Croacia, un país con forma de herradura que abraza el azul profundo del mar Adriático, se consolidó como uno de los destinos más fascinantes de Europa. Su encanto reside en una combinación singular de historia milenaria, naturaleza virgen, ciudades medievales vibrantes, islas paradisíacas y una gastronomía exquisita.
Este cruce de culturas, influenciado por romanos, venecianos, otomanos y austrohúngaros, ofrece un mosaico de experiencias capaz de cautivar a todos los viajeros. Desde sus costas de aguas cristalinas hasta sus parques nacionales de ensueño y su interior rural, este país promete un viaje inolvidable que deja huella en la memoria.
Un recorrido por ciudades con alma propia
Viajar por Croacia es recorrer un mapa de contrastes y épocas. Dubrovnik, sin dudas, es una parada ineludible. Sus murallas medievales, de casi dos kilómetros, permiten vistas panorámicas del mar y los tejados color terracota de la ciudad. Pasear por su Casco Antiguo, declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, es como retroceder en el tiempo: calles adoquinadas, plazas centenarias, iglesias barrocas y la sensación permanente de estar en un escenario de película (literalmente, para los fanáticos de ciertas series épicas).
Más al norte, Split es el corazón vibrante de la Dalmacia central. Su tesoro arquitectónico, el Palacio de Diocleciano, no es un simple vestigio romano, sino el núcleo vital de la ciudad, donde conviven cafés, tiendas y viviendas. El paseo marítimo Riva, siempre animado, y su cercanía a las islas del Adriático la convierten en una base estratégica para cualquier itinerario.
Zagreb, la capital, ofrece una mirada más centroeuropea. Arquitectura austrohúngara, museos singulares como el Museo de las Relaciones Rotas, parques verdes y una escena cultural en constante movimiento hacen de ella una ciudad que sorprende, especialmente durante los meses invernales con sus mercados navideños, considerados entre los mejores de Europa.
En la península de Istria, la influencia italiana se percibe en cada rincón. Rovinj, con sus casas de colores trepando hacia la iglesia de Santa Eufemia, es un imán para fotógrafos y románticos. Pula, en cambio, impacta con su anfiteatro romano, uno de los mejor conservados del mundo. Más hacia el sur, Zadar aporta una nota contemporánea con sus instalaciones artísticas: el Órgano Marino y el Saludo al Sol transforman la luz y el sonido en una experiencia sensorial única al atardecer.
Naturaleza en estado puro
Los parques nacionales son uno de los mayores orgullos del país. Plitvice, declarado Patrimonio Natural de la Humanidad, deslumbra con sus 16 lagos turquesas interconectados por cascadas. Senderos de madera permiten recorrer este paraíso natural casi en silencio, solo acompañado por el sonido del agua. Krka, más compacto, pero igualmente fascinante, ofrece la posibilidad de nadar en algunas de sus piscinas naturales, rodeadas de vegetación exuberante.
El espíritu aventurero encuentra en Croacia su lugar: senderismo, ciclismo, kayak y rafting. Las más de mil islas del país invitan a la navegación tranquila, al descubrimiento de calas ocultas y al buceo en aguas cristalinas. El archipiélago de Kornati, por ejemplo, es un verdadero laberinto marino donde reina la paz.
>> Leer más: Esencias de Asia: Malasia, Singapur e Indonesia en un viaje transformador
“Nos tocó septiembre y fue ideal: temperatura agradable, agua cálida, y nada de multitudes. Pudimos recorrer Dubrovnik con calma y navegar por las islas sin apuro”, cuenta Javier C., médico y amante de la fotografía.
Playas de piedra y mar transparente
Aunque la mayoría de las playas croatas no son de arena fina, su mayor tesoro es el color del agua, que oscila entre el turquesa y el verde esmeralda. Predominan las playas de guijarros o roca, que ofrecen un entorno limpio y natural.
Zlatni Rat (Cuerno de Oro), en la isla de Bra, es una de las postales más emblemáticas: una lengua de piedra blanca que se mete en el mar y cambia de forma con las corrientes. Stiniva, en la isla de Vis, es una cala encerrada entre acantilados altos, solo accesible por mar o a pie, que recompensa con un paisaje de otro mundo. Cada isla tiene su propia personalidad: Hvar, con su glamour y fiestas; Mljet, con sus lagos y monasterios; o Korula, con un casco antiguo que recuerda a una Dubrovnik en miniatura.
Gastronomía: el sabor de la diversidad
La cocina croata refleja la variedad geográfica y cultural del país. En la costa, domina la dieta mediterránea: pescados y mariscos frescos, aceite de oliva local, vegetales de estación y el clásico pršut. La peka, cocción lenta bajo campana de hierro, es una técnica ancestral que entrega platos intensos y memorables.
Istria aporta su impronta italiana con pastas, risottos y trufas blancas, consideradas entre las mejores del continente. En la isla de Pag, el queso duro de leche de oveja es un emblema regional. Y para acompañar, los vinos croatas ganan terreno en el mapa internacional, con varietales autóctonos como Plavac Mali (tinto) o Malvazija (blanco), que armonizan perfectamente con la cocina local.
“Lo que más me sorprendió fue la calidad de la comida. Todo fresco, simple, pero con sabores profundos. En Rovinj comimos un risotto con trufas que todavía recuerdo”, cuenta Paula M., diseñadora gráfica de Buenos Aires, que viajó con su pareja en otoño.
Datos útiles
Cómo llegar
Desde Buenos Aires se puede volar a Zagreb, Split y Dubrovnik mediante tres compañías aéreas. Iberia llega vía Madrid, Lufthansa lo hace vía Frankfurt y KLM, vía Amsterdam.
¿Cuándo ir?
Croacia puede visitarse todo el año, pero el verano (junio-agosto) es ideal para disfrutar del mar y la vida nocturna. Es una época de mucho turismo. También son muy buenos momentos para ir primavera y el otoño europeo (abril-mayo y septiembre-octubre), cuando el clima es agradable, los precios más bajos y hay menos turistas.
Tips de viajes
Moneda y cambio: aunque Croacia es parte de la Unión Europea, adoptó el euro recién en 2023. Es por eso que muchos comercios chicos prefieren el pago en efectivo.
Moverse por el país: los autobuses son eficientes y cubren casi todo el territorio. Para quienes buscan flexibilidad, alquilar un auto permite recorrer las zonas rurales o la península de Istria con más libertad.
Reservar con anticipación en temporada alta: en julio y agosto, en los destinos más populares como Dubrovnik, Split o Hvar hay mucho turismo y es recomendable reservar con anticipación.
Vestimenta para las playas: la mayoría de las playas son de piedra, por lo que es útil llevar calzado acuático para evitar resbalones o molestias al entrar al agua.