El 20 de mayo de 2000, Natalia Fraticelli, la hija de 15 años del entonces juez Carlos Fraticelli y de Graciela Dieser, fue encontrada muerta y con una bolsa de nylon en la cabeza en la vivienda familiar, en la ciudad de Rufino. El llamado “caso Fraticelli” conmovió a la sociedad argentina y marcó un hito en la justicia penal santafesina. La hipótesis mediática de aquel momento agitaba el morbo: “Una madre y un juez penal con cara de loco estrangularon a su hija epiléptica porque resultaba un estorbo para su ascenso social”, repetían. En 2002, el matrimonio Fraticelli fue condenado a prisión perpetua por el homicidio doblemente calificado de su hija. Las defensas de ambos integrantes de la pareja dijeron que fue un caso de suicidio por ingesta de medicamentos y no un estrangulamiento, y apelaron la sentencia en todas las instancias de la Justicia provincial, pero las presentaciones siempre fueron rechazadas.
En un giro inesperado, a fines de 2009, la Justicia revocó la condena contra los padres de Natalia y los dejó absueltos de culpa y cargo. La Corte de Santa Fe ratificó las absoluciones, e incluso la Corte Suprema de la Nación ordenó revisar las condenas por considerar que el sistema penal santafesino no garantizaba la imparcialidad de los jueces intervinientes, lo que obligó a un cambio total del funcionamiento de la Justicia de la provincia. Tristemente, ya en libertad, Graciela Dieser se suicidó en 2012.
El realizador rosarino Federico Rathge recupera esta intrincada y trágica historia en la serie documental “El caso Natalia Fraticelli”, que se estrena este viernes 29 de diciembre, a las 22, por Canal Encuentro. La serie de cuatro episodios (que se verán los viernes a las 22) llega a la televisión a través de la productora local Físico Cine y como ganadora del concurso Renacer Audiovisual (del Ministerio de Cultura de la Nación). En charla con La Capital, Rathge contó por qué decidió reflotar uno de los expedientes más mediáticos de la historia judicial argentina.
—¿Cómo nació el proyecto para hacer este documental?
—Mi padre era psiquiatra, se llamaba Ernesto Rathge (un destacado profesional que escribió durante años en La Capital). El participó como perito de parte de la defensa de Graciela Dieser, en el equipo de (el abogado) Héctor Superti. Cuando falleció mi papá, meses antes de que se inicie la pandemia, con mi hermano fuimos a vaciar su consultorio y me encontré ahí con un gabinete bastante grande donde estaba toda su investigación sobre el caso. Me llamó la atención la cantidad de documentación que tenía y todo lo que había escrito. Si bien sabía que él había participado del caso y tenía charlas con él al respecto, no sabía que se había dedicado tanto y que había acopiado tanta información. Durante la pandemia se me ocurrió que podía escribir este documental. Así que me leí todos esos materiales y, como tenía un vínculo con Superti, él me compartió los alegatos. Así empecé a desarrollarlo. Rápidamente me di cuenta de que en el imaginario colectivo había quedado una idea absolutamente equivocada de cómo había terminado este proceso. Si hoy le preguntás a diez personas en qué quedó el caso Fraticelli, te diría que una, a lo sumo, te va a responder correctamente. Los medios en general se encargaron siempre de reponer la pregunta de quién mató a Natalia Fraticelli. Recuerdo un programa de (Ricardo) Canaletti que llevaba ese título. Y eso sentó las bases de la locura que vino después: formular mal la pregunta.
—Entre los testimonios de la serie está el de Franco Fraticelli, hermano de Natalia. ¿Con quiénes hablaron y qué testimonio les costó más conseguir?
