Rosario Central es un club que tiene una historia muy importante, no sólo en lo deportivo (sin dudas lo más importante para la masa societaria y los hinchas), sino también en lo social, en lo institucional y por qué no en lo político.
Foto: Leo Vincenti / La Capital
Rosario Central es un club que tiene una historia muy importante, no sólo en lo deportivo (sin dudas lo más importante para la masa societaria y los hinchas), sino también en lo social, en lo institucional y por qué no en lo político.
No hace falta destacar los logros deportivos nacionales e internacionales, todos lo conocen.
En lo institucional, la participación de los asociados ha sido la marca distintiva de nuestra institución, basta recordar cómo se construyó la Ciudad Deportiva de Granadero Baigorria, un verdadero ejemplo de ahorro popular y participación democrática.
Sobre esta base de participación social Rosario Central es un gigante, dónde cada CD fue aportando nuevos bienes dónde desarrollar la más amplia gama de actividades deportivas no profesionales, Cruce Alberdi, Riberas del Paraná, Refinería, Británica y Arroyo Seco. Difícilmente exista otra entidad deportiva sin fin de lucro con semejante patrimonio. Sin necesidad de “grupos empresarios” o “inversores”, solo con el aporte de sus asociados y las ventas de los jugadores formados en las inferiores.
La actual CD contó con el mayor presupuesto histórico producto de las ventas de Lo Celso, Cervi, Montoya, etc. Dilapidó 40 millones de dólares y no agregó nada al patrimonio del club. No sólo eso, hundió a las inferiores, orgullo canaya por décadas, en la peor de sus crisis cuándo incorporó a un extraño, “alto rendimiento” “la Masia” y otra sarta de estupideces por estilo, que hecho a todos los históricos que manejaron con éxito la cantera del club.
Este es el sello distintivo de nuestro Club.
Esta Comisión Delictiva, a cuatro meses de terminar su mandato, pretende, de manera artera y encubierta, privatizar nuestra institución. Borrar de un plumazo 120 de historia y de construcción social. Para poner en manos del conocido sector de los negocios privados, no sólo el fútbol profesional si no también nuestro patrimonio.
No se trata del aguatero que oficiará de técnico. En este drama, ese sería un dato menor.
Los verdaderos patrones son Bragarnik y Angelici. Quienes pretenden, sobre la base del malestar futbolísticos, armar un esquema de negocios privados. Las garantías para ello es el patrimonio de Rosario Central.
Los actuales dirigentes ya son el pesado, pero están dispuestos a seguir cometiendo todo el daño que les sea posible.
He leído y escuchado distintas voces y agrupaciones manifestando su desacuerdo.
Es hora de unidad, no para un frente electoral. Unidad para construir un muro que impida la destrucción de nuestro club. Ya habrá tiempo para la contienda electoral.
El lunes 20 construyamos entre todos una gran asamblea que termine con esta oscura etapa de Rosario Central. Todos al Cruce Alberdi a las 16 horas.
Por Matías Petisce