El mercado está dominado en un 90% por las austríacas Speed (pionera en llegar al país en 2001) y Red Bull (2002), y la estadounidense Monster Energy, de Coca-Cola, que cobró mayor presencia en los últimos años. Pero por su precio, Red Bull ha quedado casi afuera: una lata está casi $.2000 de costo para un comerciante, mientras Speed y Monster se reparten el mercado, al venderse al público entre $1.300 y $1.500 en sus versiones clásicas.
Una causa de este nuevo público es la publicidad de estas bebidas que hacen los youtubers, gamers, streamers, y otros creadores de contenido digitales. La estética de su comercialización, los nombres de las variantes, y los sabores, están dirigidos a público púber. Hasta el mismo presidente Javier Milei dijo que tomaba el sabor mango loco de Monster. Esto, combinado con la aclaración de que "no tienen alcohol", producen la sensación de que no son nocivas, y los padres quizás lo desconocen.
Día y noche
Marcos Difilippo, presidente de la Cámara de Kioskeros de Rosario, contó que estas bebidas tienen "mucha salida", y que antes solo existía el consumo nocturno, mientras ahora es "todo el tiempo". Durante el día los adolescentes compran Monster, producto de que "la empresa direcciona el marketing a ese sector, a través de los colores llamativos de los envases y las heladeras, y de que se exhibe en locales que están cerca de las escuelas".
En tanto por la noche, los jóvenes siguen utilizando el producto en las previas del boliche, para cortar bebidas alcohólicas de no tan buena calidad. Y otro consumo novedoso es los que lo toman también a la mañana, luego de una mala noche o una salida para poder ir a trabajar. Además, estas bebidas se consumen antes de ir a entrenar o al gimnasio.
La regulación dictamina que no se pueden expender a menores de 18 años ni a embarazadas, y no se recomienda su consumo a mujeres en período de lactancia. Tampoco está permitido venderlas después de las 23, al igual que las bebidas alcohólicas. Solo pueden ser comercializadas por delivery desde ese momento.
"No vemos de buena manera que los menores consuman este tipo de productos que obviamente son nocivos, como otros que también normalizamos. Por ejemplo, están contraindicados para personas con problemas cardíacos, pero muchas no saben que padecen esos cuadros. Tampoco recomendamos que se consuman desde tan temprana edad. Creo que los padres son conscientes de lo que provocan en el cuerpo, pero no sé si saben lo fácil que es acceder a este tipo de bebidas y el poco control que hay sobre su venta", admitió Difilippo.
En la escuela
Una consulta abierta en X (Twitter) arrojó múltiples testimonios de personas que ven adolescentes y hasta niños bebiendo estas latas, incluso compradas por sus padres. "Esto es culpa de los videos de YouTube. Monster patrocina a muchos youtubers que están tomando eso todo el tiempo. Tengo un hijo de 8 años y siempre quiere que le compre una", apuntó @Amorsanoyleal.
Esto se ve particularmente en los establecimientos educativos: "Cuando llevo a mi nene a la escuela (Normal 2), salen los del secundario y entran los de la tarde. Están todos con eso, es lo que era la Coca-Cola para nuestra generación", describió la rosarina @lunaygatos. En ese sentido, en algunas instituciones han tomado medidas: "El año pasado, una madre del curso de mi nena de 11 años armó un escándalo en el chat de padres porque la directora le sacó el Monster que tomaba el nene en el recreo. Se enteró por el resto de las madres que no es para chicos", contó @soyPame_M
"En la escuela lo prohibimos, los alumnos se hicieron los rebeldes y venían con las latas recién abiertas. Se las hacíamos dejar en la Secretaría. Se había convertido en un problema. Los adolescentes ya son energéticos naturales. Además tuvimos un par de casos de taquicardia. Imaginá si encima hacen deporte en la escuela. Lo hablamos con los delegados, les explicamos y no se toma más", contó @andrea073, docente de una escuela.
Otras personas directamente relatan consecuencias sobre la salud. "En el verano, mi sobrino de 14 años se tomó un Monster y se fue al gimnasio. Al rato llamaron a la madre porque se sentía mal, estuvo un día internado con la presión altísima", dijo @noebardon. Al respecto, @Vesspita sumó: "Tengo un gimnasio y elegí no vender estas bebidas. Solo vendo agua, Powerade y Gatorade".
Más duro fue un testimonio en primera persona de un consumidor asiduo: "Estuve tomando Monster durante años, a veces dos al día. Lamentablemente, eso me ocasionó problemas de presión arterial de por vida. El médico me dijo que tenía adicción y me pareció una pavada. Hoy ya no me causa risa", lamentó @barodeviver.
Daños a la salud
¿Qué le hace al cuerpo una bebida energizante? "Se trata de bebidas que poseen sustancias que aportan energía al sistema metabólico. Tienen alto contenido de azúcar, cafeína y a veces un aminoácido llamado taurina. Algunas marcas tienen vitaminas B y/o D, que también tienen un poder estimulante", definió Pablo Lapalma, médico y docente de Farmacología de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de Rosario (UNR).
El profesional relató que las energizantes nacieron como un desarrollo para el uso de deportistas de alto rendimiento. Por ejemplo, para un deportista que está corriendo un triatlón durante 12 horas: "No son nocivas por sí solas. Una lata de 250 centímetros cúbicos tiene la misma cantidad de cafeína que una taza de café de filtro. Lo que puede convertirla en peligrosa es el contexto de consumo. En el caso del deportista, claramente es beneficiosa", explicó.
Pero no sucede lo mismo en cuerpos de niños y jóvenes, donde todavía muchos sistemas se están desarrollando, como el cardiovascular, el metabólico, hígado y páncreas, y neurológico. "No es muy habitual que los padres le den de tomar café a los niños pequeños, porque dicen que le puede hacer mal. Esto es lo mismo", aseguró Lapalma.
Sin embargo, es difícil que los consumidores sean conscientes de estos peligros por una cuestión regulatoria. "Es un producto que se vende en la misma heladera de la Coca-Cola. Uno lee es prospecto y no dice nada, porque es considerado por la normativa como un producto alimenticio, entonces se vende en cualquier lado: supermercados, quioscos o la calle. Como mucho tiene el octógono de exceso de azúcar", explicó.
Pero para el médico, el verdadero peligro es cuando este producto se consume en momentos de recreación nocturna combinado con otras sustancias, legales o ilegales. Las energizantes son estimulantes del sistema nervioso central. El alcohol es un depresor. Las interrelaciones que se generan entre las sustancias, advirtió el docente, "son peligrosas". Ni hablar si hay cocaína, anfetaminas y benzodiacepinas, como el Rivotril, LSD o ketamina.
"Eso sí ya representa un riesgo altísimo de que se produzcan problemas graves para la vida de manera aguda. Y son las combinaciones que se ven mucho en las guardias hospitalarias y los servicios de emergencia", relató. Los principales efectos que pueden producir son cardiovasculares, desde arritmias graves hasta mortales, y crisis hipertensivas.
El mayor problema es que, a diferencia de los mayores, que suelen estar diagnosticados, los jóvenes que tienen circunstancias patológicas, como por ejemplo un trastorno eléctrico cardíaco, muchas veces no saben el peligro que significan estos consumos que ponen el cuerpo al límite. Al llevar una vida normal y sana, aún no se les ha expresado. "Pero es cada vez más frecuente ver patologías cardiovasculares en personas jóvenes que practican deporte de alto rendimiento, por ejemplo, donde están sobreexigiendo todo este sistema y ahí aparecen estos trastornos que previamente tenían silenciados", cerró Lapalma.