–Porque desde el minuto cero viví en Funes en la Zona 5, en Villa Colinas, a un par de cuadras de barrio Vélez Sarsfield. La Zona 5 está en el extremo norte, es la más populosa de Funes. Es un barrio pequeñito, que es el primero, está justo pegado al polideportivo y es uno de los barrios más antiguos y muy relacionado con la clase trabajadora. Históricamente fue un barrio de trabajadores.
–¿Por qué se llama Zona 5?
–Se llama Zona 5 porque en realidad Funes históricamente tenía cuatro zonas, que eran las zonas tradicionales. La 1 era la del centro (en la estación de trenes), la 2 era esta zona del Liceo (Aeronáutico), que originariamente era toda la zona de quintas. El Liceo cambió todo en la década del 70 generó todo un proceso de urbanización. Luego tenías la Zona 3, alrededor del aeropuerto y el cementerio, y luego la 4, que era toda la zona de chacras. Y la 5 fue la zona del norte, la última de esa época, fue históricamente un barrio de trabajadores.
–¿Y qué diferencia hay entre la zona de quintas y la de chacras?
–Son muy distintas. La 4 es la zona de chacras donde vivían las familias tradicionales de la ciudad. La familia Ercoli, la familia Lagos, un conjunto de familias que en realidad empleaban a Funes porque muchas de las familias que vivían en la Zona 4 eran peones, trabajadores, que trabajaban a veces incluso cuidando los animales, prestaban servicio doméstico en esas chacras. Luego fueron a vivir a la Zona 5 y la gran diferencia entre las dos zonas es que Zona 5 fue históricamente un barrio de trabajadores. Trabajadores e inmigrantes.
–¿Funes tiene una inmigración interna?
–Siempre digo algo que muchos no remarcan: de inmigrantes, de migrantes internos. Cuando la Zona 5 surge, allá por la década del 60, era un barrio de tucumanos, santiagueños, correntinos, de muchas familias del interior, que siendo albañiles, peones, pintores, vinieron a Funes.
–¿Tu papá y tu tío Juan Míguez son hijos de chaqueños?
–El origen de mi familia es un poco un poco variopinto, una parte de mi familia tiene origen en los migrantes chaqueños, pero en realidad Juan Miguel, que es el albañil, vino del norte de la provincia de Santa Fe. El es maestro mayor de obra, más de oficio que de titulación, un maestro de obra muy conocido.
–¿Un artesano?
–Exacto. Un artesano. Me gusta definirlo como artesano porque es un poco una visión más integral. Y así el señor fue maestro de muchos albañiles acá en Funes. Y mi familia está un poco repartida porque los Míguez tenemos un ascendiente criollo, pero yo también soy descendiente de alemanes porque mi mamá es Peisel, que es otra familia que emigró en la década del 60 a Funes, se instaló en Zona 5 y fueron agricultores. Muchos relacionados con los agricultores entrerrianos, que eran descendientes de alemanes y se vinieron a instalar a Funes en la década del 60.
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–¿Tu papá hizo casi toda la obra de gas de Funes?
–Mi papá tuvo un rol muy importante como empleado municipal desde la década del 80 porque fue a lo largo de toda su carrera jefe de la obra de gas. Empezó primero como trabajador municipal en distintos lugares: fue barrendero, estuvo en el área de Comercio y luego llegó durante la gestión del intendente Marracino a conducir la obra de gas. El siempre les cuenta a todos sus conocidos que tuvo el mérito de haber sido un jefe de sección que le dio gas al 90% de la ciudad de Funes. Hoy es uno de los servicios más extendidos y tuvo una relación muy cordial con todos los intendentes. De hecho, él fue el jefe de la obra de gas durante la intendencia de Marracino, de mi tío Juan (Míguez), de Juan Rimini, de Mónica Tomei, y completó la obra que ahora tiene que completarse porque hay barrios nuevos, pero mi papá ya se está por jubilar.
–¿Funes tiene también inmigrantes alemanes?
–La familia de mi mamá es la familia Peiser, una familia muy grande de Funes. Peiser Peger es una familia de inmigrantes alemanes, la mayoría de ellos agricultores. Peiser y Peger son dos familias que se entrelazaron. Nicolás Peger fue un bisabuelo alemán que emigró en la década del 60 y tuvo 18 hijos. Era agricultor, en Viale, en Entre Ríos, de una colonia de agricultores alemanes que se trasladaron a Funes y fueron a la Zona 5, justo en la intersección de Vélez Sarsfield y Tucumán. Esa esquina es la entrada de Funes City. Para que los vecinos de Funes City sepan que viven en territorio de lo que en algún momento fue una especie de colonia de agricultores alemanes, que tuvieron un rol muy importante en ese barrio porque Zona 5 empezó a poblarse por los migrantes internos de las provincias, sobre todo de del norte y del noroeste y de los descendientes de colonos alemanes.
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Marcelo Bustamante / La Capital
–¿Cómo fue tu infancia?
–Mi infancia fue una infancia de ese Funes que no existe más. Era un pueblo todavía. Somos la última generación que vivió en el pueblo. Los sub 40 somos anfibios que vivimos el mundo analógico también.
–¿Por qué anfibios?
–Somos anfibios porque vivimos parte de nuestra vida, aproximadamente hasta los 18 años, sin celular, no utilizando prácticamente el transporte público, recorriendo la ciudad en bicicleta. Muchos de nosotros todavía recorremos la ciudad en bicicleta. Yo vengo a trabajar en bicicleta a la escuela.
–Y son nativos analógicos.
–Claro. Somos nativos analógicos. Yo te lo describo así de sencillo: en ese momento el pueblo todavía era una red de solidaridad. Nosotros salíamos de nuestra casa a jugar y los vecinos nos cuidaban. Se iban pasando información entre sí, no era ni siquiera necesario el teléfono porque había una especie de red de aviso entre las distintas madres y abuelos del barrio, era todavía el Funes donde los vecinos se saludaban en la calle, donde vos veías abuelos sentados en la vereda que te compartían sus historias y es un recuerdo de un Funes bucólico, un poco poético también, y que se fue perdiendo. Yo no lo veo mal igual eso, me parece que tiene que haber transiciones, pero para nosotros fue maravilloso haber vivido ese ese mundo y también a partir de los 2000 somos la primera generación que ve ese impacto brutal del crecimiento urbano, que lo vivimos en carne propia. Hoy la ciudad está totalmente transformada en todo sentido, para bien y para mal.
