Hay una economía interna que está deprimida y otra economía que al mismo tiempo demanda dólares para turismo. En ese desfase, indicador del atraso cambiario, el gobierno nacional lucha por obtener divisas suficientes como para sostener la política antiinflacionaria hasta las elecciones legislativas. La baja de las retenciones a la exportación de productos agropecuarios de inyectarle un poco de combustible a ese plan, cuando la cosecha ya pasó. Este cuadro es el que describió el economista Alejo Muratti, del Centro de Estudios Económicos y Sociales Scalabrini Ortíz (Ceso), para analizar la situación de un mercado cambiario que juega una final cada semana.
“La situación que uno puede ver en el mercado cambiario es de semana a semana, de cierta estabilidad se pasa a una suba repentina”, señaló Muratti, quien explicó que, en un contexto de finalización de la mayor entrada de dólares por la exportación agropecuaria fundamentalmente, el gobierno “interviene en el mercado de dólar futuro para forzar a la baja los dólares paralelos”.
La coexistencia de “una economía interna está deprimida y otra economía que al mismo tiempo demanda dólares para turismo” indica que el tipo de cambio está atrasado. “La pregunta de es hasta cuándo puede sostener eso y la respuesta tiene que ver un poco con la capacidad de financiamiento vía préstamo que tiene el gobierno, porque las exportaciones, que son la manera real y genuina de conseguir dólares, hoy son bastante difíciles”, señaló en diálogo con el programa radial La Banda Cambiaria.
La baja de las retenciones: el modelo
Mientras tanto, la marcha atrás con la suba de las retenciones que había operado a fines de junio, muestra la necesidad de ampliar la oferta de divisas. “El gobierno bajó los derechos de exportación en un momento en el que empezó a aflojar la liquidación de la cosecha, aunque el guiño al campo en realidad no termina haciendo tanto guiño porque la rebaja se hace sobre un valor que es menor”, indicó el economista del Ceso, quien advirtió que, probablemente, la medida “no tenga el impacto que podría haber tenido en términos del ingreso de divisas”.
El economista recordó que “todas las experiencias neoliberales coincidieron en planchar el dólar para intentar controlar la inflación y esto terminó generando un efecto adverso para aquellos sectores que siempre de alguna manera apoyan inicialmente a este tipo de gobiernos”. Recordó, en ese sentido, que “la propia Sociedad Rural tuvo fuertes discusiones con Martínez de Hoz en su momento por la caída de la rentabilidad cuando el tipo de cambio se atrasó”.
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Por eso, advirtió que la baja de retenciones “con un tipo de cambio que continúa apreciado en términos reales con respecto al de hace un año y medio atrás”, probablemente no sea suficiente para recuperar rentabilidad en el agro.
En el margen, presiona sobre el objetivo del gobierno de sostener el superávit primario. Resultado que, de todos modos, “sale fundamentalmente de las jubilaciones, cuyo poder de compra se congeló luego del ajuste inicial, de la obra pública, que se paralizó, y de otra de las anclas de este gobierno, que es la salarial”.
Respecto de que la resignación de ingresos se compense con mayor ajuste a esos sectores, se mostró escéptico. “No veo que haya mucho más margen para que se profundicen esas anclas, hay un nivel de consumo en la economía que no puede ser más bajo si el gobierno tiene aspiraciones electorales”, señaló. Y explicó que, “si bien hubo una pequeña recuperación a mitad del año anterior, hoy ya hace algunos meses que eso empezó a quebrajarse”.
“En términos reales, el valor de lo que la gente compra en los supermercados es cada vez menor y, de hecho, se puede ver cada vez más la utilización de la tarjeta para diferir el pago, eso no es un buen indicador de la economía, por el contrario es un signo altamente negativo”, subrayó.