¡Mi mente no deja de pensar! Es sorprendente, pero cierto. Querer intentar que nuestra mente pare de pensar es como pretender que se interrumpa el viento a nuestra voluntad. La mente salta de un pensamiento a otro, de un tema a otro, continuamente distraída y ocupada.
Nos damos cuenta de esta actividad "maníaca" que resulta enloquecidamente ruidosa; es un parloteo constante y permanente. La experiencia de sentir a la mente de esta manera es normal. Tras años de tener la mente ocupada, años de crear y mantener dramas, años de estrés y de centrarnos en nosotros mismos, la mente no tiene ni idea de cómo permanecer quieta; por el contrario está ansiosa de entretenimiento.
La meditación “aquieta” la mente
La meditación es una práctica diaria muy recomendada para “aquietar” nuestra psiquis. Meditar no implica apagar la mente; simplemente significa ser capaz de percibir de forma consciente cómo trabaja. Meditar no significa poner la mente en blanco; sino posicionarnos en un lugar de observador o espectador de la misma sin necesidad de fusionarse con ella.
¿Qué significa “meditar”?
Comenzamos por soltar, al menos por unos días, los pensamientos, las ideas, las explicaciones, las razones y las opiniones que alimentan nuestra arquitectura psíquica con el propósito de liberar cierto espacio mental que nos permita tomar un respiro, descansar y conectar con el aquí y ahora.
Esto resulta fácil de proponer, pero claro que es difícil de hacer, pero no necesariamente hacerlo. La principal dificultad reside en que estamos diseñados y muy bien entrenados para pensar; precisamente gracias a nuestra habilidad de “pensar” podemos resolver diariamente problemas, anticipar y planificar nuestra conducta en relación al contexto. Incluso en la escuela y en nuestro sistema de enseñanza se prioriza y valora como ninguna otra materia la parte mental en detrimento de otros elementos como el cuerpo, que también nos permiten adquirir conocimiento.
Diversas tradiciones contemplativas consideran la mente y el cuerpo como una unidad y defienden la experiencia directa a través de elementos corporales como la postura, las sensaciones o los sentidos sin que el juicio (“pensamiento”) medie de por medio. La razón es que todos ellos son elementos del presente (la respiración, la sensación de frío o de calor siempre ocurren ahora aunque ya los haya experimentado en anteriores ocasiones). Por el contrario, el pensamiento fácilmente puede estar ligado a lo que hice ayer, hace un año o a un futuro incierto.
La idea de la meditación es hacer ancla en el presente, en el aquí y ahora y focalizarnos en el cuerpo.
El costo que pagamos por ser “seres pensantes”
Vivir en piloto automático la mayor parte del tiempo promueve estrés, ansiedad y fatiga al obligarnos a viajar en el tiempo múltiples veces al día. Además, visitar el pasado y el futuro de forma compulsiva tiene un costo; el amarrarnos a un pasado que ya fue y a un futuro que todavía no pasó, implica que nos perdemos del presente, del aquí y ahora, que es el único tiempo que tenemos y es en el que transcurre la vida.
La psicología oriental sostiene que el pensamiento es «una adicción» que podemos aprender a soltar y dejar de alimentar. Sin embargo, afirmarlo es más fácil que hacerlo ya que como dice Eckart Tolle, autor de El poder del ahora «el problema del adicto es que no sabe que lo es»
¿Cómo podemos dejar de alimentar esta adicción a pensar?
El primer paso es entrenar la atención para tomar consciencia de las formas de pensamiento (opiniones y juicios rígidos e inflexibles) a los que nos aferramos de forma automática. La premisa es aprender a relacionarnos con los pensamientos de forma que podamos cuestionarlos sin creerlos directamente (especialmente cuando nos crean malestar o hacen sufrir). Debemos entender con claridad que nuestra vida puede transcurrir en nuestra mente en vez de en el aquí y ahora. Es muy útil recordar que el cuerpo es un elemento del ahora, en el que podemos situar nuestra atención para prolongar nuestra estancia en el presente.
Pero... ¿por qué percibimos al cuerpo separada de nuestra mente?
El predominio de la mente sobre el cuerpo se remonta varios siglos atrás. El mayor exponente de esta tendencia tal vez sea el francés René Descartes, que instauró el dualismo mente - cuerpo allá por el siglo XVII.
¿Alguna otra razón para priorizar en el cuerpo? Diversos estudios indican que una mente errante y que divaga no es una mente feliz. En este sentido, la practica de Mindfulness permite centrar nuestra atención en él ahora, nos ayuda a gastar menor energía, reduciendo el consumo metabólico corporal y prolongando la vida de nuestras neuronas.
Habitar el cuerpo, las emociones y por ende el presente puede ayudarnos a prevenir la nostalgia y la depresión que son enfermedades que emergen con mayor virulencia cuando moramos con excesiva asiduidad en el territorio de la mente, preocupándonos por fenómenos del futuro que no sabemos si finalmente sucederán.
Por último, y con respecto a las relaciones sociales, más del 90% de la comunicación es no verbal y que por tanto nuestro cuerpo juega un papel fundamental de cara a los mensajes que dirigimos hacia otras personas o grupos con los que nos relacionamos.
Dra Sabina Racedo Aragón. Médica psiquiatra