–¿El pueblo de Funes era como los barrios de Rosario en los 70?
–Exactamente. Yo tengo mucho cariño por barrio Belgrano. Tengo la familia de mi pareja en el barrio Belgrano y yo quiero mucho ese barrio. Lo recorro y siento a veces que estoy en ese Funes todavía. El viejo pueblo de Eloy Palacios. Yo siento en sus callecitas internas, en los abuelos que van a hacer los mandados al barrio, en la quiniela, en los cafés de las esquinas, veo todavía ese Funes que vivimos en nuestro barrio.
–¿Cuál es la principal diferencia entre el Funes analógico y el digital, si se puede definir en una postal o en un concepto?
–El Funes actual para mí es una palabra: es el vértigo. Es un Funes que todavía no termina de asentarse porque en realidad estamos en la cima de la transformación. Muchas veces cuando uno está en la cima de la transformación no logra todavía ver qué es lo que va a terminar configurado. Funes es una ciudad para mí vertiginosa y dinámica, que ha tenido ha tenido un aporte extraordinario de toda la gente que ha venido a vivir a la ciudad. Para mí todas esas personas que empezaron a migrar desde los años 2000 en adelante a Funes le han aportado capital intelectual, capital en términos de conocimiento, desarrollo de nuevos barrios y una demanda de servicios que hizo que la ciudad empezara a consolidarse también porque también es cierto que el pasado de Funes fue bucólico y fue agradable, pero en esa ciudad faltaban muchas cosas y nosotros, nuestra generación, la sub 40, lo padeció a eso.
–¿Por ejemplo?
–La falta de infraestructura, de transporte, de servicios asociados a las farmacias, el comercio, pocos centros de salud, la inexistencia de acceso a servicios educativos, Pocos escuelas. Entonces para mí toda esa población que vino a Funes a partir de la gran migración de los 2000 y que luego en 2010 se volvió a potenciar, no sólo trajo capital intelectual, conocimiento, urbanidad, sino también trajo nuevas demandas, ayudaron. Aunque los vecinos de hoy de Funes, los históricos tradicionales crean que no, toda esa nueva gente que vino a Funes creó nuevas demandas y contribuyó a mejorar la ciudad. Para mí Funes ha mejorado en muchos sentidos, es una ciudad donde hoy uno puede elegir quedarse, hay muchas cosas pendientes, pero podés quedarte y hacer tu vida. Era impensable hace muchos años: desarrollar tu proyecto de vida en términos de trabajo acá en la ciudad y mucha gente hoy lo hace, hay una cultura emprendedora muy importante. Y ese es el carácter.
-Tu tío Juan Míguez contaba que era el pueblo donde vivían muchos jardineros que trabajaban en las casas de fin de semana los Rosarinos. ¿Ese fue el origen de Funes?
-Funes nace en 1875 como pueblo de recreo. Todos los pueblos alrededor de las vías ferroviarias entre Rosario y Córdoba con el ferrocarril entre 1863 y 1865 van surgiendo como colonias agricultoras con un proyecto específico, pero Funes es la excepción. En realidad Funes no nace como Roldán, Cañada de Gómez, Carcarañá, como una colonia, sino Funes nace como un paraje de recreo. El objetivo de la ciudad de Funes era distinto a el de las otras localidades. Era convertirse en un sitio de descanso n de la burguesía rosarina, la burguesía portuaria rosarina que encontraba en Funes y en Fisherton su lugar de recreación. Eso no pasó en Roldán. que siempre fue una ciudad de peones, de trabajadores rurales, luego se convirtió en una importante ciudad pyme en los 60 y 70. Y en el caso de Funes es todo lo contrario, nunca tuvo ese perfil industrial, no tuvo ni siquiera un perfil definido, salvo esa idea medio si se quiere de leyenda de pueblo. Es la idea romántica.
–¿De dónde viene el nombre de “La Ciudad Jardín”?
–Es muy buena pregunta porque todos lo utilizamos, pero tiene un origen identificado. Si bien fue un pueblo de recreo desde 1875, Tomás de la Torre lo presenta como pueblo de recreo, el concepto de ciudad jardín nace para el centenario. En el centenario de 1975 gobernaba Juan Bautista Spagnolo, un presidente comunal de la democracia progresista. Spagnolo era una figura muy respetada. Funes fue gobernada por la democracia progresista durante varias décadas y ellos hacen la gestión ante la provincia para que en el contexto de los festejos del centenario por una resolución provincial Funes fuese nombrada por su abundante vegetación como “Jardín de la provincia”. Y el gobernador, que en ese momento era Silvestre Begnis, visita Funes en 1975 para los festejos del centenario y le entrega a Juan Bautista Spagnolo la declaración de Funes como Ciudad Jardín. En realidad no es conocido, es un dato muy particular. Una perlita que estaba oculta y que era interesante para compartir porque en realidad esa es la marca con la que Funes se fue presentando.
–¿Esa imagen fue mutando?
–Eso fue mutando. Yo creo que el concepto de Ciudad Jardín se mantuvo hasta la gestión de Santacroce. Como categoría todas las gestiones las reivindicaron, pero Santacroce para mí intentó construir otra visión de la ciudad. Porque en el concepto de Ciudad Jardín hay un problema. Era que el jardín está vinculado a la recreación, pero yo coincido en algo con el intendente: en que la ciudad no es sólo recreación. La ciudad tiene que generar empleo, vivienda y arraigo. No es sólo un jardín la ciudad. Entonces eso lo instaló Santacroce y hoy estamos en un proceso de cambio de esa visión del pasado.
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–¿Funes corre el riesgo de ser la ciudad dormitorio de Rosario?
–Para mí ya no. Eso ya pasó. Para mí ese es ese riesgo existió hasta los 90, porque en los 90 todavía Funes seguía siendo una ciudad de fin de semana largo, no se la veía como una ciudad de habitabilidad permanente. A pesar de que Funes tenía un núcleo de población de alrededor de las 10 mil personas, hay que pensar que recién en 1991 en realidad alcanzaron los 10 mil habitantes, que la convirtieron en ciudad. No había autopista. El aeropuerto era muy pequeño, no tenía las dimensiones que tiene hoy. En Funes había pocos lugares de empleo, había tres lugares de empleo: la Municipalidad, el Liceo y la Cooperativa Telefónica.
