Corría el mes de septiembre en 2016 y Miguel, hoy de 32 años, se conectaba a una app de encuentros. Allí iba a conocer a Jimena, -actualmente tiene 33-, aunque ninguno de los dos pensaba que cinco años después iban a tener mellizos. Y mucho menos que ambos deberían atravesar el duro momento de tener a Astor y Amelie en incubadora durante 20 días sin poder verlos a raíz de la pandemia de coronavirus. Sin embargo, esa situación fue el motor para que Miguel le pida matrimonio pese a los tiempos líquidos que corren en esta posmodernidad. Para ello, apeló a una propuesta más que elocuente: una caja de molde de pizza con una mensaje que decía "Amor, te querés casar conmigo? Te amo Migue".
Migue tuvo como cómplices a Amalia, la encargada del bar Baltimore, y al muchacho del delivery, quien le iba contando las alternativas a medida que tocaba timbre en casa y Jime recibía el pedido. "La respuesta fue un sí", cuenta Miguel a La Capital después de que en la noche del jueves le pidiera matrimonio a Jime, quien se encontraba sola con los melli en casa mientras el había salido a cenar con unos amigos.
"Nos conocimos por una app, Happen, el 25 de septiembre de 2016 y el 10 de marzo de este año tuvimos mellizos, Astor y Amelie", cuenta Miguel, feliz por la noticia y la confirmación de Jime, a quien le falta una materia para recibirse de médica. El, en cambio, es licenciado en Salud y seguridad ocupacional. Sin embargo, eso pasó a un segundo plano después de la experiencia que les tocó vivir y de la que salieron más unidos todavía.
"Cuando nacieron los mellis, estuvieron en 20 días en neo y no pudimos verlos porque tuvimos covid", comenta Miguel al recordar ese momento, más allá de que pudieron salir adelante y comenzar a transitar la maternidad/paternidad día a día. "En mi vida imaginé que iba a tener mellizos, pero estamos muy felices", confía.
Enseguida cuenta cómo surgió la idea de pedirle casamiento a Jime a través del bar y el delivery. "Salí a cenar con unos amigos. Esta vez, cómo se quedaba sola con los mellis, le mandé un pedido para que no cocine", añade.
Y cómo Baltimore nos manda una dedicatoria romántica cada vez que pedimos, aproveche la ocasión de pedirle a los chicos del bar que envíen esa nota: «Amor, te querés casar conmigo? Te amo. Migue»", reseña Miguel.
Amalia, una suerte de actriz de reparto de esta historia de amor, cuenta a La Capital: "Quedamos súper sorprendidos, es alucinante que siga pasando algo así en los tiempos que corren. Que haya románticos que propongan matrimonio de manera innovadora". En eso agregó que Miguel suele ser cliente del bar y por eso se tomó el atrevimiento -sumado a la buena onda del lugar- de organizar el pedido de casamiento.
También cuenta con sorpresa que es la primera vez desde que está en el restó de Brown al 3100 que alguien le pide semejante dedicatoria. "Nos ha pasado de tener que escribir dedicatorias de cumpleaños, pero nunca algo tan fuerte", asegura.
Hace escasos días, una joven esperó a que su novio termine de jugar un partido de fútbol en un torneo amateur que se juega en Funes para pedirle casamiento con la complicidad de sus amigas. La dedicatoria, en varias pancartas, fue de manual: "¿Te querés casar conmigo?". A lo que el chico, con las pulsaciones altas después de un intenso partido, no dudo en decir que "sí". García Márquez escribió "Amor en los tiempos del cólera"; esto es amor en tiempos de coronavirus. Y es real.