Los números de la violencia callejera indicaron que durante 2023 se registraron menos homicidios que el año anterior, pero el descenso en lo cuantitativo no significó un respiro en lo que respecta a uno de los asuntos más urgentes de la ciudad. Sino que, por el contrario, hubo asesinatos con características inéditas que hicieron que sea inevitable reconocer el alcance de esta problemática: mucho más allá de los límites que supone el enfrentamiento entre bandas. Uno de esos casos es el crimen de Lorenzo "Jimi" Altamirano, del cual hoy se cumple un año. Salió de ensayar con su banda, lo raptaron y lo mataron para cumplir con el deber de dejar entre sus prendas un mensaje entre presos de una misma facción criminal. La principal hipótesis de los fiscales es que lo levantaron al azar cuatro personas de las cuales tres están imputadas junto a un preso sindicado como instigador.
El asesinato de "Jimi" Altamirano expuso una idea que sobrevuela entre los rosarinos: le puede pasar a cualquiera. Un temor recurrente en algunos sectores de la ciudad muy afectados por la violencia urbana, donde a lo largo de los años se encuentran casos de vecinos heridos o muertos por balazos ligados de rebote por el solo hecho de estar cerca del verdadero objetivo. Pero este crimen tuvo una singularidad: la total intención de sus autores de llevarse a cualquier persona sin importar nada más que el deber de hacer trascender un mensaje. Un hecho por entonces inédito que meses después se reiteró con el homicidio de César Roldán, el chofer de colectivos acribillado con el mismo telón de fondo de una correspondencia entre reclusos.
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Lorenzo "Jimi" Altamirano tenía 28 años y su ilusión era volver a viajar a Brasil.
Lorenzo Altamirano tenía 28 años, sus amigos le decían "Jimi" pero para sus familiares también era "Muni". Se había recibido en una escuela técnica y después fue por el camino de la música y el arte callejero: tocaba el bajo en dos bandas de punk rock y hacía malabares en semáforos del macrocentro y otros puntos de la ciudad. Con esas habilidades como medio para solventarse en 2021 había viajado a Brasil como mochilero, adonde tenía previsto volver en 2023.
Paso a paso
La noche del 1º de febrero de 2023 Jimi ensayó con su banda "Bombas de Rabia" en una sala ubicada en Gálvez al 2300. Pasadas las 21 salió con sus colegas, se acompañaron unas cuadras hasta que pasaron los colectivos y él siguió a pie rumbo a su casa en inmediaciones de Lima y 27 de Febrero. Distintas cámaras de vigilancia de la zona ubicaron su recorrido: a las 22.26 en 27 de Febrero al 2400 y a las 22.32 en la estación de servicios ubicada sobre la misma avenida en el cruce con Ovidio Lagos.
Un cuarto de hora después, a las 22.48, una cámara de los alrededores del Coloso Marcelo Bielsa captó cuando llegó un Renault Sandero negro y a metros de la puerta 6 lo obligaron a bajar para después matarlo a balazos. Otras cámaras habían tomado, aunque con menor precisión, el instante en el que momentos antes lo interceptaron en la calle y lo subieron de los pelos a ese mismo auto.
La secuencia frente a la puerta del Coloso fue presenciada por varios testigos, uno de los cuales alcanzó a ver a dos hombres que bajaron del auto y a uno de ellos disparándole al otro de inmediato. El vehículo, que había frenado por la avenida Morcillo al 2000, escapó por la misma calle en dirección a Ovidio Lagos. Minutos más tarde el Sandero fue hallado a dos kilómetros de distancia en Latzina al 2900, una de las calles curvas del barrio Carlos Casado.
Un contexto
La víctima fue identificada luego como Lorenzo “Jimi” Altamirano y los peritos hallaron entre sus prendas un papel con un mensaje que sería la base de la investigación que iniciaría en la fiscalía de Homicidios. “Damián Escobar, Leandro Vinardi y Gerardo Gómez dejen de sacar a los chicos del club para tirar tiros en Rosario”, decía el texto que mencionaba a dos referentes de la barra brava de Newell’s. Después iba a trascender que un mensaje similar habían dejado esa misma noche los autores de una balacera contra la subcomisaría 26º de Villa Gobernador Gálvez.
Hay ocasiones en las que los primeros avances de la investigación de un homicidio surgen a partir de información vinculada a la víctima: si tenía antecedentes, si estaba siendo investigado o si sus allegados admiten algún conflicto por el que estuviera en riesgo. En esta ocasión no hubo nada de eso y, por el contrario, a las pocas horas empezaron a despejarse las dudas. Incluso más de una señal apuntaba a una bronca entre personas ligadas a la barra de Newell’s, pero sus amigos y familiares aseguraron que "Jimi" era ajeno a esas disputas y destacaron que ni siquiera le interesaba el fútbol.