–¿Cómo se formaron los barrios de Funes?
–Funes tiene eso que sus barrios se fueron formando por trabajadores de distintos núcleos: el aeropuerto, la estancia La Polola, el Liceo. El barrio Solares fue formado por empleados del Aeropuerto. La Polola es la estancia de Jorge Washington Lagos, donde trabajó la familia de mi mamá porque mi abuela era ama de llaves de esa casa.
"La gran transformación de Funes empieza en 2010"
–¿Cuándo se transformó Funes?
–Creo que la gran transformación empieza a producirse a partir de 2010, cuando se produce una explosión de loteos. Aparecen Funes City, Funes Town, Funes Norte, que generan nuevas urbanidades, aparecen grandes centros comerciales en cada uno de los barrios, los barrios no tenían núcleos comerciales, hoy si uno va a esos distintos barrios va a ver que en las avenidas principales de esos barrios hay complejos comerciales, algunos más pequeños, otros más grandes, y eso hace que la gente empiece a quedarse y se vaya diluyendo esta idea de que las personas venían a Funes sólo para actividades recreativas.
–Míguez contaba en su nota que un terreno en Funes vale entre 30 mil y 40 mil dólares, que un joven no puede comprarlo y debe construir en el fondo de la casa de sus padres, y que no cree que haya otro plan de vivienda como el Procrear. ¿Cuál es tu mirada?
–Obviamente estamos lejos todavía de eso porque en Funes el problema de la vivienda sigue siendo grave, hay toda una generación que tiene problemas de acceso a la vivienda y en ese proceso me parece que el Procrear fue fundamental. porque le dio vivienda a una generación de jóvenes que hoy tienen entre 40 y 45 años, muchos de ellos venidos a instalarse en Funes, una clase media que para mí conceptualmente es progresista en su visión del mundo y que además permitieron esto que hablábamos al comienzo, la creación de nuevas demandas, la aparición de vecinales, la demanda por nuevas escuelas, primarias o secundarias, el pedido por nuevos centros de salud. Para mí ese aporte fue fundamental. A mí me pone muy contento eso de que toda una nueva generación de funenses haya venido a recrear la identidad de funenses. Eso es un proyecto de país.
–¿Se podrán volver a tener un Procrear y un circuito virtuoso?
–Con respecto a un circuito virtuoso creo en eso más yendo un poco a la visión política porque también estuve ocho años en el consejo. Uno de los principales proyectos con los que insistimos en los últimos 10 años fue la creación de un banco municipal de tierras. Nuestra postura era que acompañando este proceso de urbanización en las donaciones de plusvalía a la ciudad y en la parte que les correspondía a los emprendedores de donar en términos de reserva fiscal, parte de esas tierras otorgadas deberían destinarse al desarrollo de un programa de vivienda para esos hijos de familias nativas, no nativas, que hoy no tienen la posibilidad de acceder a una vivienda financiada. Para mí esa es la gran deuda pendiente, por eso el gobierno le decía esto del vértigo. El vértigo significa que también hay inequidades. El crecimiento de Funes fue marcado por la inequidad. Hay muchos hijos de familias fundadoras, pero también de familias que recién llegaban a la ciudad, que no tienen la posibilidad de construir su casa, que no tienen la posibilidad de financiarla. Ni de comprar un terreno. El último plan de vivienda que se desarrolló en la ciudad fue durante el gobierno del doctor Rimini, que fue la creación del barrio Raúl Alfonsín, que fue un barrio de viviendas, que fue la última intervención pública en la ciudad en 2010 para trabajadores y la clase media. Desde entonces ninguna gestión municipal ha respondido a esa demanda y para mí es un tema pendiente. El intendente Santacroce lo sabe, lo hemos hablado muchas veces, él está comprometido con esto, me ha marcado que es su objetivo y esperemos que lo tomen como una demanda y lo concreten porque para mí sería una conquista histórica lograr que los hijos de la clase media trabajadora puedan hacer una vivienda propia porque eso genera arraigo y mucha identidad también.
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–¿Cómo fue el proceso de crecimiento de Funes?
–Para mí desde 2010 Funes tiene un proceso de crecimiento muy desordenado, sin planificación. Somos una de las pocas ciudades del Gran Rosario que no hemos cambiado nuestro plan regulador. El plan regulador de Funes es de 1985, es el único plan regulador que tiene la ciudad, que fue conceptualizado por la intendencia de Marracino, nuestra primera intendencia. Era un plan regulador que pensaba la ciudad para los próximos 30 años contando desde la década del 80, pero que nunca previó este proceso de crecimiento explosivo. Entonces, esa imagen que preveía el plan regulador de Ciudad Jardín se diluyó. Y hoy no tenemos una herramienta de planificación para Funes, esta ciudad que al crecer tan aceleradamente también produce desigualdad, deterioro de su ambiente, se han ido perdiendo zonas de humedales y muchos jóvenes están sin la posibilidad de arraigo, y que es la gran crítica que le puedo hacer a ese proceso de envejecimiento urbano.
"Me defino como un artesano de la historia"
–¿Te definís como historiador?
–Me defino como un artesano de la historia. Yo soy hijo de albañiles. Mi abuelo es albañil, mi papá es albañil y luego se convirtió en jefe de la obra de gas. Mis abuelos también eran artesanos. En realidad soy licenciado en Ciencias Políticas, y me introduje lentamente en el campo de la historia por oficio. Acá en la práctica de la escuela y sobre todo yo tengo una deuda gigante con una persona que falleció, dentro de poco se va a cumplir un año, que fue Hebe Viglione. Hebe fue una de las historiadoras más importantes de la provincia de Santa Fe, una querida amiga que fue mi profesora de Historia y me compartió su pasión, su deseo y su vocación de que la Historia se convierta en algo cercano y entendible para la gente.
-¿Cómo surgió tu pasión por la Historia?
