Washington. — Los legisladores y el gobierno se han empeñado en llamarla
legislación "estimulante", aunque el plan económico de gastos extraordinarios que estudia el
Congreso dedicará decenas de miles de millones de dólares a causas que poco o nada tienen que ver
con la creación de puestos de trabajo o terminar cuanto antes la presente recesión. El plan
contiene 345 millones de dólares para financiar nuevos computadoras del Departamento de
Agricultura, 650 millones para subvencionar la adquisición de decodificadores de televisión, 15.000
millones para becas escolares: gastos que, por meritorios que fuesen, no crearán de inmediato esos
empleos tan necesarios para salir de la recesión.
Sí hay en el plan del presidente Barak Obama miles de millones de dólares para
financiar proyectos de infraestructura "listos y preparados", pero también muchos otros que los
legisladores no lograron aprobar durante el curso ordinario de sus labores, ya sea por su elevado
precio o demostrada inutilidad.
Una partida de 800 millones largos a los legisladores amplio terreno para
subvencionar sus programas favoritos sin tener que preocuparse, como otrora, de crear un déficit de
10 billones de dólares, con la excusa de que la crisis financiera estadounidense requiere de forma
inminente el gasto de fondos públicos.
Males burocráticos. Hay una partida de 1.000 millones de dólares para subsanar
los problemas burocráticos de la Oficina del Censo y 88 millones de dólares para trasladar el
Servicio de Salud Pública a un nuevo edificio el próximo año. El Senado dedicará además 2.100
millones para pagar el inminente descubierto de las cuentas del Departamento de la Vivienda
Publica, 870 millones para combatir la gripe y 400 millones para frenar la propagación del virus
VIH causante del sida y otras enfermedades de transmisión sexual como la clamidia. "Comuniqué al
gobierno que hay partidas en este plan que no cumplen los requisitos que el propio gobernante se
impuso de que sean temporales, de utilidad inmediata y con un fin específico" como la creación de
empleos, dijo el presidente de la comisión presupuestaria del Senado, el demócrata Kent Conrad. El
legislador quiere que Obama intervenga y que elimine esos gastos superfluos durante las
negociaciones entre ambas cámaras del Congreso.
Empero, ninguna de estas partidas se coló en el programa por accidente. Al
incluir en la versión del Senado programas sociales como los 40 millones de dólares para cambiar la
forma de recopilar las estadísticas médicas —del papel al formato electrónico— los
legisladores complacen a sus partidarios y grupos de presión pese a que esos gastos en sí no
contribuyen en gran manera a la creación de puestos de trabajo. Hay además 380 millones en el
proyecto del Senado en reservas para el programa Madres, Menores y Niños, que subvenciona
alimentación sana para los pobres. Ese programa recibió ya el equivalente de 1.000 millones de
dólares hace cuatro meses.
Voces de alerta. Algunos legisladores han comenzado a dar voces de alarma. "He
sugerido menos gastos y especialmente menos gastos en aquellas partidas que nada tienen que ver con
el estímulo económico y que deberían ser financiadas mediante los presupuestos ordinarios", dijo el
representante Jerry Lewis, el máximo legislador republicano en la comisión de apropiaciones.
La razón de que tanto gasto no relacionado con el estímulo económico figura en
este plan se debe a las limitadas obras públicas de gran envergadura que pueden ser ejecutadas de
inmediato. Por la estructura del programa, la mayoría del dinero destinado a obras de
infraestructura seguramente no será gastada hasta mucho después que la economía se haya
recuperado.
Por ejemplo, solamente un tercio de los 30.000 millones de dólares propuestos
por la Cámara para la construcción de carreteras perneará la economía en el próximo año y medio,
según la oficina presupuestaria del Congreso.
Empero, los legisladores demócratas insisten en aprobar el crédito fiscal de 500
dólares por individuo y 1.000 dólares por pareja pese al acuerdo generalizado de que un programa
parecido ejecutado el año pasado por el entonces presidente George W. Bush tuvo nula efectividad en
reactivar la economía.
Incluso algunos demócratas, como el senador Ben Nelson, creen que 3.500 millones
de dólares del plan de ayuda dedicados a la investigación médica, o 15.000 millones destinados a
aumentar las becas universitarias del programa Pell Grant en 500 dólares cada una tendría mejor uso
y de rendimientos más inmediatos en obras públicas.