En una concesionaria familiar, tres personajes se la rebuscan para sacar a flote el negocio después de la partida de su vendedor estrella. Esperan, conjuran, imaginan: multiplican los actos de fe, dentro de un imaginario reconocible que formula una crítica a la realidad argentina y sus ciclos. De esto se trata “Fe Ciega”, la obra dirigida por Francisco Fissolo, y protagonizada por Juan Rodríguez, Juan Nemirovsky y Martín Fumiato, que estuvo todos los viernes de abril y estará todos los viernes de mayo, a las 21, en la sala La Orilla Infinita (Colón 2148).
Los recursos a los que apelará el trío protagónico para paliar la crisis que atraviesan serán múltiples, estrambóticos, polémicos. Pero hay algo de esa capacidad infinita para rebúscarsela que resuena profundamente en la identidad nacional, en la historia colectiva. De hecho, la idea narrativa surge de cierto elemento autobiográfico del director.
“Yo tenía ganas hace un tiempo largo de trabajar un universo que está relacionado a una cuestión familiar. Mi abuelo paterno tuvo durante casi cincuenta años una concesionaria de autos en la ciudad de Santa Fe, de donde soy oriundo. Cuando yo era chico pasaba mucho tiempo ahí, me gustaba mucho estar ese galpón lleno de autos”, contó Fissolo en diálogo con La Capital.
La noción de un trío de personajes peculiares coincidiendo en ese espacio, también surge de aquellas vivencias. “Mi abuelo tenía una oficina, donde siempre estaban las mismas tres personas cercanas, pero no cercanas del corazón sino de distancia: el vecino, el vendedor de diarios que tiene el kiosco en la puerta, y una especie de socio que era medio un chanta. Siempre hubo una cuestión de ese universo, del perfume del lugar, de ese mundo adulto que yo escuchaba ahí, que me atrapó”, sumó el director.
Con ese imaginario como única premisa, Fissolo convocó a Rodríguez, Nemirovsky y Fumiato a zambullirse en la aventura y encontrar la historia. Durante un año y medio, se reunieron una vez por semana a “ improvisar y entrenar sobre hipótesis de relato”. “Toda esa parte fue para mí muy festiva”, apuntó por su parte Nemirovsky. “Siempre le agradezco a Francisco por haberme devuelto cierto entusiasmo. Porque yo soy parte de un grupo de teatro hace muchos años y venía en un proceso más de dirigir que de actuar”, agregó.
El desafío paralelo fue ir dando forma a la dramaturgia, a cargo de Juan Rodríguez, a partir de esos encuentros de improvisación. “Algo de lo que pasaba en esos encuentros de una hora, él después lo reconfiguraba y lo traía como texto”, contó Nemirovsky sobre el trabajo de su colega. “Yo ya había trabajado con Juan Rodríguez en una obra anterior entonces él me entendía mucho. El texto nos fue apoyando a la actuación y no al revés”, aseguró Fissolo.
“En mi trabajo nunca arranco por un texto. Siento que si hago eso me encorseta y me limita mucho para pensar el relato en la actuación. El relato en las obras que yo hago es la actuación principalmente, que lateraliza lo que sería el texto. Creo que el teatro debe generar preguntas, alteridad, y en eso a mí me interesa mucho que ese relato sea de actuación”, sumó el director, caracterizando sus propuestas.
“Yo la estoy disfrutando a lo grande porque la actuación es el elemento central del teatro que propone Francisco. Entonces hay mucho lugar para eso. También es un placer a veces abonar al deseo de otro, no siempre uno tiene que sentirse realizado a través del deseo propio. El deseo del otro también puede ser un motor gigante y en ayudarlo a él a contar esta historia, de ese abuelo en esa concesionaria, nosotros nos fuimos contagiando de ese deseo y ese entusiasmo, hasta que se hizo propio”, detalló Nemirovsky.
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Una crítica a la "historicidad argentina"
Sin embargo, si bien el puntapié está en esos recuerdos de la infancia, en ese lugar tan específico, Fissolo aclaró que “Fe ciega” no es necesariamente autobiográfica: “No es un biodrama, porque mi abuelo era una persona muy correcta y los personajes acá son muy inmorales”, dijo, anticipando sutilmente la naturaleza de los artilugios a los que recurrirán los personajes para salvar el negocio.
La no centralidad del texto en la gesta de la obra le aporta un elemento clave y valioso a la puesta. “La obra tiene otra característica que a mí también me seduce mucho en este momento, y es que es un texto que no está fácilmente digerido para el espectador, sino que propone imaginar, completar, desentrañar la obra. Ahí también en su dramaturgia, es una obra que se completa mucho con la mirada del espectador. Te propone ponerte a pensar y además toca algunos puntos que pueden interpelar a la sociedad hoy en día”, adelantó Juan.
Fe ciega
"Fe ciega" propone interpelar la realidad argentina a través de una historia con reminiscencias autobiográficas
En este sentido, Fissolo subrayó que este relato con reminiscencias en la historia propia, es un pretexto, una superficie de inscripción para elaborar “una crítica a cierta historicidad argentina”. “El propio título, la idea de fe ciega, surge de esta noción de estar siempre esperando que algo va a llegar, una mano salvadora. Pero seguimos contando guita ajena y los problemas de la Argentina son problemas de hace mil años. La obra habla bastante de esa cosa cíclica que vivimos”, recuperó el director.
“Habla mucho también de la espera, porque esperan todo el tiempo que llegue un cliente que no llega nunca. Es una crítica simpática, porque yo tengo un sentimiento patriota muy arraigado y amo mucho a mi país. La obra es bastante risible pero también te hace dar un poco la cara contra la pared, porque tampoco es gracioso que seamos así, que esta sea nuestra realidad”, elaboró Fissolo.
La actual crisis económica que atraviesa el país genera una caja de resonancia más que sensible para el público. “Estamos pasando una coyuntura política terrible, casi imposible de pensar con el desfinanciamiento de la cultura, de la salud, de la educación”, analizó el director, estableciendo un diálogo directo entre la ficción y el presente.
“A mí me parece que el teatro siempre es un terreno que se propone interpelar la realidad. Poder hacerlo desde el arte, que muchas veces es un refugio, es doblemente bienvenido. Además de que estamos haciendo teatro y disfrutando el hecho de actuar, estamos diciendo algo. Creemos que este ataque constante a la cultura, como decía el otro día Pompeyo Audivert, es un reconocimiento porque significa que somos peligrosos, ofensivos, para determinados sectores”, cerró por su parte Nemirovsky.