-Me pasó que la escuela me enseñó. Yo venía de la academia, en realidad empecé como investigador, me recibí en Ciencias Políticas, tuve la vocación de ser investigador en políticas públicas, en el campo específico. Me dediqué algunos años a eso, estuve desde 2010 cuando me recibí en Ciencias Políticas hasta 2013 dedicándome a la investigación. Trabajé en varios proyectos de investigación sobre políticas sociales y derechos humanos, y ahí empecé a a palpar la realidad concreta, a escuchar las historias de las personas, y eso me fue llevando hacia hacia el oficio de la Historia. La conocí a Hebe. Me compartió su archivo, la visitaba en su casa, charlábamos sobre lo que se esconde detrás de cada uno de los libros y me fue contagiando un poco y luego el aula, para mí el aula fue la escuela. Yo siento que no hay nada que me haya enseñado más que el aula con los adolescentes.
-¿Cómo se titulará tu próximo libro?
-Todavía no lo tengo definido, pero son los años del vértigo, esto que te decía antes, es la historia moderna. La historia contemporánea. La historia de los últimos 40 años.
-Los viejos maestros joyeros decían que “los oficios se aprenden primero mirando”. ¿Te resuena esa frase en el aprendizaje artesanal de la Historia?
-Exactamente. Sí, una de las cosas que disfrutaba mucho es lo que me pasó en la escuela, que me enseñó.
-¿Y cómo surgió tu berretín por la educación?
-El berretín por la educación surgió de una manera muy singular. Una de mis mejores amigas, Luciana, la Gringa DAlessio, de acá de Funes, también de otra familia tradicional, es maestra primaria. Y le faltaba muy poco para recibirse de maestra y estaba muy trabada con una materia muy complicada, que era Etica. Entonces me pidió ayuda y empecé a ir un par de días de noche, volvía siempre tarde a ayudarla con Etica y con algunas cuestiones de Filosofía.Todos los modelos éticos aplicados a la educación, lo cual es complejo porque en realidad hay que hacer toda una translación, que si no estás en el tema es complicado. Y estuve casi un mes yendo a su casa todas las noches, compartíamos café, charlas y yo le iba explicando de una manera simple cada uno de los autores. Y el último día, la última lección, cuando me voy, ella me dijo algo que me quedó ahí repiqueteando en la cabeza: “¿Vos nunca pensaste en dedicarte a la docencia?” Yo le dije: “No, lo mío es la política”. Y la Gringa tenía razón y después también terminé entendiendo algo. La política es una forma de docencia también. La política necesita ser docencia. Cuando ahora veo, por ejemplo, expresiones, cuando veo el alto nivel de agresividad que hay en el terreno de la política, el alto nivel de violencia, que no es sólo verbal, me preocupa porque yo siento que los dirigentes políticos tenemos que tener una tarea educativa. Lo que decimos tiene consecuencias y no nos podemos desembarazar de eso también.
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-¿Por qué Funes termina teniendo el nombre de un médico que era el dueño de las tierras?
-En realidad Funes es fundada por Tomás de la Torre en 1875, nace como un proyecto inmobiliario porque en realidad Tomás de la Torre consigue una licencia por parte del gobierno Provincial de Servando Bayo para desarrollar en las tierras contiguas al ferrocarril un proyecto inmobiliario. Ese proyecto inmobiliario es promocionado por el Diario La Capital, que tiene un rol muy importante en la promoción del desarrollo de la ciudad de Funes. Los primeros anuncios de la venta de lotes se hacen mediante el Diario La Capital y Tomás de la Torre proyecta la creación de un pueblo de recreo, en el que él desea y se los dice claramente, que lo los artesanos puedan también tener la posibilidad, junto a esas familias que venían a recrearse en Funes, de tener tierras. Esas tierras son contiguas a a las vías del ferrocarril y desde 1875 hasta eh 1893 la ciudad de Funes se llama, en realidad, Lomas de Ávila. Lomas de Ávila en recuerdo de la familia original de esta ciudad, de la esposa de Tomás de la Torre, Modesto Ávila y de José Ávila, el suegro de Tomás de la Torre, que son los propietarios de la tierra, son los que originariamente eran propietarios y de las cuales Tomás de la Torre por casarse con Modesta Ávila termina como propietario de estas tierras. Y luego la ciudad fue comprada por el jefe político de la ciudad de de Rosario. Rosario tenía en ese momento un jefe político, no tenía no tenía la figura del intendente, la ciudad tenía lo que en ese momento se conocía como jefe político, una figura que era nombrada por el gobernador. El jefe político era un miembro de la burguesía rosarina conservadora, que era Pedro Lino Funes, y Pedro Lino Funes compra gran parte de las tierras de Funes en 1893, menos la iglesia y el solar del cementerio, y lo que sería luego eh la Plaza San José, que está ubicada sobre la ruta 9. No hay datos exactos, pero lo compra. Y lo compra aclarando que algunas tierras públicas quedan para la localidad, que son las plazas.
-¿Eran baratas las tierras?
-Era muy barato porque hay que decir algo: ese proyecto inmobiliario que da origen a la ciudad también es un proyecto inmobiliario que está atravesado por un montón de privilegios e inequidades porque los empresarios inmobiliarios fueron favorecidos por el poder público y las empresas ferroviarias también. Muchas de las tierras contiguas a las vías férreas fueron dadas a Whellright para que tuvieran una explotación económica.
-¿Entre los beneficiarios estaban los grandes ganadores de la Guerra del Paraguay?
