Dar la vuelta en una hora y media a la Tierra y ver distintas perspectivas en cada una de ellas, durante alrededor de dos semanas. O viajar a la velocidad del sonido, pero multiplicada 25 veces. Esas experiencias y otras más fueron las que divulgó ayer en su paso por Rosario el astronauta Jon McBride (76), quien llegó a la ciudad para incentivar a jóvenes a que se integren al mundo de los estudios sobre astronomía y astronáutica.
McBride fue piloto en la misión STS-41G del transbordador espacial Challenger, que orbitó la tierra en 1984 y actualmente es jefe de los astronautas del Kennedy Space Center Astronaut Encounter de la Nasa, en el estado de Florida, en Estados Unidos.
En 1978 se convirtió en astronauta para la Nasa y seis años después piloteó el transbordador espacial. Desde 1987, tiene a cargo las relaciones con el Congreso en Washington.
"Todos fueron muy cálidos y amigables", resaltó McBride en diálogo con La Capital luego de las diversas charlas sobre astronomía y astronáutica que realizó en el hotel Ros Tower.
McBride forma parte de la Asociación de Exploradores Espaciales (Association of Space Explorers), organismo que tiene entre sus misiones principales recorrer el mundo visitando escuelas y hablando con jóvenes para incentivarlos a que se interesen por la ciencia y todo lo que gira alrededor de los temas referidos al espacio.
Si bien no hay astronautas argentinos aún, sí hay varios que, en distintas áreas y con distintas tareas a cargo, trabajan para la Nasa. Es el caso del ríonegrino Miguel San Martín y del bonaerense Pablo de León.
"Me encantaría ver más argentinos en el tema de la exploración espacial. Puede haber muchos argentinos trabajando para la Nasa", auguró McBride. Miembros del equipo que acompañaron al astronauta al país indicaron que la Nasa cuenta con 20 mil empleados, además de contratistas de empresas y universidades.
Justamente, recordaron que De León es profesor en la Universidad de Dakota del Norte (UND, sus siglas en inglés), consultor de la Nasa y que, actualmente, trabaja en el desarrollo de trajes espaciales para ese organismo espacial.
Sin embargo, McBride remarcó: "Actualmente, tenemos astronautas de México, Costa Rica y Brasil que han viajado al espacio. Se trata de incentivar a que la gente, y sobre todo los jóvenes, tengan mayor interés en estudiar todos los temas sobre la ciencia espacial".
Sensaciones en órbita
De la gran cantidad de lugares que visitó McBride para disertar sobre el tema, surgieron nuevos astronautas y personas que terminaron trabajando en la Nasa.
"En los 50 años que he estado hablando de esto, por lo menos sé de dos casos de personas que llegaron a ser astronautas y me oyeron hablar del tema. Y mucha gente me ha escuchado hablar y ha terminado trabajando en la Nasa", detalló.
A su vez, no dudó en describir la experiencia de ir al espacio como "maravillosa. Desde el momento en el que se prenden los motores, ocho minutos y medio estar viajando a 25 veces a la velocidad del sonido, dándole la vuelta a la tierra cada hora y media, viendo una parte diferente de la tierra en cada vuelta. Realmente, es algo maravilloso".
"Una vez allí, se aprovecha el tiempo para lanzar satélites, hacer experimentos médicos, aprender a procesar metales en un ambiente diferente y hacer algunos avances de la ciencia en el espacio, que no se pueden hacer en la tierra", agregó.
Sobre las misiones, contó: "Las primeras duraban de cuatro a cinco días, mientras que las últimas fueron de hasta 17 días. La estación espacial internacional está orbitándonos desde hace casi 20 años y, desde entonces, siempre hubo alguien viviendo allí". Como récord, contó que hubo astronautas que vivieron más de un año, entre 13 y 15 meses.
La preparación
Sobre las dimensiones de la estación espacial, McBride explicó que tiene el volumen de un Boeing 747 y que, por la falta de gravedad, el espacio se puede aprovechar en un doble o triple de las posibilidades. "Si estuviésemos allí, podríamos estar haciendo la entrevista sobre el techo", bromeó.
La experiencia en el espacio es inolvidable, así como la preparación que debe realizar un astronauta para llegar: se practica una y otra vez, hasta tres veces por día durante mucho tiempo, para que, al llegar al momento de estar en órbita, todo esté ensayado y se sepa cada maniobra.
De hecho, la agenda que un astronauta debe cumplir una vez que se encuentra en el espacio se estipula con un año de antelación, con los trabajos que debe realizar hora por hora.
"Dormimos ocho horas por día y tenemos entre 30 y 40 minutos por comida. El resto del tiempo es trabajo que ya está programado. Es muchísimo dinero estar ahí arriba, por lo que hay que aprovecharlo al máximo", concluyó.