Cuando un técnico toma un equipo lo hace sabiendo de antemano cuáles son los puntos sobre los que deberá trabajar de manera inmediata, y ni hablar cuando esa posibilidad se presenta en la previa de un mercado de pases. Miguel Ángel Russo ya venía con un conocimiento previo importante, aun sin saber si finalmente iba a ser el entrenador de Central (dependía de que fuera Gonzalo Belloso el ganador en las elecciones), y en ese análisis previo detectó lo que, a su criterio, debía transformar, al menos en lo que a nombres propios se refiere. Por eso no suena a casualidad que de los ocho refuerzos que llegaron a Arroyito en este libro de pases, cinco sean defensores. Esto es, el DT entendió que uno de los mayores déficits del equipo estaba en el fondo y actuó en consecuencia, dándole una cabida importante a esa idea de que los equipos se arman de atrás hacia adelante.
Cabía la posibilidad de que decidiera imponer su conocimiento y su capacidad para acomodar lo mejor posible una defensa con los nombres que había, pero la apuesta fue bastante más allá. Así, esa versión más sólida a la que apuntó incluía sí o sí una renovación de nombres.
Quienes están en el día a día de Russo cuentan que uno de los principales objetivos del DT era cambiar la mentalidad de un plantel, creyendo que se estaba en presencia de un grupo que se había acostumbrado a que la victoria no fuera moneda corriente. Claro que problemas de ese estilo no se solucionan simplemente con cambiar nombres y, además, que la mayoría de ellos sean en un determinado sector de la cancha, como en este caso la defensa. Pero las pruebas están a la vista de que Russo puso el foco en la última línea.
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Quintana actúa como segundo marcador central. Fue el primero en llegar a Arroyito.
Marcelo Bustamante / La Capital
Sobresale, por supuesto, la llegada de tres marcadores centrales. Para ese puesto (sea primer o segundo marcador central) aparecieron Facundo Mallo, Facundo Agüero y Carlos Quintana. El uruguayo y el exPatronato, apuntados desde el principio, mientras que lo de Agüero fue más que nada para suplir la ausencia de Facundo Almada.
Hasta el año pasado Central contaba con Almada y también con Javier Báez, Juan Gabriel Rodríguez y Julián Velázquez, más Juan Cruz Komar, que continúa. Entre cuatro y cinco centrales con los que Russo pudo haber continuado y tratado de ordenar, con un formato de equipo que no los expusiera tanto. Pero no fue lo que finalmente sucedió.
A Báez se le terminaba el contrato, al igual que a Velázquez, y con Rodríguez se acordó la rescisión del vínculo. En realidad, Báez fue de los centrales que más jugó, tanto con el Kily González como así también con Leandro Somoza y Carlos Tevez, pero para Russo se trató de un nombre del cual se podía prescindir.
Fue así que la búsqueda (aun sin haber asumido como entrenador) con los responsables del fútbol de la agrupación de Belloso apuntó básicamente a los defensores. Hubiera sido menor el recambio si no hubiese aparecido un ofrecimiento por Almada, pero cuando estuvo la chance de prestarlo Russo dio el visto bueno y de inmediato pusieron manos a la obra para contratar a alguien más en esa posición. Así se dio la llegada de Agüero.
La zaga central es la que aparece como foco de atención y es lógico que eso suceda porque fue el lugar donde más futbolistas se fueron y donde más llegaron, pero en medio de esa defensa en la que Russo consideraba debía existir un recambio estaba también el puesto de lateral por la izquierda. Es que la partida de Lautaro Blanco a Elche de España (uno de los chicos con mayor proyección, junto a Facundo Buonanotte) dejó un hueco enorme en ese sector, sobre todo porque no había un jugador en las inferiores ya listo como para asumir el desafío de la primera división. Entonces, las apariciones de Alan Rodríguez y también de Lucas Rodríguez. Dos defensores más para llevar a cinco las caras nuevas en ese sector.
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Coyote Rodríguez llegó para tapar el hueco que dejó Lautaro Blanco, uno de los grandes proyectos que vendió Central.
Virginia Benedetto / La Capital
Mientras transcurrió el libro de pases fue quedando claro que Miguel Russo estaba bastante conforme con el material que había del medio hacia adelante, a tal punto que hasta la llegada de Jaminton Campaz, en el cierre del libro de pases, sólo habían arribado Agustín Toledo y Octavio Bianchi.
Puestos en cancha, los puntos rojos se amontonan en un mismo sector (ver infografía) y eso habla a las claras de que ya antes de meterse a trabajar de lleno en el libro de pases, en Central había una idea clara, al menos desde lo conceptual, sobre dónde había que apuntar con los refuerzos. Y nada parece casual, finalizado ese libro de pases en el que llegaron ocho caras nuevas, cinco fueron directamente a la defensa.