-Exactamente. Los grandes ganadores de la guerra del Paraguay eran los que hicieron pingües negocios, tal como pasó en Baigorria. Por eso digo que el caso de Funes es excepcional porque aquí ni siquiera se asienta una colonia. Acá en realidad se origina el primer poblado de Funes, son muy pocas personas, son apenas 500 habitantes en 1875. De esos 500 habitantes hay información porque hay un registro de que hay agricultores, hay ladrilleros, hay artesanos, hay un almacén de ramos generales y también están las familias tradicionales, los Lejarza, los Elorza, las las familias que le dieron origen a esta ciudad en términos agroganaderos. Y hay una resistencia. En 1893 los habitantes antes originarios de Funes, los que ya estaban afincados en la ciudad desde 1875 se resisten al cambio del nombre. De hecho hay una anécdota de Plácido Grela, el historiador que en 1975 escribe la historia de Funes, de que cuando se cambia el cartel, el nomenclador de la estación que decía Estación Ávila por Funes, el cartel de Funes era siempre apedreado porque los nativos de Funes no querían ese cambio digamos de denominación, que además es un cambio que se produce mientras Pedro Lino Funes esté en vida. O sea, Pedro Lino Funes le pone su nombre a una ciudad, algo que en esa época era impensado porque además justamente el concepto de Ávila era un nombre muy afianzado en la identidad de los habitantes de estas tierras. Para mí hay dos identidades pasadas, los habitantes de la Cañada de Ludueña, que originariamente eran arreadores de ganado. Ludueña, de hecho, se llama el arroyo Ludueña porque Ludueña era un arreador de ganado que llega a estas tierras como abreba de agua para sus para sus caballos, esto era zona de vaquerías y luego los habitantes de Ávila. Después ya viene otro después de Funes después de 1893, y ese otro Funes tiene otro perfil que es ya es el perfil si se quiere de ciudad de descanso, que lo va a tener como el Jardín de la provincia.
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Marcelo Bustamante / La Capital
-¿Cómo llegaste a ser de concejal más joven de Funes?
-Yo llegué a ser concejal más joven de Funes porque empecé a estudiar Ciencias Políticas en 2004 en plena emergencia del kirchnerismo, muchos jóvenes nos sentimos convocados a la acción política. Yo empecé en mi militancia universitaria en el año 2004, primero como militante de los derechos humanos y luego parte de agrupaciones políticas en la universidad de origen peronista. Mi primera agrupación política fue la San Martín, fui candidato a presidente del centro de estudiantes. Es decir, empecé como un militante universitario y luego nuevo, alrededor del año 2008-2009 empecé a militar en la ciudad de Funes, volviendo a fundar junto a un grupo de compañeros la Juventud Peronista, que había prácticamente desaparecido de la acción. No había jóvenes que militaran a comienzos de los 2000. Los voy a nombrar pues merecen una reivindicación pues son compañeros que han hecho cosas importantes. Joaquín Sánchez, que fue hasta hace poco el secretario de transporte de Roli Santacroce; Jorge Minuto, que es secretario privado de la Municipalidad de la gestión de Santacroce actualmente; Alejandro Estábile, que es el secretario técnico del Consejo hoy, y mi caso, que después terminé siendo la cabeza de esa organización y terminé siendo el candidato del justicialismo en 2011, un poco patrocinado por las dos principales figuras del peronismo que estaban en el Estado en ese momento que fueron Juan Manuel Marrasino y y Juan Míguez, mi tío.
-¿Qué opinás de la gestión de Marrasino?
-Marrasino es una figura extraordinaria. Ese fue para mí el caudillo más importante que tuvo la historia del peronismo de Funes. Un ferroviario. Un personajes. Con todos los hábitos de un ferroviario, un hombre que conocía a la ciudad como conocía la estación ferroviaria. Tenía un trato propio de un jefe de estación. De hecho fue el último, uno de los últimos jefes de estación antes de la privatización. El último jefe de estación fue Roque Núñez, que fue nuestro, el que manejaba la propaganda, un comunicador, y el anterior fue Marrasino. Imagínate que Marrasino tenía una relación muy de caudillo paternalista. El último caudillo para mí fue Marrasino. Ya después los los otros líderes lidiaron con una ciudad difícil, distinta. En 2008 y 2009 empezamos a militar con la Juventud Peronista y estos dos referentes, tanto Juan Miguel como Marrasino, patrocinaron una renovación del peronismo y nos dieron lugar en la lista. Durante los 90 el peronismo tuvo dos facciones, la facción leal al histórico caudillo o Marracino y la facción que era la renovadora. El peronismo tuvo la misma división que se dio entre Cafiero y Menem. Entre Marrasino y Juan Míguez, que en 2011 confluye en una lista. Juan Manuel Marrasino fue el candidato intendente y yo fui candidato a concejal. Marrasino era un poco la representación de la línea más histórica y yo venía a hacer la renovación del justicialismo y llegué a ser concejal a los 24 años. Fui en ese momento el concejal más joven de la historia de la ciudad, por el Partido Justicialista, y luego fui electo en 2013 con un interregno al medio, ya por un partido, el Partido Justicialista.
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-¿Y cómo fue ese camino hasta llegar a la Unión Popular?
-Fue una una ampliación de esa base que tenía en realidad. Lo que hubo ahí fue un distanciamiento con Santacroce, que es quien a partir del año 2010 entra en la política del Funes. Nosotros compartimos un período inicial, yo lo acompañé eh como joven en su desembarco en la ciudad de Funes y después por diferencias en cuanto a sus estilos, digamos, una cuestión de estilo y conducción política, un grupo de jóvenes nos apartamos y en consonancia con esa visión que tenía de la transversalidad, empezamos a construir un espacio político más amplio, que luego fue crítico de Santa Fe, que fue Unidad Popular, que nació en 2013 junto a compañeros generacionales, la mayoría de los que habíamos fundado Unidad Popular eran todos sub 40 entre los que había ex militantes del radicalismo, alfonsinistas, socialistas, miembros de la Juventud Peronista. La Unidad Popular fue el primer partido distrital en la historia de la ciudad que lleva una persona al consejo. Porque históricamente en la ciudad de Funes el Consejo se repartía entre peronistas y radicales y no había lugar para terceras fuerzas y la nuestra fue la primera fuerza distrital en llegar al Consejo Municipal.
"Estoy embarcado en un libro que refleje los últimos 40 años de Funes"
-¿Ahora estás embarcado en el proyecto del libro?
