"Un sueño hecho realidad, que nos une en algo que nos gusta a todos, en este caso es cantar". Así definieron sus pequeños integrantes al Coro y Conjunto de Niños del Colegio Brigadier López. A punto de cumplir 25 años como espacio musical por el que ya pasaron más de mil chicos y de haber ganado un lugar en la ciudad, el 24 de noviembre cierra su temporada anual con un concierto. Allí estrenarán "El diario de la gente", un candombe que grabaron en homenaje a los 150 años de La Capital.
Tienen entre 9 y 11 años, son alumnos de 4º a 6º grados y en cada ciclo lectivo audicionan para integrar el grupo de sesenta voces que dirige el profesor Fabián Tabare. La actividad es uno de los proyectos que ofrece el Complejo Educativo de Oroño 939 y tiene casi tantos años como la institución que nació en 1986.
Por la calidad del trabajo que realizan, trascienden el bulevar y son convocados por distintas organizaciones de la ciudad y para animar actos educativos. Entre sus presentaciones está la Bolsa de Comercio y el Palacio Minetti, además son convocados para amenizar actos escolares y viajan a distintas provincias en intercambio musical.
Se trata de un espacio musical por el que pasan las mejores voces del nivel primario que tiene unos 700 alumnos, mientras tienen entre 9 y 11 años. Para Tabare, que fundó y dirige el coro, no se trata de un rango azaroso, sino de plasmar la personalidad del grupo, con el color de las voces entre las edades mencionadas ya que en la pubertad se producen cambios.
"Queremos que el coro sea potente, que suene bien y que nos represente en todas partes", explicó Tabare, quien además dirige el Conjunto de Niños, un grupo instrumental de flautas dulces, que forman los mismos vocalistas para determinadas obras.
"La escuela busca lazos musicales", sostuvo Tabare, que además es profesor de música en los distintos niveles del colegio y coordina un espacio donde unos 150 niños, con siete instructores aprenden los más variados instrumentos. La institución hace una apuesta muy fuerte a todas las expresiones artísticas y el equilibrio con otros campos del conocimiento, es una de las marcas registradas del lugar.
Egresado de la Escuela Provincial de Música, Tabare despliega en el tiempo una mirada sobre su materia. "La estimulación musical de los niños es cada vez mejor, más refinada", explica, y dice que el caso puntual de sus alumnos de coro comprueba esa percepción. "En sus casas tienen instrumentos musicales, alguien de la familia canta o es músico y algunos asisten a las escuelas provincial o municipal de música, otros integran el coro Promúsica de Rosario".
Hay pasión por cantar y se nota. Tienen tres ensayos semanales fuera del horario escolar, en dos de estas jornadas lo hacen separados en dos grupos de acuerdo a las edades, en la tercera realizan el ensamble de lo trabajado y la clase es una fiesta, además de un ejemplo de responsabilidad, ya que cumplen las consignas dentro y fuera del ensayo con un entusiasmo notable.
¿Cómo forma el repertorio? "Tengo un costadito preferencial por la música folclórica y latinoamericana, joropos venezolanos, cumbias colombianas, bossa nova de Brasil y, por supuesto, los ritmos de nuestro país", describe. Y dice que también interpretan temas del cancionero internacional, obras del barroco inglés y negro espiritual. Sobre este último género, cuenta que los niños perciben y preguntan por la contradicción entre el ritmo festivo y el drama que relatan las letras por los padecimientos que sufrían.
En la certeza de que la mayor estimulación musical posible se traduce en el trabajo final, el docente destaca, además, el sentido del coro como "cuerpo colectivo" al que califica como liberador. Hace que no se padezca la inhibición, la exposición de estar solo frente a un público y permite crecer en responsabilidad y pertenencia, potenciando la alegría por una tarea que eligen y disfrutan.
Cantar y disfrutar
"Creo que él siente que a nosotros nos encanta cada día aprender una nueva canción, nuevas palabras, es muy lindo aprender con el profe", dicen los niños mientras se preparan para la foto general en la escalinata de entrada y la directora Sandra Olea cuida los detalles mientras explica el perfil de la institución y la oferta en talleres creativos.
"A mí me gusta cantar porque más allá de que sea un hobby, me divierte y lo disfruto", dice Catalina. Ana Belén dice que canta de chiquita cuando prometía a la familia ser cantante, al igual que Benicio. La postal va tomando forma y los testimonios también. Como el de Nicole, a quien le gusta cantar "porque es una forma distinta de expresarse", al igual que su papá que es músico. Lucía eleva la apuesta y dice que la hace sentir "libre y despejada de todo", mientras Alvaro, Miranda y Franco le dan la razón, cantar relaja y libera. Pilar cierra la ronda con un casi existencial, "cuando canto, siento que soy yo misma que me estoy expresando".
Silvia Carafa
Especial para La Capital