José Pepe Mujica, expresidente de Uruguay, murió este martes a los 89 años en su chacra. Dirigente histórico de la izquierda latinoamericana, guerrillero tupamaro en su juventud, preso político durante la dictadura y líder carismático del Frente Amplio, Mujica será recordado por haber construido una de las imágenes más singulares y coherentes de la política contemporánea.
Presidente de Uruguay entre 2010 y 2015, Mujica fue conocido tanto por sus decisiones de gobierno —como la legalización del matrimonio igualitario, el aborto y el cannabis— como por su estilo de vida austero. Vivió siempre en su chacra en las afueras de Montevideo, manejó su viejo Volkswagen escarabajo hasta el último día de su mandato y donó gran parte de su salario como jefe de Estado.
“Con profundo dolor comunicamos que falleció nuestro compañero Pepe Mujica. Presidente, militante, referente y conductor. Te vamos a extrañar mucho Viejo querido. Gracias por todo lo que nos diste y por tu profundo amor por tu pueblo”, informó Yamandú Orsi, su delfín.
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Mujica llamó de forma sorpresiva a una conferencia de prensa para anunciar él mismo que tenía cáncer de esófago. Después de eso vinieron 32 sesiones de radioterapia, la desaparición de los indicios del tumor y una dolorosa recuperación con varias internaciones por los problemas para alimentarse que sufrió el histórico dirigente de la izquierda.
En enero de 2025, el propio Mujica reveló en una entrevista con Búsqueda que su cáncer había hecho metástasis. Con serenidad, se despidió públicamente: “Hasta acá llegué”, dijo, y pidió que no lo buscaran más para entrevistas, que lo dejaran transitar en paz la última etapa de su vida en su chacra, andando en tractor y recorriendo sus cultivos.
Mujica falleció este lunes en su chacra de Rincón del Cerro, en las afueras de Montevideo. El domingo, día de las elecciones departamentales en Uruguay, no había podido concurrir a votar. “Está en una meseta, está a término”, había dicho su esposa, Lucía Topolansky, en declaraciones a Radio Sarandí. “Estoy hace más de 40 años con él y voy a estar hasta el final. Eso es lo que le prometí”, añadió con serenidad.
Su último deseo fue descansar en el mismo lugar que habitó durante décadas: pidió ser enterrado en su chacra, junto a la tumba de su perra Manuela, la inseparable compañera de tres patas que lo acompañó durante su presidencia y se convirtió en otro símbolo de su estilo de vida.