-Estoy embarcado en la construcción de un libro que refleje los últimos 40 años de Funes, desde que se convirtió en ciudad. Sobre su historia institucional mi idea es poder poner en diálogo distintos referentes, escuchar a los intendentes que están vivos, para mí es muy valiosa la figura de los intendentes que han vivido la transformación de la ciudad. Para mí hay tres personas muy importantes, el testimonio de Juan Míguez, de Juvenal Rimini y de Mónica Tomei, que fueron los últimos intendentes nacidos y criados en Funes. Para mí ellos tienen mucho para contar de cómo fue enfrentar ese proceso de vértigo y transformación, más allá de las diferencias que uno puede tener con ellos y también la transformación de las instituciones y de la sociabilidad de Funes. Porque el Funes de los últimos 40 años cambió radicalmente su sociabilidad. Dejó de ser el Funes de la vuelta al perro. Para mí ese concepto de vuelta al perro que definía los pueblos desapareció en Funes porque hoy o hay un centro en Funes, hay múltiples centros. Hay múltiples identidades y es medio como una argamasa que se va haciendo. Se está cocinando todavía, ¿no? Su identidad no está perfilada y por eso hay que escribir un libro de historia. Porque los protagonistas están vivos. Para mí ese capital es invaluable, que los protagonistas estén, hay que escucharlos y bueno, Eve me dejó ese ese mandato que yo lo quiero lo quiero reivindicar. La verdad que me parece que es muy importante. En estos años conocí a dos amigos que los quiero mencionar. Cuando en ms años de militancia conocí a dos comunicadores de la ciudad de Funes, Gabriela Adel y Quique Valenzuela, que habían formado un grupo que está en Facebook, se llama Historia de Funes. En ese grupo de Facebook ellos recopilaban relatos de los funenses, que después nutrieron nuestro libro. Y yo tuve la posibilidad de compartir con con Quique y con Gaby muchas conversaciones, muchos intentos de empezar a celebrar el cumpleaños de Funes. El cumpleaños de Funes no se celebraba hasta hace 15 años. Es el 20 de agosto. No se celebraba, presentamos un proyecto de ordenanza en el Consejo, que fue autoría de Quique y Gaby Valenzuela y se aprobó y se fijó al 20 de agosto como el día del festejo de Funes, allá por 2015 y ellos de alguna manera para mí son como los protagonistas silenciosos de este proyecto. Por eso digo que muchas veces la historia no la construimos nosotros mismos, estado en cargos públicos, sino esa gente. Para mí esta nota una buena posibilidad para homenajearlo, sobre todo porque Quique falleció el año pasado en un accidente de tránsito, que fue una partida muy dolorosa porque ellos eran dos personas muy estimadas. En poco tiempo se fueron. Un tipo joven que era un comunicador muy importante de nuestra ciudad y su rol fue muy importante en términos de la construcción de esa identidad y de la historia de la ciudad.
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-¿Cómo se llama el libro?
-El libro se llama Historia de Funes. Abarca desde 1875 hasta 2015. O sea, imagínate que desde 2015 hasta hoy también pasaron muchas cosas. Pasó la pandemia en Funes, que también cambió la dinámica de la ciudad. Entonces, el que viene va a tratar de focalizarse sólo en los últimos 40 años. Ese libro es inédito (no volvió a editarse) y hoy se usa mucho en las escuelas primarias porque las escuelas primarias de Funes no tenían un libro con el que trabajar. El libro de Grela, que es el único que hay, es un libro muy de la historia de la década del 70, demasiado documental, pesado para la lectura de un niño. Hicieron un libro pero no lo publicaron todavía. Está publicado, pero es inédito porque tiene una cantidad limitada en términos de en algún momento lo publicaron y no volvió a publicarse. Es difícil conseguirlo. No lo conseguís ahora. Está en todas las escuelas de Funes porque nosotros lo entregamos a todas las escuelas de la ciudad. Hoy se consigue si uno va a la biblioteca de la ciudad o si va a la escuela. Y lo tienen muchas personas de la ciudad, pero es un libro que mi idea es digitalizarlo, es el gran compromiso para que sea de libre acceso porque para mí es un libro que está bueno porque tiene toda una historia documental de la ciudad fotográfica, como nunca antes, ese es un trabajo de Vanessa Fresno, una fotógrafa muy importante que hizo un trabajo extraordinario en ese libro de recuperar fotos de familias, de situaciones comunes, de la vida cotidiana, que es muy hermoso y se entrevistó a personajes que hoy ya no están vivos, muchos de los grandes personajes de la ciudad hace 10 años, muchos han fallecido y ahí hay testimonios de gente muy valiosa.
-¿Tiene una mirada antropológica?
-Tiene una mirada antropológica, cultural y antropológica, porque la visión de tanto de Hebe (Viglione) como de Quique y Gaby es que la historia es un fenómeno cultural. Totalmente. Es eso, es compartir historias de la vida cotidiana, digamos, de los funeses. Y eso va a ser un poco nuestro libro también en adelante, que me encanta, que va a narrar eso.
-¿La política es un tren que pasó por tu vida muy joven, pero que puede tener otra estación cuando cuando seas más experto?
-Sí, la política es parte de mi vida, mi vocación, es mi forma de ver el mundo. Yo me considero y todos somos sujetos políticos Totalmente. Yo desconfío del que me dice que es apolítico. Yo desconfío. Aunque es una es una toma de posición muy peligrosa. De las supuestas neutralidades y del que niega la historia. Para mí hay que tener una posición política. Los sujetos son los sujetos políticos. Y mi gran sueño como militante político es ser parte de un proyecto político popular que gobierne esta ciudad en algún momento. No digo como cabeza, ¿eh? Porque yo creo que definirse como cabeza, yo desconfío de aquellas personas que proféticamente se ven como intendentes, por ejemplo. Dicen: “El objetivo de mi vida es ser intendente”. Que dicen: “Síganme no los voy a defrauar. Yo tengo una visión profética de la historia”. A mí me gustaría ser un engranaje, ser una piecita, estar ahí, colaborar, contribuir en el lugar que sea, pero me gustaría ser parte. Creo que en la ciudad todavía no ha habido grandes procesos políticos transformadores desde lo popular. No estoy diciendo que las cuestiones que han pasado no han sido transformadoras porque Santacroce ha sido un intendente transformador y en muchos sentidos ha venido a dar respuesta a un montón de problemas que no estaban en agenda y si hay algo que le reconozco es su dedicación plena a la gestión. Después tengo diferencias, pero se dedicó plenamente a la gestión y dio respuesta a un montón de problemas que no estaban resueltos, ahí pendientes todavía, el agua, la electricidad, la vivienda. Pero me parece que lo que le falta Funes todavía es un proyecto de arraigo de base popular que convoque a las nuevas generaciones, a los jóvenes, y me gustaría verme como parte de ese proceso político, pero no tengo un sueño profético.
