurre durante alguna tormenta.
Si pasa eso, el primer consejo a tener en cuenta es que no hay que agarrarlo con la mano desnuda: “Hay que usar guantes, un trapo o una tela para evitar mordeduras”, dijeron los expertos.
Otra técnica para no impresionables es encerrarlos en un frasco para luego liberarlos en una zona despejada. De hecho, existe un protocolo de exclusión que puede consultarse en la web del PCMA (www.pcma.com.ar).
Otra opción menos arriesgada es abrir las ventanas y esperar que salgan: el truco de prender las luces esperando que se asusten y se muevan no sirve ya que, por el contrario, la luz los inmoviliza.
Montessori
En la escuela Montessori que funciona en Fisherton hicieron punta en la convivencia pacífica entre mamíferos: humanos y murciélagos, en este caso. Hace dos años, cuando la colonia que habitaba los techos de la vieja casona ya comenzaba a “oler” demasiado fuerte, pidieron ayuda a los expertos del PCMA y del Gallardo para construir refugios y separar de buena forma los espacios que precisa cada especie.
Fue así que comenzó un trabajo de meses durante los cuales, primero, se hizo la exclusión de los ejemplares del techo, mientras se acondicionaban los refugios que hoy cuelgan a varios metros de altura en una de las paredes y que, después de un tiempo, fue apropiado por los murciélagos. “Los chicos no tenían miedo, todo lo contrario, manifestaban mucha curiosidad y cero prejuicio”, explicó Laura Locasio, quien llevó adelante esa iniciativa.
“Los chicos se involucraron mucho con todo el proceso, lo filmamos y los expertos dieron charlas de sensibilización de las que también participaron padres y abuelos”, contó Florencia Rodríguez, la directora de la escuela.
“Yo ayudé a hacer los stencil (con los que decoraron las paredes)”, contó Lola, de seis años, quien junto a Vicky (7) participó de los talleres. Con naturalidad la niña contó: “No me dan para nada miedo, me gustan y me parecen lindos”. Todo dicho.
Una tarde en el Museo
Con la idea de desmitificar la (infundada) mala imagen de los murciélagos, desde el Museo Gallardo organizan desde hace un par de años talleres para chicos y padres. “Los niños pueden ser grandes precursores para la conservación de las especies”, explicó Montani, para quien los más chiquitos llegan “sin miedos ni prejuicios y llenos de información” obtenida a través de la web o de los popularísimos documentales sobre animales.
“Los chicos preguntan sobre los vampiros no desde el miedo sino desde la curiosidad más pura: por ejemplo quieren saber cuántos litros de sangre son capaces de chupar por noche”, recuerda Montani, quien agregó que es muy probable que se realicen nuevos talleres en esta segunda mitad del año.