Confieso que lo mío es raro. Tengo la obsesión de hurgar en las etiquetas de los productos para
saber dónde fueron hechos. Tengo la compulsión de saber qué productos fueron hechos en Rosario o en
la provincia.
Cuando viajo en auto a otras ciudades del país voy contando los carteles
de empresas rosarinas que se ven en la ruta. Así me di cuenta del peso nacional que tienen las
empresas aseguradoras de la ciudad, por ejemplo. O, si estoy en un supermercado fuera de Rosario,
me sorprendo al ver que además de muchos productos alimenticios (café, té, fiambres, especias,
etc.), las heladeras, balanzas y a veces hasta las estanterías están hechas en la ciudad.
Por eso (por esa secreta obsesión chauvinista), me alegré cuando leí
hace unas semanas la nueva revista de cultura de un diario de Buenos Aires. Publicaron un excelente
cuento del escritor mejicano Juan Villoro en homenaje a Fontanarrosa, que forma parte del libro La
Hinchada te Saluda Jubilosa (Ross). Sin embargo, aún antes de leerlo, lo que más me gustó fue lo
que estaba entre paréntesis, es decir que el libro era editado por Silvina Ross.
Me gustó porque en el resto del país nuestras industrias culturales no
pesan lo mismo que nuestros alimentos, seguros o balanzas. Por algún motivo, producimos más músicos
y escritores, que libros o CDs.
Sin embargo, aunque la industria editorial se concentra cada vez más a
nivel mundial, el desafío de producir bienes culturales localmente y venderlos globalmente no es
una quimera. De hecho, los que mejor lo saben son los miembros de la recientemente creada
Asociación Santafesina de Editores.
En su cena de fin de año, a la que me invitó Silvina, me senté al lado
de la gente Corpus Libros, que edita textos de medicina. Así me enteré que Corpus exporta hace años
a España y México, entre otros destinos. En otras palabras, en las universidades de España y de
México se estudia medicina con libros de médicos argentinos (rosarinos en su mayoría), editados por
una empresa rosarina.
De acuerdo, lo de Corpus es un nicho muy especial. Pero, ¿cuántos nichos
más podríamos aprovechar?
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