-¿Tu actual camino es la docencia?
-Yo deseo que la vida me lleve por el camino que se pueda ir construyendo y obviamente nunca alejarme ni de la política ni de la docencia. Esta es mi casa. Yo me siento plenamente identificado con la escuela, sobre todo con los adolescentes, que es mi lugar en el mundo, con el que trabajé en los últimos 10 años. Desde entonces fue una carrera vertiginosa que continúa y hoy estamos en la cima, me siento en el mejor momento en la tarea docente.
"Soy un maestro artesanal"
-Sos un tipo tan polifacético que te pido si podés ordenes tus quehaceres y tus saberes: ¿Sos historiador, educador y político o viceversa?
-No, soy maestro como convicción, primero y principal. Yo encontré un maestro artesanal. Encontré mi lugar en el mundo. Yo soy maestro por convicción. Yo siento que necesitamos más maestros por convicción, que uso la palabra convicción para diferenciar la vocación porque la palabra vocación ha sido muy maltrecha en el último tiempo, porque está esta idea de que uno tiene que sacrificar su bienestar económico por la vocación. No, soy maestro por convicción porque creo que ser maestro requiere una pasión. Requiere que uno contacte. Que hay que tener un fuego sagrado. Yo tengo el fuego sagrado por la docencia. Yo creo que la docencia es fundamental. Y los grandes hombres de la historia de nuestro país entendieron que la docencia era fundamental.
-¿Hasta Sarmiento?
-Hasta Sarmiento. Si hay alguien que me apasiona es Sarmiento. Independientemente de las diferencias puedo tener, yo siento que Sarmiento fue ante todo un docente de la acción política. Se definió a sí mismo como un docente de la acción política, obviamente, en la visión ideológica yo puedo estar en las antípodas, pero su obra me parece extraordinaria, su literatura, sus ensayos, Fue un escritor extraordinario y un tipo que tuvo un proyecto de país porque lo que nos falta s es tener un proyecto de país. Obviamente, el proyecto de país de Sarmiento fue un proyecto de país neocolonialista en su visión, porque tuvo que ver con imitar a Europa y sobre todo en una colonia, pero era un proyecto de país.
-¿Milei no tiene un proyecto de país?
-A mí me da la sensación de que no sólo no hay un proyecto de país sino que además hay una mirada, si se quiere, que es la negación de nuestra identidad. Ayer salió a defender los fondos buitres. O defiende a Thatcher. Esas posiciones muestran respecto de la Causa Malvinas, respecto de la historia de la deuda de externa, del golpe de estado. Todo ese negacionismo en realidad tiene que ver con una falta de amor por lo propio, por la identidad sin la cual no se puede hacer nada. Yo creo que sin amor por lo propio ningún proyecto político es viable. Son antiargentina esos proyectos. Me parece que nosotros tenemos que ser apasionadamente argentinos, tenemos que volver a ser apasionadamente argentinos y eso es un poco lo que les transmito a mis estudiantes. Todo el tiempo trato de de contagiar a los estudiantes el amor por lo nuestro, que está muy maltratado, porque en las últimas décadas siempre hay una, si se quiere, visión de la historia, pero también el mundo de la comunicación de que los argentinos somos fallidos, de que no podemos, de que somos incapaces. Y me parece que hay por otra vía y hay que contagiarlo eso. Yo para mí es fundamental poder contagiar la pasión por los argentinos, por nuestra identidad, por las cosas buenas que hemos hecho y que un poco la la vocación es esa. Está bueno.
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-¿Funes va a festejar su aniversario?
-Funes cumple 150 años, justo ahora. Estamos a muy poco el 20 de agosto, un mes y medio. Si bien fue Funes fue pensada como una ciudad de recreo, también los funeses supieron construir su propia identidad. Funes estuvo durante las décadas del 50 y del 60 un movimiento local muy intenso en términos de creación de sus instituciones cooperativas, clubes de barrio, instituciones sociales, asociativismo, que construyó una identidad local, el ser funense, que iba más allá de ese mascarón de proa que es ser el jardín de la provincia. Y eso no es casual porque después en los 70 todo ese movimiento fue sofocado por el terrorismo de Estado. No es casual que la la ciudad haya tenido un centro clandestino de detención. Me parece que también tuvo una una intención disciplinadora la existencia de ese centro clandestino. Funes fue una ciudad dinámica que se fue transformando a sí misma y los 70 fueron medio un dique de contención a ese proceso de de desarrollo de la identidad local.
"No es casual que Funes haya tenido un centro clandestino"
-¿Por qué Funes tuvo un centro clandestino de detención durante la dictadura?
-No es casual que la ciudad haya tenido un centro clandestino de detención. Me parece que también tuvo una una intención disciplinadora la existencia de ese centro clandestino. Funes fue una ciudad dinámica que se fue transformando a sí misma y los 70 fueron medio un dique de contención a ese proceso de desarrollo de la identidad local.
-¿El centro clandestino de la Quinta de Funes fue creado cuando cerraron La Calamita?
-Fue creada cuando cerraron la Calamita, en el contexto del Plan Feced de disciplinamiento de las organizaciones sociales, políticas y culturales de la región. Funcionó durante un año, entre 1977 y 1978, en la Quinta de Funes, ahí en San José y ruta 9. De hecho se levantó en el Mundial 78, frente a la crítica de organismos internacionales y de derechos humanos se levanta porque era demasiado visible y en el contexto también de lo que se llamó Operación México.
-¿La estudiante universitaria funense Ana Gurmendi fue desaparecida en la Quinta de Funes?
