La autopista a Buenos Aires sigue siendo una gran trampa mortal
A 14 meses del espectacular accidente en cadena en Arroyo Seco, la traza es un desastre. Basurales
en banquinas, accesos destruidos, humo e imprudencia, una constante. Todo en la ruta que conecta la
segunda ciudad del país con Capital Federal. Sin palabras.
14 de septiembre 2008 · 01:00hs
Mientras las islas siguen ardiendo y repartiendo humo en las adyacencias de la
autopista a Buenos Aires, lo único que varió desde la tragedia vial ocurrida en Arroyo Seco hace 14
meses, es que los hornos de la fábrica de ladrillos desde donde salió gran parte del humo que
provocó aquella tragedia, ya no funcionan más. El resto sigue siendo una trampa mortal: accesos
destruidos, basurales a metros de la banquina, cruces clandestinos por el carril central y
conductores que circulan a excesiva velocidad por una cinta asfáltica que está lejos de reunir las
mínimas condiciones de seguridad. Todo en la ruta que conecta la segunda ciudad del país con
Capital Federal. Sin palabras.
Un paseo por la traza ofrece un paisaje que se va tornando cada vez más natural:
las siluetas de árboles, silos, puentes y poblaciones aparecen detrás de una capa difusa, mezcla de
neblina y humo. Si la dirección del viento gira, la visibilidad se vuelve nula y de pronto no se
puede ver más allá del capó del auto.
Lo primero que aparece al tomar la autopista hacia Buenos Aires es un basural de
interesantes dimensiones sobre la orilla norte del Saladillo del cual se desprenden delgadas
columnas de humo. El subsecretario de Servicios Públicos, Pablo Seghezzo, confirmó que se trata de
un terreno privado ubicado entre las prolongaciones de las avenidas Ovidio Lagos y Oroño, y en el
cual esta semana sorprendieron a dos camiones de empresas recolectoras volcando residuos en forma
clandestina.
"Detectamos ese basural hace casi un mes, pero es complicado, porque es un
terreno privado y estamos esperando una orden judicial para poder entrar a limpiarlo. El terreno
está ocupado por gente que vive de eso, detrás de esto hay una problemática social", explicó el
funcionario, quien por otra parte descartó que la quema de basura ahí fuera espontánea: "En esta
zona no existen problemas de autocombustión, menos si se trata de un basural a cielo abierto, así
que si se trabaja allí, generalmente porque se llenó el lugar de basura y necesitan más
espacio”.
Del otro lado, sobre barrio Las Flores, se ve otro basural más pequeño,
también cerca de la ruta. “Ese fue limpiado hace poco, pero es muy difícil evitar que vuelvan
a formarse”, señaló Seghezzo.
A ese basural humeante le sigue otro, más grande, del otro lado del
arroyo y en jurisdicción de Villa Gobernador Gálvez. Una cava similar se ve en el kilómetro 248, en
inmediaciones de Pavón.
Hornos sin humo. Tres mil metros hacia el sur, sobre el kilómetro 283, hay dos precarios
hornos de ladrillos que si bien no funcionaban al momento de la recorrida de La Capital,
tampoco parecían abandonados. Por su parte, la fábrica de ladrillos Cerámica Arroyo Seco, que
quedara implicada en el accidente fatal del año pasado, continúa operando en el mismo predio sobre
el camino a El Ombú —a metros de la autopista— aunque sin utilizar los hornos.
Voceros de la firma indicaron que tras aquel siniestro debieron
trasladar ese proceso a otro predio alejado de la autopista y aclararon que continúan trabajando
“totalmente en regla”.
Mientras tanto, sobre la traza se puede ver cualquier tipo de
infracción. Los caminos que cruzan el cantero central se multiplican. Y por allí no son pocos los
automovilistas que evitan llegar hasta el puente para cruzar hacia la otra mano. Desde los campos
es común ver salir a camionetas que cruzan el asfalto, atraviesan el carril central y acceden así a
la mano contraria.
Todos los accesos están deteriorados y el común denominador son baches y
grandes desniveles producto del incesante flujo de camiones.
Un párrafo aparte merece el sector que va desde Rosario hasta el peaje
de General Lagos, donde aún no tiene jurisdicción la concesionaria Vial 3. Las banquinas están
descuidadas, los basurales se multiplican y el asfalto está en pésimas condiciones.
Así, una de las rutas más importantes del país refleja desidia y
abandono. Por allí circulan a diario miles de autos. Las soluciones no aparecen y sólo la fortuna
está evitando más muertes. ¿Hasta cuándo?