Los protocolos sanitarios que a fin del año pasado se pusieron en marcha en los jardines maternales y de infantes demostraron ser efectivos: desde el 1º de diciembre no se registraron casos de contagios de Covid-19 entre los niños, ni entre sus maestros. Para las autoridades de la asociación que nuclea a casi 200 instituciones educativas de la primera infancia la clave de este logro fue la actitud responsable de las familias de sus alumnos que mantuvieron a sus hijos en casa ante cualquier síntoma, como tos o dolor de garganta.
Con estos argumentos, los jardines pedirán a las autoridades del municipio y la provincia les autoricen a ampliar el cupo del 50 por ciento de capacidad en las aulas implementado en diciembre pasado. "Hemos tenido cero casos de contagios, lo que demuestra que los protocolos funcionaron. Por eso solicitamos que se nos deje ampliar ese margen, porque la mayoría de las instituciones ya están completas e incluso muchas tienen listas de espera", asegura Marcia Di Santo, referente de la Asociación Jardines Particulares de Rosario (AJPR) y titular de dos jardines de infantes del barrio La Florida, Pakalola y Pakalola río.
Las actividades de verano en los maternales comenzaron el 1º de diciembre, bajo estrictas normas sanitarias. Los niños asisten en burbujas, de entre seis y diez chicos, que cumplen los mismos horarios para entrar y salir del jardín y también para usar los patios o espacios comunes. Al ingreso, se les toma la temperatura y se les ayuda a higienizarse zapatos y manos.
Según destaca Di Santo, todas las instituciones mostraron ser muy respetuosas de las nuevas pautas. Pero la clave de los buenos resultados de las medidas, considera, hay que buscarla sobre todo en la actitud de los padres de los niños. "Aceptaron todas las recomendaciones y se comprometieron a cumplirlas. Rápidamente avisan si los nenes tienen tos o mocos. Y aunque sepan que puede ser por los cambios de temperatura o el uso el aire acondicionado, no los traen al jardín. Eso nos hace trabajar con mucha tranquilidad", afirma.
La experiencia de los jardines de infantes no es la única que sirve de ejemplo para evaluar el funcionamiento de los protocolos sanitarias para evitar contagios de Covid-19 en instituciones que trabajan con niños. A fin de enero pasado, desde la intendencia se valorizaron los dispositivos implementados en las colonias de vacaciones donde concurren chicos de 6 a 12 años. De todas formas, vale decirlo, estas actividades se retomaron recién cuando los índices de contagios en la ciudad empezaron a ceder.
Familias en problemas
La semana pasada, la Asociación Jardines Particulares de Rosario realizó una encuesta entre las 194 instituciones que son miembro de la entidad. En el relevamiento, el 85 por ciento indicó que estaba trabajando sin vacantes y que tenían abultadas listas de espera para el mes de marzo. "Las familias que están buscando un lugar en una sala para los niños más pequeños tienen problemas para encontrarlo", advierte Di Santo.
Por eso, la asociación pidió una reunión a las autoridades del municipio y la provincia para analizar la posibilidad de extender el porcentaje de ocupación establecido para cada espacio y poder recibir a más niños. "Hay una demanda de los adultos que necesitan dejar a sus niños al cuidado de sus maestros cuando van a trabajar y, sinceramente, nosotros también necesitamos trabajar con más capacidad porque tenemos que pagar las deudas que generamos durante los nueve meses que estuvimos cerrados por la cuarentena", señala.
Si bien las instituciones recibieron un subsidio de la provincia, los monos no alcanzaron a cubrir los gastos de alquiler y salarios del personal. "Ampliar el cupo, siempre manteniendo el distanciamiento y la cantidad de niños por sala para no correr riesgos, podría ser una solución. Porque sigue siendo difícil solventar la actividad y dependemos del subsidio", explica.
La semana pasada, la asociación se reunió con el diputado provincial Joaquín Blanco, impulsor de la iniciativa para eximir de ingresos brutos a los jardines de infantes. Según detalló el legislador, se trata de un primer paso para contemplar estos espacios como fundamentales para el cuidado y la formación de niños y niñas y no como un comercio ni lugares de guarda.