El sociólogo de la Universidad de Campinas presentó en Rosario una edición actualizada de su libro "El privilegio de la servidumbre", en el que analiza la situación del nuevo proletariado de servicios en la era digital
Por Alvaro Torriglia
Ricardo Antunes, profesor titular de la Universidad Estadual de Campinas (Unicamp) y Doctor Honoris Causa de la UNR.
En el libro analizás la situación de la clase obrera en la nueva era digital. ¿Por qué es el privilegio de la servidumbre?
El título está tomado del libro de Albert Camus, “El primer hombre”, en el que menciona que las únicas vacaciones de los argelinos inmigrantes son los días que no trabajan cuando se rompen la pierna o la mano. “Es el privilegio de la servidumbre”, escribió irónicamente. Hoy el avance tecnológico plantea una aparente paradoja, ya que presupone más confort y bienestar pero también trae más esclavitud. El celular tiene cosas muy positivas pero también domina nuestras vidas. Y esa dependencia se expresa en enfermedades mentales, estrés o burnout. Es una una fase diferente del trabajo, ya no es el fordismo de la industria automotriz. Somos dependientes del mundo digital, que no tiene como objetivo que vivamos bien sino que pocos ganen mucho.
¿El capitalismo de plataformas profundiza la precarización laboral?
Sí. En los años 70 y 80 del siglo pasado podíamos encontrar sociólogos del trabajo, poco críticos, que decían: "El siglo XXI será hermoso, no tendremos más trabajadores porque las máquinas van a hacer todo por nosotros". En verdad, lo que vemos es lo opuesto. La alta tecnología podría hacer que trabajáramos 3 ó 4 horas por día, tres o cuatro días por semana, pero en la mayoría de las profesiones ya no hay tiempo de no trabajar. En el llamado sector de plataformas, la precarización es inmensa. Como hay muchos hombres y mujeres sin trabajo, las plataformas dicen: "Vengan con nosotros, pero ustedes no son trabajadores, son emprendedores". Es una ficción. Trabajar 10, 12, 14, 16 horas por día, sin ningún derecho es ser un trabajador precarizado, no un emprendedor. Con el capitalismo de plataformas estamos volviendo a la protoforma del capitalismo, a su forma primitiva, en la que trabajar sin derechos era normal. Para trabajar en una plataforma tengo que comprar o alquilar la moto o el auto, el celular, la mochila, muchas veces endeudándome. Y si la plataforma no me acepta, yo no trabajo. La clase trabajadora luchó muchas décadas para tener un salario mínimo digno y una jornada de 8 horas. Hoy, mientras algunos se hacen muy ricos, una masa de trabajadores no tiene cómo sobrevivir.
¿Qué es la uberización del trabajo?
El trabajo en plataformas comienza con los conductores de autos o repartidores pero la ola arrastra a profesores, médicos, periodistas, enfermeros, trabajadores de los cuidados, etcétera. ¿Y cuál es el discreto encanto de Uber? Hacer creer que uno es emprendedor, socio. Pero la empresa define cuánto vas a ganar, el trabajo que podés hacer y si tenés que trabajar siempre. Porque uno puede decidir no trabajar varios días pero la plataforma puede no llamarte más. Se vende como libertad pero es una era de esclavitud digital. Ya no hay límite. Así como uno puede definir un tipo de trabajo como fordista o toyotista, la uberización también define un tipo de trabajo, que es sinónimo de precarización. Tras una aparente autonomía, el cuerpo productivo de la clase trabajadora se deteriora. Durante la pandemia, realizamospara el Ministerio Público del Trabajo una investigación sobre los conductores de motos. Les hicieron pruebas de sangre a muchos y no les salía cuando los pinchaban porque estaban casi deshidratados debido a que no podían tomar agua, porque no podían parar para ir al baño. A partir de eso se lanzó en Brasil una campaña que propone “Ningún trabajo sin derechos”.
¿Esta precariedad se profundizará con la inteligencia artificial?
Con la Inteligencia Artificial se pueden tener resultados espectaculares en muchos ámbitos. El problema es que hoy está programada solo para enriquecer a los que la comandan. No conozco a ninguna empresa que, tras introducir la IA en sus procesos, haya reducido el tiempo de trabajo y aumentado dos o tres veces los salarios del trabajador. Por el contrario, despiden trabajadores y trabajadoras, y los que se quedan tienen que trabajar mucho más. La cuestión no es la tecnología sino quién la comanda y para qué. La inteligencia artificial puede ser una condición para trabajar menos y tener más tiempo fuera del trabajo con alguna dignidad. Pero este no es el espíritu dominante del mundo, que hoy está gobernado por los que concentran la riqueza de la sociedad. Por eso la tecnología hoy es utilizada en todas las actividades para reducir fuerza de trabajo. La máquina no hace huelga. Es un mundo complicado, y más si sumamos la destrucción de la naturaleza.
¿Y dónde deja esta situación la capacidad de respuestas del movimiento obrero?
Nada está escrito. En la Edad Media, a los señores feudales, que tenían el apoyo del clero y de los reyes absolutistas, ni se les cruzaba que un día irían a morir en París. Pues muy bien, finalmente llegó la Revolución Francesa, con tres palabras importantes que unieron a la burguesía naciente son los sans-culottes: libertad, igualdad y fraternidad. El problema es cuándo se encuentra ese momento en el que, como dijo Marx, todo lo sólido se desvanece en el aire. Esto ocurre cuando la humanidad decide que ya no es posible. Vemos las rebeliones en Estados Unidos. ¿Es posible tratar a hombres y mujeres que en los últimos 30 años sustentaron la producción y la vida de muchos norteamericanos como animales salvajes y echarlos del país encadenados como animales? Estamos en un momento muy duro de la humanidad. Citemos otra revolución. ¿Por qué ocurrió la Revolución Rusa? La bandera no era "vivan los soviets", era "pan, paz, tierra". ¿Cuáles son las cuestiones vitales hoy? Uno, tenemos que producir bienes que no sean destructivos para la naturaleza. Dos, ¿Qué sociedad puede sostenerse por muchos años cuando millones de hombres y mujeres trabajan 18 horas y otros millones no tienen trabajo? Y por último ¿La opresión está disminuyendo o aumentando en el mundo? Hay luchas populares. Hay un momento en que la multitud dice: "Ahora ya no es posible". Hace un mes hubo una huelga de dos días protagonizada por los repartidores en Brasil. El segundo día de huelga fue el 1º de abril, que en Brasil es conocido como el Día de la Mentira. Fue a propósito para denunciar una ficción, que dice que somos dueños de nuestro trabajo mientras no conocemos a nuestros hijos y nuestras hijas porque llegamos a las dos de la mañana y empezamos a trabajar a las cinco. Soy muy crítico de este momento trágico del capitalismo, que destruye la naturaleza, el trabajo y profundiza las diferencias de género y raciales. Pero esto genera tensión y, en consecuencia, esperanza. Porque si el mundo actual nos ofrece el privilegio de la servidumbre, a la humanidad solo le queda recuperar el desafío de la emancipación. En este contexto, el sindicalismo no va a desparecer pero tiene que comprender la nueva morfología del trabajo.
Por Gonzalo Santamaría