Por octavo año, Rosario tendrá su Festival Internacional de Teatro, que se desarrollará entre el 8 y el 14 de octubre próximo en distintas salas de la ciudad. Latinoamérica estará representada por obras de Perú, Costa Rica, Brasil, Ecuador, Colombia, Nicaragua y Bolivia, y desde Europa llegarán piezas de España. En tanto el festival también permitirá ver trabajos argentinos de Neuquén, Entre Ríos y Buenos Aires. Rosario, la ciudad anfitriona donde finaliza el Circuito Nacional del Teatro, del que forma parte este festival, mostrará “Relojero”, la puesta de la flamante Comedia Municipal de Teatro; “Moreyra Delivery”, de La Comedia de Hacer Arte y la murga La Cotorra.
Serán en total once espectáculos nacionales y doce internacionales que forman parte del octavo Circuito Nacional de Teatro “Hacia el bicentenario de la Independencia”, que organiza el Instituto Nacional de Teatro, y al que se suman la Secretaría de Cultura y Educación de la Municipalidad de Rosario y el Ministerio de Innovación y Cultura del Gobierno de Santa Fe.
Miguel Palma, coordinador del Circuito, contó a Escenario cuál es el rasgo de identidad que caracteriza esta ambiciosa propuesta. Además de la diversidad de estilos y géneros, según Palma, habrá propuestas para todos los gustos, desde humor, pasando por teatro callejero y adaptaciones de clásicos. Luego de destacar la calidad de las obras, explicó que la idea es acercar nuevos públicos al teatro sin resignar calidad.
Sobre las particularidades de las obras extranjeras, Palma trazó un perfil de algunas de las propuestas. “Los espectáculos españoles, «Distancia siete minutos», es un teatro de mucho contenido y de mucho trabajo dramatúrgico, e «Insectos», es un espectáculo callejero de muñecos articulados de un tamaño descomunal; «Penélope», es una versión con humor de «La Odisea»; «Arbol sin sombra», que es de Italia, pero hecho en Bolivia, es sobre la masacre de Pando, de César Brie; el «Romeo y Julieta» de Costa Rica y «El cielo de los tristes», son de grupos que más allá de la cuestión ideológica, las poéticas son fuertes”, adelantó.
—A través de estos ocho años, ¿hacia dónde evoluciona el circuito?
—El circuito evoluciona claramente hacia un teatro de comunicación. No tanto de investigación como de comunicación. Avanza por ahí porque se usan salas grandes, convocatorias importantes. En Rosario las entradas se terminan. Entonces estamos tratando de traer espectáculos que dentro de una programación ecléctica y variada, tengan una capacidad de comunicación importante. Hemos ido pensando con el tiempo en el tema de que sea el público el que encuentre en estas diferencias cosas siempre interesantes para ver.
—Al coordinar el circuito, ¿influye la calidad de los espectáculos o cómo los va a recibir el público?
—Nosotros tenemos una perspectiva, que es que lo que se puede encontrar en Argentina ya no lo traemos. Hay un buen nivel en el catálogo del Instituto con buenos espectáculos como para armar una buena programación. Traemos cosas que acá no se hacen, o no se hayan visto, que tengan algún interés en particular. Buscamos lo distinto. Nos gusta que el público argentino acceda a algo con mucha calidad y con contenido. Hemos visto rutinas extraordinarias de europeos o de americanos, pero no necesariamente con contenido. Que sea algo distinto desde el punto de vista artístico, renovador, innovador, pero que tenga comunicación, que el público no se encuentre con algo críptico. Me parece muy interesante, y tiene que ver con la investigación, pero para la conquista de nuevo público y para que el público ponga el teatro en el menú de su elección de salida, de su elección para divertirse, para pasar un buen momento, necesitamos otros tipos de espectáculos y los festivales medio que apuntan a eso.
—¿Algo para recomendar?
—De los festivales que hicimos es la programación más pareja. Pero hay cosas para no perderse porque no van a pasar más por acá, o es muy difícil. “Insectos”, de España, es un impresionante relato visual; entre lo imperdible, lo de “Sanos y salvos”, un espectáculo circense contemporáneo. Y en la misma línea, “Kimba Fa”, de Perú que está en la apertura, con un ritmo afropeurano, en el estilo de los Stomp o Fuerza Bruta. Son cosas distintas. Y Brie (“Arbol sin sombra”, que siempre es un placer verlo.