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Familiares y amigos de Jimi Altamirano reclamaron justicia en la puerta de Tribunales a un mes del crimen del joven frente al estadio de Newell's.
Foto: Celina Mutti Lovera / La Capital
Con ese marco los fiscales Matías Edery y Luis Schiappa Pietra se enfocaron en una hipótesis principal que dieron a conocer días después en una conferencia de prensa: “Fue una persona elegida al azar para mandar un mensaje”. “La verdad es que no encontramos ninguna razón, la línea más fuerte es que lo levantaron en una esquina y a los minutos lo ultimaron frente a la cancha”, explicó Schiappa Pietra. "Nunca nos tocó un caso de esta naturaleza, nos hace perder cualquier tipo de límite sobre lo que está pasando en la ciudad. Cuando se escucha a funcionarios de distintos órdenes del Estado que hablan de no naturalizar, pido que actuemos en consecuencia. No naturalizar implica tomar medidas para asumir lo que está pasando”, agregó.
La causa
A un año del crimen los fiscales sostienen la misma hipótesis. “El núcleo duro del caso está prácticamente cerrado”, indicó una fuente de la investigación a La Capital. Hasta el momento fueron capturados e imputados tres sospechosos señalados de haber levantado y asesinado a Jimi. También, como instigador, fue acusado un preso por narcotráfico que está vinculado a la barra de Newell’s.
Uno de los puntapié para este avance fue un informe policial que advertía que uno de los asesinos de Jimi había sido baleado días después. Siguiendo esa pista fue que dieron con Daniel Mateo Bommer, quien había recibido once balazos en Iriondo y 3 de Febrero. Internado en el Hospital Clemente Álvarez había contado que trabajaba para Pablo Nicolás Camino, preso en la cárcel de federal de Rawson. Que el día que lo atacaron, uno de sus cómplices, Alexis Oscar “Tatito” Romero, lo había convocado para “levantar” un auto. “Yo caigo y me hago el muerto para que me dejen de tirar”, contó el muchacho, que sospechó que lo habían entregado. Algo que coincide con la hipótesis de los investigadores: intentaron matarlo para silenciarlo.
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Después de recibir el alta en el Heca se fue de la ciudad. Tras meses de búsqueda el 20 de julio pasado lo capturaron en un centro de rehabilitación cristiano de Villa Bosch, partido bonaerense de Tres de Febrero. Para entonces ya había sido detenido “Tatito” Romero, aprehendido en un principio por una tentativa de robo. Después los dos fueron imputados como miembros de asociaciones ilícitas, Bommer como parte de la banda de Camino y Romero como hombre de Leandro “Gordo” Vilches, compañero del propio Camino en Rawson.
Una vez acusados como miembros de bandas criminales, Bommer y Romero fueron acusados de homicidio calificado por ser premeditado entre más de dos personas, el primero como partícipe y el segundo como autor, además de amenazas coactivas calificadas. Un tercer sindicado como partícipe del crimen fue imputado semanas después: Axel “Axelito” Ramírez. También lo acusaron de haber robado, junto a Romero, el Renault Sandero en el que luego cometieron el asesinato. Camino, por su parte, fue imputado como instigador del homicidio. Mientras tanto la Justicia no perdió de vista la posible participación de Vilches, también como instigador bajo la sospecha de que puso a disposición a Romero como mano de obra.
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La bandera de Los Monos que apareció en la popular de Newell's el día de la despedida de Maxi Rodríguez.
Foto: Marcelo Bustamante.
Para los fiscales, el asesinato de Jimi tiene como contexto una disputa desatada a fines de 2022 hacia el interior de la banda Los Monos, a partir de una deuda de 60 mil dólares por una carga de drogas que nunca se pagó. Describieron una sociedad entre Camino, Vilches y Rodolfo “Eri” Massini, denominada “La Mafilia”, grupo enfrentado a la facción de dos presos en la cárcel de Ezeiza: Carlos “Toro” Escobar y Leandro “Pollo” Vinardi, los destinatarios del mensaje hallado entre las prendas de Jimi. Distintas investigaciones ubican a estas dos personas como quienes controlan desde el encierro los negocios de la barra brava de Newell’s, un aspecto que buscaron confirmar cuando mandaron a diseñar la bandera gigante con la imagen de un mono (Guille Cantero, jefe de Los Monos), un pollo y un toro, como la que se desplegó en el Coloso en el partido homenaje a Maximiliano Rodríguez.