El Macro ya tiene definida su próxima fachada. Los tradicionales Silos Davis, que alojan al museo de arte contemporáneo de la ciudad, serán intervenidos por la propuesta ganadora del concurso de pintura exterior del establecimiento. Los arquitectos Florencia Meucci y Manuel Cucurell son los responsables de “Paint is not dead”, la idea que va mucho más allá de su color rosa predominante y busca pensar la pintura del edificio como un hecho performático.
La dupla detrás del proyecto, que fue premiado el pasado domingo durante la apertura de la Quincena del Arte, viene colaborando hace tiempo. Los dos son parte del estudio de arquitectura Acoople, a la vez que dan clases en la Facultad de Arquitectura, Planeamiento y Diseño de la UNR. Y ambos llevan adelante “Simbiosis”, una propuesta de instalaciones performáticas en obras de arquitectura, que motivó también el concepto de “Paint is not dead”: la pintura no está muerta.
“Un poco lo que nos caracteriza es que siempre tenemos esta curiosidad de expandir las perspectivas”, afirma Manuel en diálogo con La Capital. “Venimos con una cuestión de no pensar en cosas estancas sino más que nada en los dinamismos que se generan alrededor de eso. Entonces, más que diseñar un objeto, queríamos pensar más en un proceso performático”, explica el arquitecto sobre la propuesta que se explayará sobre el Macro.
En imágenes, el diseño parece simple: un rosa pálido desciende chorreante por los Silos Davis y se integra al color original de la estructura portuaria. Pero hay mucho más que esa “forma final”.
Silos Davis nuevo
“Paint's not Dead”, de Florencia Meucci y Manuel Cucurell, ganó el concurso de pintura exterior del Macro.
“La idea es que la pintura pase a ser un acontecimiento. Darle más importancia a esa acción y hacer parte a la gente de esa acción. Eso siempre sucedió, en todos los diseños que hubo, el momento de la pintura fue un momento pero no se reconoció como tal”, elabora Flor, quien tiene recorrido en las artes escénicas. Esto tiene que ver con la línea de trabajo de Simbiosis, que busca “darle valor estético a cosas a las que uno normalmente no se las da”.
Es decir que, en esta oportunidad, la ejecución del diseño sobre el Macro será parte de la obra en sí misma, donde el proceso de pintura de la pared será pensada de una forma “no tan objetual, sino más performática”. Según aporta Manuel, esto tiene sustento y antecedente en las experiencias de la estética relacional, “donde la obra es simplemente un disparador para que suceda la real obra que es la dinámica que se genera con los espectadores”.
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De esta manera, no hay un significado fijado o fijo en el diseño, sino que la interpretación queda abierta a lo que elaboren las personas en el encuentro con la performance. A nivel técnico, esto les demandará “diseñar un dispositivo” para la ejecución, con previo asesoramiento con los técnicos de la marca de pintura y con la gente del museo, para que dentro de lo ingobernable del acontecimiento puedan controlar que el diseño se acerque lo más posible a lo deseado.
Silos Davis nuevo
Una idea del dispositivo que permitiría ejecutar la idea de Florencia Meucci y Manuel Cucurell sobre el Macro.
Por qué rosa
Cuando se dio a conocer el flamante diseño donde predomina el color rosa, hubo sorpresa y curiosidad. Es que el rosa es el color del momento, entre el furor por “Barbie” (donde se usaron tantos litros de pintura rosa que se desabasteció el mercado) y por el Inter Miami de Lionel Messi (cuya camiseta es de ese color). En este caso, nada tiene que ver la tonalidad elegida con esta coyuntura.
“Pensamos en cómo generar algo que contraste pero que a su vez armonice. Pensamos en el marrón del río, el verde de las copas de los árboles que están ahí entremezclándose con los silos, el cielo, el ocre del museo, nos parecía que como apuesta era interesante encontrar un punto medio. Y nuestra decisión por el rosa tuvo que ver con eso”, desarrolla Manuel.
“La elección del rosa no es casual. Nos gustaba la idea de volver al color original del silo para después afectarlo con este nuevo color pero también respondiendo a todos los nuevos colores del entorno”, suma Flor.
Sobre el hecho de haber sido seleccionados en este concurso devenido un clásico de la ciudad, la dupla creativa asegura estar todavía “cayendo”.
“La verdad que estamos super contentos. Teníamos mucha seguridad en lo que estábamos planteando pero a la vez también sabíamos que era un riesgo. Así que tenemos una alegría muy grande que el jurado la viera y haya creído en eso, así que queremos agradecer la confianza”, afirma Flor, que pasa todos los días en bici por la puerta del Macro. Después de imaginar insistentemente su propuesta sobre la fachada, le tocará verla concretada, aunque todavía no se conocen los plazos de ejecución.
Por su parte, Manuel valora incluso el proceso de participación en el concurso, al cual ya se habían presentado con anterioridad. “Es lindo el ejercicio de detenerse en la vida cotidiana para pensar una propuesta, fundamentarla. Me parece que es algo que alimenta las búsquedas personales y que a su vez en esta cosa simbiótica también se alimenta de eso”, apunta el arquitecto.
Finalmente, los dos valoran la reacción positiva del público ante el anuncio del nuevo diseño. “El recibimiento fue muy lindo. Como la propuesta es performática mucha gente estaba en plan ‘bueno avisen cuando pinten y vamos y registramos’. Y está bueno porque es una respuesta muy específica a lo que estamos proponiendo”, cierra Flor.
“Ayer me pasé casi todo el día respondiendo mensajes de gente que se pone contenta porque nos conoce del trabajo, o de la facu, o de que somos manija y estamos todo el tiempo queriendo hacer algo. Esa respuesta fue muy linda", concluye Manuel.