Más allá de que jura lealtad a Milei, la titular de la Cámara alta tiene juego propio y pretende reubicarse en un organigrama donde quedó relegada al Congreso.
Villarruel no oculta su desagrado porque Milei le quitó de su esfera de influencia Seguridad y Defensa y se las entregó a la fórmula presidencial que quedó tercera en las elecciones. Para Milei, su compañera exhibe desde hace tiempo movimientos inquietantes. Excesos de libertad. Hasta para un libertario.
Al final de la campaña se corrió y presentó sello propio. Tiene línea directa con Macri, que ve a Milei con exceso de voluntad pero con escaso armamento. Tendió su propia red con gobernadores y senadores. Convocó a la sesión en la que peronistas, radicales y federales torpedearon el DNU diseñado como un rompehielo desregulador.
El “pobre jamoncito” de Villarruel para representar a un Milei que está en el medio de un sandwich de mujeres bravas que forman la vice y su hermana Karina no alimenta la imagen de fortaleza y autoridad que el laboratorio comunicacional instalado en Casa Rosada se preocupa por viralizar. Con filtros que van desde el uso de la banda presidencial y el bastón en eventos institucionales hasta el retoque de las fotos para agregarle centímetros al jefe de Estado.
Más que suavizar a Milei, como suele buscarse con las contrapartes mujeres, Villarruel endurece la oferta de La Libertad Avanza. El ex panelista podrá engrosar su álbum de fotos con las figuras de la internacional de derecha, pero es Villarruel quien está más cerca del nacionalismo de Donald Trump, el militarismo de Jair Bolsonaro e incluso las versiones conservadoras del feminismo que ensayan Giorgia Meloni y Marine Le Pen.
Villarruel plantea con Milei un juego de contrastes. De personajes e instrumentos. La motosierra y el bisturí. El profeta que sólo reconoce los mandamientos del libre mercado y desprecia los límites que imponen las leyes humanas, y la soldado respetuosa de las instituciones, lista para entrar en acción si el deber llama.
Villarruel, al acecho
En campaña, primero, y en la presidencia del Senado, después, Villarruel mostró que se mueve cómoda en la jungla mediática, aprende rápido, es más reformista que revolucionaria y tiene un inocultable hambre de poder. Atributos que pueden resultar tentadores a quienes observan varios puntos frágiles en el método de Milei. Por ejemplo, su adicción a la velocidad, el escaso apego a las normas y el ataque sistemático a quienes se mostraron colaborativos con su paquete de reformas.
En la Casa Rosada sostienen que no consideran a Villarruel como una amenaza. “Puede haber diferencias, no todos tienen que pensar igual. Tenemos problemas más serios, como la inflación y la ley Bases. Hay enemigos, como el kirchnerismo, que no te van a votar nada”, dicen.
Más allá de la intención del gobierno de minimizar el incidente, Villarruel se desmarcó en un momento delicado para Milei. El libertario busca el combustible para atravesar el desierto del ajuste. El surtidor de resultados económicos está vacío. Sólo queda usar hasta la última gota del tanque del relato. Un oficialismo dividido agrega lastre. Y consume más nafta.
El presidente necesita mantener sus credenciales intactas. Una es que viene a cortar de cuajo con un sistema corporativo de intereses y privilegios, que tapona cualquier reforma. En el idioma Milei, la casta. Una de sus sedes es Comodoro Py. Si hay un jugador importante en ese paño a partir de sus conexiones con el mundo político, judicial y empresario es el juez Ariel Lijo, uno de los candidatos de Milei para cubrir una vacante en la Corte Suprema.
Puede ser una señal hacia el círculo rojo de que es menos rupturista de lo que parece. O de lo que vende. Un Milei en modo Néstor. El fundador del kirchnerismo solía tranquilizar a sus interlocutores: “No miren lo que digo, miren lo que hago”.
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Ariel Lijo y Manuel García-Mansilla, los postulantes de Milei para cubrir las vacantes en la Corte Suprema.
En cualquier caso, Milei necesita asegurar los dos tercios en el Senado. El mismo Senado donde una mayoría rechazó su mega decreto desregulador. Como conocedor de la teoría de juegos, el presidente sabe que un movimiento genera respuestas de los otros jugadores. Con la postulación de Lijo y el abogado pro dolarización y anti aborto Manuel García-Mansilla Milei pretende quebrar la mayoría en la Corte Suprema. Es la Corte que tiene en sus manos el DNU 70/23. Su presidente, Horacio Rosatti, un juez pero sobre todo un político, ya advirtió que si la dolarización incluye la eliminación del peso es inconstitucional.
