Tener una pistola en regla y aprender a utilizarla correctamente insume actualmente unos 10 mil pesos sin contar el costo del arma ni las municiones. Una armería de la región consultada por La Capital, que también ofrece la gestoría y la instrucción de tiro en el polígono,estima que ese es el gasto total que deben afrontar los interesados para obtener la Credencial de Legítimo Usuario (CLU), con el curso incluido para poder manipular el arma que exige la Agencia Nacional de Materiales Controlados (Anmac).
El entrenamiento de idoneidad incluye el ingreso al polígono de tiro y derecho a pedana, acceso al arma, municiones, protección visual y auditiva, y un seguro obligatorio para la actividad. Allí se enseñan nociones básicas de seguridad, cómo transportar el arma, qué es un legítimo usuario, diferencia entre portación y tenencia, ángulos de seguridad y cómo se empuña y manipula el arma. Esto permite obtener el certificado de idoneidad que otorga el instructor habilitado, mediante la evaluación de las condiciones, manejo y desempeño, no de precisión. El valor oscila entre los 2.500 y 3.500 pesos.
Dentro de los formularios que pide la Anmac se encuentran el certificado nacional de antecedentes penales que se saca online y cuesta 400 pesos; la acreditación de medios de vida lícitos a través de recibo de sueldo, constancias de Afip en el caso de autónomos y monotributistas o certificado de cobro en el caso de los jubilados; y el examen psicofísico realizado por profesionales inscriptos y habilitados en el Sistema Abierto y Federal de Emisión de Certificados Psicofísicos (Siaf), que cuesta unos 2.000 pesos.
Adquirir un arma hoy en día también es oneroso: algo básico para arrancar a tirar, como una pistola Bersa calibre 22, sale 32 mil pesos. Una de industria nacional de 9 milímetros, desde 45 mil. A eso hay que adicionarle un redondeo de 10 mil pesos en papeleo, ya que los trámites y el curso suman unos 8 mil, y por cada arma que se registra se abona un arancel de unos 1.200 pesos por única vez. Además, hay que pagar un extra de 600 pesos para obtener el permiso para comprar munición, acopiar y transportarla.
Seguridad y defensa
Además del entrenamiento básico, hay cursos más extensos, de varias clases, donde se enseña el uso completo del arma. Pueden estar dirigidos a personas que no tienen el CLU o que sí lo tienen pero quieren perfeccionarse, y llegan a costar hasta 15 mil pesos. Seguridad, postura, empuñe, colocación de mira, recarga, presión de la cola del disparador, manejo dentro del polígono, voces de mando, desarme primario, limpieza del arma y traslado son los ítems que se aprenden.
"En plena pandemia hubo un boom de cursos, mucha gente que daba clases por internet a través de distintas plataformas. Los interesados siguen siendo muchos respecto a seguridad y defensa, en especial con compra de armas cortas, pero ha disminuido la práctica de tiradores deportivos por los altos costos que tiene el deporte en cuanto a insumos", detalló Paulo Fedeli, instructor de tiro y delegado en la provincia de Afita, la Asociación Federal de Instructores de Tiro de Argentina.
Nicolás Demarchi, instructor de tiro de Cañada de Gómez y uno de los dueños de una armería familiar, dice que "la mayoría, el 90 por ciento, la usa para caza y deporte. El resto es por seguridad". Si bien su comercio siempre tiene un buen caudal de clientes, afirma que con la pandemia aumentó el movimiento porque la gente no podía salir y no tenía dónde gastar el dinero. A su entender, hoy un arma "está mucho más accesible que en otro momento, comparado con los vehículos y los materiales de la construcción", y tiene larga vida útil, porque dura varias generaciones.
Fedeli coincide, y marca que hubo un incremento bastante importante en cuanto a las ventas por la brecha cambiaria entre el dólar oficial y el blue: "El valor de las armas para el que tenía un ahorro en dólares en billetes, como el importador lo trae a dólar oficial, se le redujo a la mitad. Eso hizo que algunas personas inviertan en armas como respaldo de su dinero", revela.
Otra buena nueva es que se han modificado los tramites, haciéndolos más sencillos para los usuarios y eso también elevó un poco las ventas. Sin embargo, Demarchi se quejó de que hoy la entrega puede demorar entre 4 y 6 meses entre que la persona la paga en la armería y la Anmac la autoriza, mientras antes tardaba 30 días. "Esto atenta contra el sector, y muchos usuarios deciden no comprar un arma por ese motivo", lamentó.
Tipos de credencial
La Anmac emite dos tipos de autorizaciones para civiles: tenencia y portación. Los del primer grupo pueden tener el arma en su casa e ir al polígono de tiro con ella, por ejemplo, pero deben transportarla descargada, con los cargadores vacíos y la munición en su caja, acompañado de la documentación pertinente. Casi la totalidad de los que tienen armas son legítimos usuarios para tenencia, y la acreditación dura 5 años, tras lo cual hay que renovarlo y volver a cumplimentar los requisitos, así como abonar nuevamente. La portación civil es muy poco frecuente y tiene condiciones muy restrictivas.
Los requisitos para la tenencia legítima son ser mayor de 21 años, aprobar el examen psicofísico, declarar domicilio de guarda de las armas, no tener antecedentes penales, acreditar idoneidad en el manejo de armas de fuego con certificación de un instructor de tiro habilitado y presentar medios de vida lícitos. Esto permite contar con la credencial de legítimo usuario, que es el equivalente al registro de conducir para vehículos. Se hace una por cada usuario. Luego hay que registrar cada arma que se posee por separado, como si fuera la cédula azul de un automóvil.
Bajaron los costos
Los cambios introducidos en la reglamentación en agosto de 2017, durante la gestión de Mauricio Macri, dispararon los costos del trámite, y según los usuarios, atentaban contra la registración. Al no poder hacer frente a ese gasto, los legítimos usuarios eran empujados a la ilegalidad, porque al que se le vencía no la renovaba, pero seguía conservando el arma en su casa.
En aquella modificación, los exámenes psicofísicos estaban a cargo de una única empresa que había ganado la licitación, que no llegó a expandir la cobertura que se necesitaba pero tenía el monopolio. En algunas provincias, como Córdoba, había un solo lugar para todo el territorio, y el costo aumentó a niveles aberrantes, de 600 pesos a 3.500.
"Eso hizo que el 60 o 70 por ciento de los legítimos usuarios no renueven, y en poco tiempo quedamos menos de un tercio. Cuando llegó el nuevo gobierno, dio de baja la licitación con la empresa y se puso en marcha el sistema Siaf", contó el instructor de tiro Nicolás Demarchi.
El nuevo sistema hizo que se consigan profesionales más fácilmente, incluso en pueblos chicos, y también abrió el abanico a una oferta y demanda distintas. Cada profesional, si bien hay protocolos, hace la prueba como desea, y cobra los honorarios que define, pero oscila los 2 mil pesos.
Según Demarchi, "el usuario siempre busca elegir lo más económico y cercano, y esto hace que nuevamente haya usuarios con interés de hacer el trámite por la practicidad y el costo. Hoy todo el proceso cuesta más o menos lo mismo que hace 3 o 4 años", apunta. Los honorarios varían según el gestor, el profesional que haga el psicofísico, y el instructor de tiro.