Y al fin se habló de fútbol en Rosario. La previa de los hinchas auriazules aglomerados en el parque Alem y algunos festejos posteriores son las razones por las cuales el gobierno santafesino endureció las restricciones ante una pandemia que nunca debe dejar de soslayarse. Pero a la hora señalada, a la hora donde la pelota fue la estrella del domingo, todo, pero todo lo bueno que pasó en el Gigante lo hizo Central. Tan claro fue el dominio que ejerció con ella, que lo ganó de punta a punta, y lo goleó gracias a tres exquisitas definiciones, del eterno Marco Ruben levantándosela a Aguerre y de los nuevos Nicolás Ferreyra, con un tacazo fenomenal y el pibe Martínez Dupuy cruzándola. De eso habló y hablará la ciudad esta semana que será toda canalla. No podía ser de otra manera en una fecha histórica. Hace 34 años le ganó un título de 38 fechas a Newell’s. Anoche le ganó el clásico de la pandemia, el primero en casi 20 meses, de principio a fin. Tanto, que media hora estuvo de más para la disputa palmo a palmo, desde el segundo canalla. Tanto, que resultó un gran espaldarazo para el ahora otrora cuestionado Kily González, que le pasó todas las dudas a su amigo Germán Burgos, gran perdedor de la jornada que lo pone en el ojo de la tormenta con decisiones inentendibles.
La pandemia alteró la vida cotidiana, retrasó los torneos, impidió que el clásico rosarino se jugara por mucho tiempo (el último había sido el 15 de setiembre de 2019, también en Arroyito) y la previa se matizó con presiones racionales del gobierno santafesino, no tanto por la seguridad vista en términos de prevenir la violencia, sino para preservar la seguridad sanitaria en momentos de pico de contagios por el coronavirus. Todo eso jugó más incluso que lo que podía pasar dentro de la cancha, también azuzado por la realidad de dos equipos que hasta aquí casi no despertaron entusiasmo. Pero a la hora señalada, y pese a ese dron que paró el partido a los 20 segundos, mostrando que la insensatez nunca deja de sorprender, a partir de ese córner que ejecutó Vecchio casi todo fue canalla. Precisamente, nada fue más simbólico que esa pelota que sacó al córner Nadalín cuando la pelota recién se había movido. Fue el inicio de un dominio casi sin pausas del equipo del Kily González, que sometió tácticamente al del Mono Burgos, al que le quedó grande el clásico, y logró su máxima victoria. Un triunfo así consolida procesos. Y hace tambalear procesos.
Y si este clásico quedará en un marquito por la fecha en que se dio y por ser el primero en pandemia, también se nutrió de otros símbolos que lo harán inolvidable. No sólo porque alargó una racha ya increíble a favor de Central, sino porque parece que esperó a Marco Ruben para que le pusiera su rótulo. Al fin y al cabo, siempre que convirtió ganó.
Pero por si eso fuera poco, en el segundo clásico con tribunas vacías, otra vez un jugador canalla convirtió de taco. El de Sarandí, por los 4º de final de la Copa Argentina que luego ganaría, lo inmortalizó el Chaqueño Herrera. Y anoche le tocó a Nicolás Ferreyra, el zaguero llegado de Estudiantes de Río IV, para dar por terminada la contienda. Sí, desde los 61’ en adelante, ya no hubo más partido, ya se podía escribir el comentario porque sólo cabía esperar otro gol canalla, que llegaría en el grosero error de Scocco para el lucimiento de los pibes que el Kily dio cabida en primera: gran pase del otro Ferreyra, el Pupi, y gran definición de Martínez Dupuy.
Un Central ofensivo, en intenciones y juego como lo mostró en la jugada del primer gol, se correspondió con el que cuatro días atrás había jugado ante San Lorenzo, hasta ahí el mejor encuentro del ciclo del Kily. Un Newell’s ideado defensivamente, que insinuó disputar la pelota más adelante como ante Libertad, fue preso de sus intenciones también, al punto que Burgos no tomó nunca riesgos y, al contrario, en desventaja no se animó a dejar al amonestado Pablo Pérez en cancha o luego a Maxi con más compañía adelante. No podía más que ser castigado así, con una goleada lacerante.
Ni el Kily habrá soñado con una resolución tan sencilla. Se habló de todo, menos de fútbol antes del clásico. Pero a la hora señalada el fútbol fue Central.