"Fuga de la Patagonia", la primera ficción de Francisco D'Eufemia y Javier Zeballos, narra el escape del perito Francisco Moreno de las manos de una tribu mapuche, a la vez que siembra la polémica sobre sus aportes a la preservación de los parques nacionales, como también para la Campaña del Desierto. El filme, que se estrena hoy en Rosario, participó en la competencia argentina del último Festival Internacional de Cine de Mar del Plata, fue elegido el año pasado para la competencia Work in Progress del mismo festival y obtuvo el premio Raymundo Glayzer Región Metropolitana.
No se trata sólo de una película de acción, enmarcada en los ríos y montañas del norte patagónico, sino, también, de una obra que pone al desnudo el papel de uno de los exploradores más importantes que tuvo el país y cuyas cartografías sirvieron para el cabal conocimiento del territorio nacional.
"Para los proteccionistas y amantes de los parques, es un ídolo porque fue el fundador de los parques nacionales. Por otro lado, como antropólogo es conocido como «coleccionista de huesos» y es repudiado por todas la comunidades de los pueblos originarios", señaló D'Eufemia.
Además, "Fuga de la Patagonia" tiene todos los elementos de un western: indios que persiguen al hombre blanco, que a su vez debe enfrentar a otros hombres blancos forajidos para poder llegar al fortín que el Ejército tiene a las puertas de la proclamada civilización.
Fuga de la Patagonia VIDEO
"Desde el inicio sabíamos que no queríamos hacer una película de época. No nos parecía imposible abarcar todos los sucesos de la vida del perito. Entonces nos concentramos en uno de sus relatos, que engloba solo una fuga y que transcurre a lo largo de tan solo seis días. Esto nos permitió construir una épica a escala micro, que se concentrara en la acción, en la supervivencia y en la lucha del hombre con la naturaleza", dijo D'Eufemia.
Tampoco escatimaron en recursos como los escapes a caballo, la navegación en balsa y algunas caídas en los rápidos que hicieron temblar a unos actores que si bien no tienen cartel, están a la altura de esta sólida propuesta.
"El rodaje, a pesar de toda la complejidad que implicaba, ocurrió sin complicaciones. Fue una experiencia muy intensa pero gratificante, en la que todo el equipo sintió que, al lanzarnos así a la naturaleza, replicábamos el espíritu de los exploradores de esa época", agregó Zeballos.
Los realizadores explicaron que la película se filmó en seis semanas en escenarios naturales, con climas de 4 ó 5 grados bajo cero navegando en el río ó 30 grados al sol en el desierto,donde debían correr y hasta caerse de un caballo.
—¿Por qué decidieron filmar todo en escenarios naturales y no realizar tomas de estudio?
—La película está inspirada en un diario de Moreno. El primer desafío era rastrear las locaciones reales que él había nombrado y llevar el rodaje allí, lo cual no fue tan difícil de encontrar. Pero aparecieron limitaciones de producción, porque hay cuestiones legales para poder llevarlo adelante, como ríos no navegables. No hay nada trucado, la balsa era de palos, como se ve en la película y pesaba 500 kilos.
—Llama la atención la cercanía de los personajes con la cámara, sobre todo cuando navegan...
—No sólo estaba la balsa con los actores, sino los equipos, porque la idea siempre fue tener una impronta pegada a los actores. Es más fácil filmar de lejos y trucar que hacerlo como lo hicimos. Estar cerca en el río pasaba a ser un problema y no queríamos filmar desde la seguridad de la costa, por lo que armamos un dúo con la balsa de madera y un gomón, en el cual viajaba la producción.
—Parece un filme ambicioso para ser el primero en ficción...
—Fue una inconsciencia absoluta de nuestra parte. Hoy el escenario de realización y producción sería otro. Nosotros agachamos la cabeza y fuimos para adelante. Los documentales los hicimos en el medio de esta película, lo cual es más siniestro porque arrancamos con esta aventura. Siempre quisimos hacer un western de calidad. Fuimos siempre a las locaciones y como la naturaleza es atemporal, se podían conseguir los escenarios que queríamos, pero eso a veces también era una complicación porque a la naturaleza no la controlás.
—En cuanto al perito Moreno, ustedes no lo juzgan, pero dejan en claro que gracias a su trabajo se masacró a los pueblos originarios...
—La idea no es bajar línea, sino generar preguntas para reflexionar y quien quiera pueda investigar porque hay mucha información de ambos bandos. El conflicto sociopolítico está latente en la película. La historia es previa a la debacle y esas opiniones se pueden ver. Las dudas están a la vista en todos los personajes con el conflicto al borde de explotar.
—La figura de Francisco Moreno es muy controversial...
—Sí, y tampoco era bien visto como empleado del gobierno de Buenos Aires, era una especie de espía declarado. El último gran paso de la Campaña del Desierto se da por las cartografías de Moreno. Si bien él era un expedicionario y no comandaba los ejércitos, muchos lo ven como una traición a la confianza de los mapuches.
—¿Cómo decidieron abordarlo?
—Fue algo delicado. Uno no quiere tomar partido de algo que no vive ni conoce. Queríamos mostrar a la figura alejada del prócer y como un hombre convulsionado por la geopolítica de ese momento. Era un humanista en un año en el que el presidente Julio Argentino Roca dice en el Congreso: "Hay que aniquilar a los indios que afloran en la Patagonia".
—En la película hay actores mapuches y se habla en esa lengua. ¿Cómo encararon el trabajo con las comunidades, teniendo en cuenta esa controversia?
—Ellos volvían sobre la imagen de Moreno, pero explicando el enfoque no fue una barrera para realizarlo. De hecho, todo el mundo participó con la mejor predisposición. Trabajaron referentes mapuches que asesoraron sobre el ritual de sanación que aparece en la película. En ese sentido, quisimos reflejar la cultura mapuche, sin ser una película cuya intención sea esa.