Las familias rosarinas ya no pueden afrontar los costos de un geriátrico en forma privada. Si bien ésta no es una situación nueva, en los últimos meses se profundizaron las dificultades para afrontar el precio de una residencia para adultos mayores. Las que reciben afiliados de Pami, que cubre las prestaciones, tienen una demanda altísima e incluso hay lista de espera.
Otras obras sociales brindan algún tipo de subsidio para ayudar a costear el valor de una cuota mensual que arranca en los 600 o 700 mil pesos y se ubica en un promedio de un millón de pesos. Los geriátricos "premium", que solo trabajan en forma particular y tienen servicios de hotelería de categoría (son muy pocos) rondan los 3 millones de pesos en Rosario (y bastante más también, dependiendo de las prestaciones).
En Rosario hay 140 residencias geriátricas habilitadas. Y hay un número variable de lugares que no cumplen con la reglamentación, una situación histórica que no termina de resolverse.
Nora González, vicepresidenta de la Asociación de Prestadores Geriátricos de Santa Fe, que nuclea a 65 residencias que brindan sobre todo servicios a Pami y también en forma particular, dijo a La Capital que tienen cada vez menos pacientes del sector privado. La mayoría de sus residentes son los jubilados y pensionados nacionales: "Notamos que cada vez hay menos privados. La gente viene, llama, te consulta, pero cuando le pasás el arancel, ahí se le complica. Entonces te pregunta si atendemos por alguna obra social o cómo se tienen que manejar si el familiar es de Pami".
Una internación geriátrica arranca en una base de 600 o 700 mil, eso cubre una prestación muy básica. Pami cubre el total, pero, por ejemplo, no contempla pañales y otros materiales descartables. "Estamos notando dificultades de la gente para traer los pañales todos los meses", mencionó González.
En estos momentos, la reglamentación que regula el funcionamiento de los geriátricos en Santa Fe está en revisión por el cambio de gestión a nivel provincial. "Seguimos con expectativa este tema y confiamos en que seguirán acompañándonos, porque a los prestadores que brindamos este servicio esencial para la comunidad se nos hace sumamente difícil enfrentar gastos fijos de impuestos que son impresionantes, salarios (tenemos muchas profesiones y oficios dentro de un geriátrico), insumos médicos, higiene, y ni hablar de los que alquilan la propiedad porque si te suben muchísimo el precio conseguir un lugar y mudar un geriátrico es sumamente complicado; esto no es como un departamento", sostuvo.
El promedio de vida es cada vez más alto, los miembros de la familia en edad productiva tienen varios trabajos para llegar a fin de mes y poco espacio en sus viviendas, eso genera que la necesidad de conseguir un lugar donde se puedan ocupar de los adultos mayores se haga imprescindible.
Decisión compleja
"La gente se debate entre tener al adulto mayor con un equipo de personas en su casa o conseguir un buen geriátrico. En mi opinión, sobre todo si la persona tiene algún tipo demencia senil o Alzheimer, el geriátrico brinda una socialización y una estructura de contención que no se logra en el hogar", reflexionó González.
"Desde lo emocional casi siempre es una decisión difícil. Están los hijos que lo aprueban, otros que no quieren saber nada, pero tampoco pueden ocuparse del padre o la madre o de ambos. Vemos situaciones de las más variadas", señaló la vicepresidenta de la asociación. Y abundó: "La demanda es alta. Si el geriátrico ofrece una buena prestación hay lista de espera. El boca a boca funciona mucho. Vienen personas recomendadas por amigos que tuvieron a sus padres, por ejemplo. O si tuvieron en la residencia a una tía u otro familiar y fue una buena experiencia, eso también pesa a la hora de decidir".
"A veces tenemos poco recambio porque si la gente está bien cuidada vive más. Obvio que depende mucho de la situación en la que la persona llega, si tiene alguna enfermedad más o menos severa. Pero hay geriátricos en los que hemos tenido gente que vivió 20 o 30 años con nosotros", agregó González.
La empresaria hizo un pedido a las familias: "Después de la pandemia hemos notado que hay más dificultad para acercarse. La gente se relajó con eso de que no podía venir, pero el adulto mayor necesita el acompañamiento de su familia, aunque en el geriátrico lo cuidemos mucho. No es lo mismo la calidad de vida de la persona a la que visitan que la de aquella a la que nadie viene a ver durante meses".