—Pudimos hablar con varios parientes cercanos de Natalia, y con amigos, vecinos y maestros de ella. También entrevistamos a periodistas que cubrieron el caso, como Hernán Lascano y María Laura Cicerchia, de La Capital; Carlos Del Frade; Javier Díaz y Hugo Basso, director del diario La Tribuna de Rufino. Hablamos con Superti, que lideró el equipo de defensa de Graciela Dieser, con varios peritos de la causa y con la escritora Cristina Rosolio, que publicó un libro sobre el caso. Nos costó mucho que prestasen su voz los magistrados que participaron del proceso. Sólo pudimos entrevistar a Tomás Orso, que fue el fiscal que arrancó con el caso. Carlos Fraticelli no participó. Mantuvimos varios diálogos con él, pero él defendió su bajo perfil y no hubo manera de convencerlo.
—A nivel personal, ¿qué es lo que más te impacta de este caso?
—Lo que más me impactó, en términos de Justicia, es cómo los errores judiciales pueden desatar las peores tragedias, cómo son capaces de destruir la vida de las personas y las familias. Antes de la reforma que cataliza este caso —la reforma judicial en la provincia de Santa Fe—, el viejo sistema que regía era el sistema inquisitivo, que era un caldo de cultivo para estos errores judiciales. Seguro hubo miles de errores más, pero el caso Fraticelli logró salir a la luz y fue un golpe de knock out para el sistema.
retrato.jpg
El ex juez Fraticelli después de salir de la cárcel junto a un retrato de su hija.
—Vos tenés experiencia en documentales. ¿Cuál considerás que fue el mayor desafío de este trabajo?
—Lo más difícil fue condensar la complejidad de esta historia en cuatro capítulos: lograr reflejar el desempeño de la Justicia, del periodismo, de la sociedad en general y sobre todo la de Rufino, y al mismo tiempo trabajar sobre la vida de Natalia y de su familia para tratar de aportar posibles explicaciones a la tragedia que sucedió... Esta es una tragedia adentro de tragedias. A Graciela no sólo la acusan de filicida, sino que acababa de morirse su hija, su hija querida que tanto protegió, y además la encanan, se le derrumba su familia y se divorcia de Carlos estando presa. Después de seis años la liberan, y cuando el fallo de absolución queda firme, se suicida. Contar todo eso, tratando de sostener la atención del espectador, fue un verdadero desafío de montaje.
—Nombraste recién a la sociedad de Rufino. ¿Con qué te encontraste cuando visitaste la ciudad por el documental, a más de 20 años del caso?
—En Rufino me encontré con una sociedad muy dividida. Hay una suerte de grieta que divide a quienes creen en los Fraticelli y quienes siguen sospechando que son asesinos. Es un tema muy sensible. Por otro lado, quienes siguen sospechando de los Fraticelli se me acercaban por lo bajo a pasarme supuesta información valiosa. En realidad no dejaban de ser rumores, rumores que están integrados en los primeros fallos. Porque así de endebles eran esos fallos, apuntalados en rumores de malos vecinos y malos amigos. Pero después todo eso se desbarató fácilmente y con mucha contundencia de parte de las defensas y en los fallos de los jueces. Esa gente que me venía a hablar mal de los Fraticelli después no querían ser entrevistados, no querían aparecer en cámara. Por el contrario, mucha más gente se me acercó para hablar bien de ellos y contar las cosas buenas que hacían como familia en la comunidad y lo bien que trataban a Natalia. Pero es un caso que está totalmente vivo en la discusión de Rufino. Y en los aniversarios uno sigue viendo nuevas notas periodísticas, sobre todo de la televisión, que reponen la duda. Parte del periodismo insiste en utilizar el caso para azuzar el morbo y seguir vendiendo con la idea de un filicidio, obviando los contundentes fallos y la absolución. De hecho el año pasado estrenaron en Buenos Aires una obra de teatro sobre el caso que lo ubica a Carlos Fraticelli como filicida y asesino femicida de su hija. Y el tipo sigue penando estas cuestiones. Seguro que Fraticelli tuvo sus pecados, pero de ninguna manera fue el asesino de su hija.
—¿Se va a poder ver la serie en otros canales o plataformas?
—La miniserie se va a poder ver en la plataforma de Canal Encuentro. Estimo que también la van a subir a la plataforma pública Contar. Y en breve se va a estrenar en el canal de la provincia de Santa Fe.
Avance: El caso Natalia Fraticelli - Canal Encuentro