El 15 de mayo de 1891, el Papa León XIII publicó la encíclica Rerum novarum. Se trata de uno de los documentos más importantes de la Iglesia Católica sobre temas sociales. Su nombre significa "De las cosas nuevas" en latín, y aborda las condiciones de la clase trabajadora en el contexto de la Revolución Industrial.
El siglo XIX estuvo lleno de sobresaltos: hasta entonces, la mayor parte de la población vivía de la agricultura y, una parte menor, del comercio. La invención de la máquina no solo condujo a la separación del trabajo y el capital, sino también a la concentración de los trabajadores. Esto supuso una gran convulsión económica, seguida de una social.
Por un lado, era posible una mayor libertad, pero al mismo tiempo, para muchos, esto significaba rendirse al “capital”. Políticamente, la revolución de 1848 tuvo un efecto, que trajo la libertad para los ciudadanos, pero no en relación con la convivencia general. Poco ha cambiado para el proletariado. Por último, el cuarto cambio afectó a la vida espiritual-religiosa. Para muchos la moral de la Iglesia era el paternalismo. Los esfuerzos demócratas se opusieron a la Iglesia. Frente a ese panorama, Rerum Novarum se pronunció de manera inédita sobre los conflictos entre capital y trabajo.
Un antes y un después en la Iglesia
La encíclica Rerum Novarum no es un texto extenso, pero su contenido marcó un antes y un después en la postura de la Iglesia frente a la cuestión obrera. Comienza con una introducción dedicada a los problemas del mundo del trabajo y continúa con una crítica directa a las doctrinas socialistas, a las que califica como “un remedio perjudicial para el obrero”. Rechaza la lucha de clases promovida por el marxismo y, en cambio, propone una solución basada en la justicia, la caridad y la cooperación. Señala los deberes de los ricos y de los empleadores hacia los más pobres, y promueve la creación de obras de caridad como camino hacia una sociedad más equitativa.
En su segunda parte, Rerum Novarum pone el foco en el rol del Estado, al que insta a proteger el bienestar de los trabajadores y promover leyes laborales justas. También alienta la formación de organizaciones obreras de inspiración católica.
El texto concluye con un llamado urgente a la acción: “Den leyes y ordenanzas previsoras los que gobiernan los Estados; tengan presentes sus deberes los ricos y los amos; esfuércense, como es razón, los proletarios: suya es la causa”. Para León XIII, sin un regreso a las costumbres cristianas, incluso las mejores políticas sociales resultarían insuficientes para sanar los males del mundo moderno.
El Epílogo de la Rerum Novarum dice enfáticamente: “Aplíquese cada uno a la parte que le toca, y prontísimamente; no sea que con el retraso de la medicina se haga incurable el mal, que es ya tan grande. Den leyes y ordenanzas previsoras los que gobiernan los Estados; tengan presentes sus deberes los ricos y los amos; esfuércense, como es razón, los proletarios: suya es la causa; y puesto que la Religión, como al principio dijimos, es la única que puede arrancar de raíz el mal, pongan todos la mira principalmente en restaurar las costumbres cristianas, sin las cuales esas mismas armas de la prudencia, que se piensa son muy idóneas, valdrán muy poco para alcanzar el bien deseado.”
El posicionamiento del Papa León XIII
En la encíclica, León XIII defendió el derecho a un salario justo, la organización de sindicatos y la intervención del Estado para proteger a los más vulnerables. También reafirmó la propiedad privada como un derecho natural, pero recordó que su uso debía estar guiado por el bien común. Al mismo tiempo, condenó tanto el liberalismo económico extremo como el socialismo que, según la Iglesia, atentaba contra la familia y la propiedad.
Por primera vez, un pontífice abordaba en profundidad el problema social de su época desde una perspectiva doctrinal. Aquel gesto significó el inicio de un nuevo compromiso de la Iglesia con los temas sociales y abrió un camino que continuaron otros documentos claves del siglo XX y XXI, como Quadragesimo Anno (Pío XI, 1931), Populorum Progressio (Pablo VI, 1967) o Laudato Si’ (Francisco, 2015).
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El impacto de Rerum Novarum fue amplio y duradero. No solo renovó la relación entre la Iglesia y el mundo obrero, sino que sentó las bases para una ética cristiana en el ámbito del trabajo, la economía y la justicia social. León XIII pasaría a la historia como “el papa del trabajo”, título que reaparece cada vez que el nombre de este pontífice vuelve a ocupar un lugar en la conversación pública.