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La interna a cielo abierto con Villarruel agregó tensión a la previa del primer aniversario del golpe de Estado de 1976 desde que asumió Milei. El clima se tornó más espeso cuando la agrupación Hijos denunció que una de sus referentes fue brutalmente atacada. El vocero presidencial, Manuel Adorni, pidió que se esclarezca el hecho y se castigue a los responsables, pero el propio Milei le dio me gusta a mensajes que señalaban que se trata de una fake news, una operación de prensa para desestabilizar al gobierno.
Como sucedió el 8 de marzo, se espera una jornada de revisionismo histórico libertario. Una reescritura de los hechos inspirada en la teoría de los dos demonios. O incluso el discurso de Emilio Massera en el juicio a las juntas, que Milei prácticamente repitió palabra por palabra en los debates presidenciales. El argumento es que se trató de una guerra, en la que las Fuerzas Armadas cumplieron con su papel, y que a lo sumo los secuestros, las torturas, las desapariciones y el robo de bebés fueron excesos en el fragor del conflicto.
Las Fuerzas Armadas, en debate
Sobre el pasado Milei y Villarruel no expresan mayores diferencias. Sí sobre el rol que deben cumplir las Fuerzas Armadas en el presente. La voz de la vice no es menor. Es la hija favorita de la familia militar, que siente que en los ‘70 las élites políticas y empresarias golpearon a la puerta de los cuarteles, hicieron el trabajo sucio y cuando regresó la democracia le soltaron la mano.
Decidida a ser la cara de un logro —que, en el caso de la violencia en Rosario, siempre parcial y provisorio— en un gobierno sin éxitos parar mostrar, Patricia Bullrich aseguró que esta vez será diferente porque el método será diferente.
La ministra de Seguridad también le mandó un mensaje a Maximiliano Pullaro. Planteó que tiene que duplicar o triplicar la cantidad de efectivos de la policía provincial y avisó que otras zonas del país necesitan la asistencia de Nación. Una forma de preparar el inevitable repliegue de fuerzas federales.
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Desde diciembre, el gobernador empoderó a la policía. Tanto en términos simbólicos como de recursos. Por un lado, por un principio de realismo político. Esta es la fuerza que hay. Y no se puede encarar una reforma en plena ola de crímenes. Por el otro, por la teoría de la manzana podrida. En el gobierno creen que con liderazgo político férreo y un aceitado mecanismo de premios y castigos pueden separar a los elementos tóxicos y conducir a la burocracia del área más delicada del Estado.
Otros agentes, como los empleados de la administración centralizada y descentralizada y los docentes también plantean un desafío al gobierno. Tanto los sindicatos como la gestión apuestan a un juego de desgaste recíproco y que la opinión pública tuerca la muñeca a la otra parte. Final abierto.
Unidos busca su fórmula
La seguridad y las paritarias estuvieron sobre la mesa en la reunión de Unidos para Cambiar Santa Fe. La coalición busca darle cobertura política a Pullaro ante la urgencia y a la vez analiza fórmulas para institucionalizar una fuerza que, se ilusionan, hegemonice la política santafesina de la misma manera que lo hicieron experiencias similares en Mendoza, Corrientes y Jujuy.
A diferencia de esas provincias, en las que la UCR manda y el resto de los partidos son meros satélites, en Santa Fe el radicalismo tiene como socios de peso al socialismo, el PRO y el javkinismo, además de otros espacios más pequeños.
El dominio de Unidos dependerá de la performance de la gestión Pullaro pero también de cómo se rearme el escenario político nacional.
El éxito o el fracaso del experimento de Milei determinará si La Libertad Avanza es un flash party y se evapora como una historia de Instagram o puede hacer pie en las provincias y, en el caso de Santa Fe, rearmar un escenario de tercios.
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Maximiliano Pullaro encabezó la reunión de este miércoles de Unidos para Cambiar Santa Fe.
Sería una inyección de adrenalina en el corazón de peronismo que todavía no reacciona y atraviesa una profunda crisis de liderazgo, pero más aún programática y de su vínculo con la sociedad.
Es la misma sociedad que demanda soluciones en seguridad mientras la regional Rosario del Ministerio Público de la Acusación fue intervenida en medio de un profundo desgobierno de la institución.
La regional nunca terminó de reconstruirse después del terremoto que significó la causa por juego clandestino y por la que cayeron los fiscales Patricio Serjal y Gustavo Ponce Asahad. Malestares acumulados por supuestos favoritismos y las desconfianzas y denuncias cruzadas entre fiscales en crisis a la institución encargada de la investigación penal. Un ámbito donde las internas pueden derivar en daños irreparables.