El "Camino de las Estancias Jesuíticas", en la provincia de Córdoba, reconocido
por la Unesco como patrimonio de la humanidad, se ha posicionado entre los productos turísticos de
este territorio con mayor demanda en el exterior. Este circuito constituye un itinerario turístico
cultural que permite descubrir y conocer los valores patrimoniales y la importancia a nivel mundial
de estos lugares históricos. Las estancias están ubicadas en las localidades de Alta Gracia, Jesús
María, Colonia Caroya, Santa Catalina, La Candelaria, y Córdoba Capital, con su Manzana
Jesuítica.
"El producto, si bien comenzó oficialmente antes, desde la declaración de
Patrimonio de la Humanidad por parte de la Unesco, se le dio el espaldarazo definitivo que lo ubicó
entre los productos con mayor demanda en el exterior", explicó el encargado de Productos Turísticos
de la Agencia Córdoba Turismo, Adrián Bozzoletti. Destacó que "este producto está dentro de todo un
proyecto de turismo cultural que incluye al turismo idiomático y académico. Es el legado más
importante de lo que dejaron los jesuitas en Córdoba, pero también en la Argentina", remarcó
Bozzoletti.
Puntualizó que "en la provincia de Misiones lo que hay son ruinas, acá en
Córdoba están totalmente enteras" las construcciones. "No son ruinas, sino construcciones que están
en pié", remarcó el funcionario. Las estancias de Alta Gracia y Jesús María son propiedad de la
Nación; las de Colonia Caroya y La Candelaria, del gobierno cordobés; la de Santa Catalina es
privada; y la del centro de la capital provincial pertenece a la orden religiosa. "Las estancias
como atractivo de demanda extranjera están detrás del golf, la caza de palomas, y el turismo
idiomático, en la provincia", precisó Bozzoletti.
Este circuito es la ocasión para descubrir paisajes, tradiciones y costumbres
que marcan la identidad de Córdoba cultural y turística. En el lapso de tiempo comprendido entre
1599, año de la llegada a Córdoba de la orden religiosa Compañía de Jesús, y 1767, cuando se
produce la expulsión por el Rey Carlos III de España, la Compañía de Jesús estableció un sistema
cultural, social, religioso, económico y territorial único en América Hispana que marcó el
desarrollo cultural, económico y territorial de la provincia.
El sistema, centrado en la ciudad de Córdoba, se organizó alrededor de las
empresas educativas y espirituales de la compañía, dando origen al colegio Máximo en 1610, a la
Universidad en 1622, al colegio Convictorio de Nuestra Señora de Monserrat en 1687 y al Noviciado.
Para asegurar el sustento de esos emprendimientos culturales, se organizó y consolidó un sistema de
estancias, establecimientos rurales productivos situados en el interior de la provincia. Las
estancias fueron Caroya (1616), Jesús María (1618), Santa Catalina (1622), Alta Gracia (1643), La
Candelaria (1678) y San Ignacio (1725), que es la única que se encuentra en ruinas.