En el corazón del norte argentino, hay un rincón donde la historia parece haberse detenido, aunque las huellas del tiempo sigan marcando el paisaje. Allí, entre valles, ríos y montañas se alza un pequeño pueblo que fue fundado cinco veces, comparte su nombre con la ciudad más conocida de Inglaterra y resguarda vestigios de una civilización milenaria.
Un lugar que, por méritos propios, se convirtió en uno de los tesoros ocultos de la Ruta 40. Se trata de Londres, en la provincia de Catamarca, un enclave que ostenta el título de ser la segunda ciudad más antigua de Argentina, fundada apenas unos años después de Santiago del Estero. Fue el 24 de junio de 1558 cuando el capitán español Juan Pérez de Zurita realizó la primera fundación, aunque debieron pasar más de cien años y varios intentos, en 1562, 1607, 1612 y finalmente en 1679, para que la localidad quedara emplazada de forma definitiva donde se encuentra hoy, a unos 15 kilómetros de Belén y a 278 de la capital provincial.
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Esta zona se puede recorrer en auto o con excursiones a través de la ruta 40, que une las localidades Londres, Belén, Hualfín y Santa Maríat.
Pero Londres no solo guarda una profunda huella colonial: mucho antes de la llegada de los europeos, esta región formó parte del extenso Tawantinsuyo, el Imperio Inca que abarcó gran parte de Sudamérica. A escasa distancia del pueblo se encuentra uno de los sitios arqueológicos más importantes del país: el Shincal de Quimivil, una antigua ciudad incaica con calles, escalinatas ceremoniales, recintos administrativos y restos de caminos reales que dan cuenta de su relevancia estratégica y simbólica. Considerada como la capital más austral del imperio, este asentamiento fue clave en la expansión de los incas hacia el sur del continente.
Hoy, Londres mantiene su identidad rural y tranquila, con menos de 3.000 habitantes, casas bajas, calles de tierra y una vida marcada por la cercanía con la naturaleza. Su arquitectura simple convive con construcciones coloniales como la Iglesia de San Juan Bautista, y con museos que rescatan la memoria local, como el Museo Folclórico, que reúne piezas de alfarería, textiles y elementos de la vida cotidiana de las comunidades originarias.
El entorno natural también es protagonista: el río Quimivil, que bordea el pueblo, invita a caminatas y picnics, mientras que El Chorro, una cascada de ocho metros escondida entre la vegetación serrana, ofrece una postal de serenidad difícil de igualar.
Ubicado sobre el kilómetro 4.040 de la Ruta Nacional 40, a unos 280 kilómetros de San Fernando del Valle de Catamarca, Londres se ha transformado en una parada ineludible para los viajeros que recorren este icónico corredor del oeste argentino. Ya sea en auto, moto o bicicleta, cada visitante encuentra allí una historia por descubrir, un silencio que habla y una conexión profunda con la tierra.
Fuera del circuito turístico tradicional, este destino ofrece una experiencia que combina el legado precolombino, la huella colonial y el paisaje norteño. Un lugar que, sin grandes estridencias, sorprende y conmueve. Porque no siempre hace falta viajar lejos para encontrar algo extraordinario.