-Ahí hay algo muy importante que para mí es es clave. Fue una estrella desaparecida, que es Ana María Gurmendi. Estoy tratando de conseguir reconstruir su historia. Sería muy interesante porque acá hay algo que para mí es tenebroso y también paradójico. Sus sus padres murieron buscándola en un accidente de tránsito y es muy paradójico porque Ana Gurmendi estaba detenida a 20 cuadras de su casa. Sus padres la buscaron por todos lados y es muy probable, yo siempre planteé esta metáfora, que es la metáfora del terror. Es terrible. La casa de los Gurmendi está frente a la Municipalidad. Y desde la Municipalidad hasta la Quinta de Funes de 20 cuadras aproximadamente, un poquito más. Y Ana estuvo detenida ahí un año. Y es muy probable que en esa búsqueda los padres hayan pasado caminando por delante y no sabía que estaba su hija detenida. Después todos los detenidos de la quinta fueron llevados a la Intermedia, en Timbúes, y ahí fueron asesinados. Es impresionante y es una de las las paradojas de la tragedia. Y Ana es la expresión de esa ciudad dinámica que había empezado a gestarse en los 50. Porque muchos jóvenes de Funes de la década del 50 y del 60 empezaron a salir de Funes a estudiar a Rosario, a hacer carreras. Ana estudiaba en la Facultad de Ciencias Exactas, estaba haciendo la carrera de Matemáticas y la particularidad es que es de la primera generación de jóvenes que empezaron a salir a Rosario a buscar un futuro distinto al del pueblo.
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Marcelo Bustamante / La Capital
-¿Hoy hay sectores de la política y la educación que niegan la historia?
-Por supuesto, las dos. Hoy estamos en un tiempo complejo porque siento que hay un ataque hacia hacia la necesidad de revisitar la historia. Me parece que las las visiones de derecha tienen un fuerte componente contrahistórico. Tratan de mostrarle a la gente de que ya nada es posible, de que todo el pasado fue malo, de que no somos capaces de enfrentar las adversidades y de que hay que conformarse solamente con el presente y eso se vio hace unos días cuando ayer, por ejemplo, fue desplazado uno de los mejores historiadores de nuestro país de la dirección de del Museo Histórico Nacional y ahí no hay solo un desplazamiento. Hay una intención también de neutralizar la la revisión de la historia. Para mí la derecha en su concepción orgánica tiene un un problema con la historia porque en la historia están los matices y la derecha juega al blanco y negro en su definición política.
-¿Sabías que Clarín y Nación no publicaron una línea sobre los 308 ciudadanos asesinados por la Aviación Naval en los bombardeos a la Plaza de Mayo del 16 de junio de 1955?
-Tal cual, ahí está. Hace 60 años que no se enteraron de que hubo 308 muertos asesinados por los bombardeo de la la Aviación Naval. Para mí estas invisibilidades tienen una razón de ser y y me parece que es fundamental que los los dirigentes políticos, mi mensaje va dirigido a los dirigentes políticos después de haber sido el concejal más joven de Funes. Yo fui el concejal más joven de Funes a los 24 años, se llevó un parte parte de mi juventud. Es esa tarea pública también, no me arrepiento de eso, pero les digo a los jóvenes que hoy en Funes vamos a tener jóvenes en cargos públicos, es que metan los pies en la historia, que lean, que investiguen, que se comprometan con eso porque para mí la mejor manera de hacer política es entender de dónde venimos y hacia dónde queremos ir.
-¿Que se embarren con la historia?
-Tienen que embarrarse. Para mí hay que embargarse con la historia, pero no como una cosa libresca sino como ir a los testimonios. Cuando uno va a la peluquería de la ciudad, cuando uno va a una fotocopiadora, cuando uno va al almacén y habla con los vecinos, esos vecinos son portadores de la historia también. Yo estoy muy orgulloso en mi paso por el Consejo de tres proyectos que tuvieron que ver con la historia. Yo en ese momento no sabía que iba a ser profesor de Historia, pero en el Consejo presenté la primera ordenanza de preservación patrimonial, que es la que está vigente, que catalogó algunos edificios públicos de Funes como patrimonio histórico: la estación, la iglesia, la recuperación de la Quinta de Funes, que fue un proyecto de ordenanza que presentamos con la multisectorial, que luego se convirtió en un proyecto expropiado y todo lo que tiene que ver con la cuestión del patrimonio ambiental, la creación de la reserva del Ludueña, que también está relacionado con la historia de Funes porque Funes nace en la cañada de Ludueña y ese sitio que hoy está afectado por una serie de urbanizaciones es en realidad parte de nuestra historia. Los primeros pobladores de Funes no se asentaron junto a las vías, se asentaron junto a la cañada de Ludueña. Ese también es un poco el pasado invisibilizado de nuestra ciudad. Siempre se dice que Funes fue fundado junto a la estación ferroviaria en 1875, pero antes había pobladores. Esto era parte del Pago de los Arroyos, acá había población criolla, poca, pero había, había población indígena y esa población estaba sentada junto a los arroyos, la vida humana, la historia se desarrolla junto al al agua y en este caso particular de los los arroyos.
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-¿El centro clandestino de la Quinta de Funes fue creado cuando cerraron La Calamita?
-Fue creado cuando cerraron La Calamita y fue creado en el contexto del Plan Feced de disciplinamiento de las organizaciones sociales, políticas y culturales de la región, funcionó durante un año entre 1977 y 1978 en la Quinta de Funes, ahí en San José y ruta 9. En el contexto de la Operación México y de hecho se levanta en el Mundial 78. En el contexto del Mundial 78 y frente a la crítica de organismos internacionales, de derechos humanos se levanta porque era demasiado visible.
-¿Sabías que, según el historiador Hugo Cravero, a La Calamita la levantaron porque había dirigentes del PC dispuestos a liberar a los detenidos?
-No lo sabía, qué interesante, pero sería muy bueno en algún momento organizar alguna actividad en red para juntar a los historiadores que han reconstruido la historia de los centros clandestinos. Porque acá tenemos Baigorria, tenemos Funes, tenemos Timbúes, tenemos la zona oeste de Rosario, que hay una red de conexión. Incluso hay conexión con La Perla porque algunos de los detenidos de la Quinta de Funes pasaron por La Perla, Para mí eso es una marca identitaria que costó reconstruir porque la historia de la Quinta de Funes surgió gracias a la acción de muchas organizaciones políticas que a partir de 2010 empezaron a organizar marchas, en las cuales fuimos partícipes y fue una historia que también a mí me hace sentir muy orgulloso de haber sido parte como joven de ese proceso y que fue para mí uno de los hitos de la historia de Funes porque esa era una historia oscurecida. Acá estaba vigente esta idea de acá no pasó nada y por algo habrá sido. Terrible, el negacionismo. El negacionismo estuvo muy presente en nuestra ciudad y hubo una generación de la cual soy parte que luchó para que eso se rompiera.