Edgardo Bauza regresa a Central después de 17 años. Por supuesto que no es el mismo. De aquel debut en 1998 como entrenador de primera división a este presente transitó un largo camino. Es por eso que el retorno a su club está marcado por una vasta experiencia. Como así de aprendizaje. Dos componentes que constituyen el mayor capital laboral que puede ostentar hoy un director técnico. Que sabe de sinsabores, pero que también conoce de logros trascendentes. Que comprende de grandes presiones, como así de inolvidables consagraciones. Es por todo ello que el Patón vuelve como sinónimo de orden. Como garantía de esa organización futbolística que toda institución debe contar para poder edificar un presente deportivo consistente y con proyección.
En un fútbol tan permeable a la crispación transversal que contamina a los diferentes sectores, es fundamental encontrar un conductor con el temperamento indispensable que absorba toda tensión colateral para transmitir la tranquilidad que cualquier proyecto requiere. Por esto también Bauza llega en un momento necesario para Central, porque como se dice en la cotidianeidad, es un técnico con espalda.
Y también con suficiente rodaje para hacer caso omiso a los cuestionamientos de aquellos esteticistas del fútbol, quienes siempre objetaron una forma de juego que se sustenta en la necesidad de forjar los cimientos antes de construir el techo.
En función de sus convicciones, las que fue fortaleciendo y optimizando con el devenir de los años de DT, es que el Patón ya no se altera ni se detiene a considerar las críticas sobre su hipotética mezquindad o calificación de entrenador ultradefensivo, porque ante eso muchas veces respondió que "es común que analicen no lo que uno pretende del equipo sino de cómo desea el periodista que el equipo juegue".
En términos futbolísticos, Bauza es un obsesivo del armado táctico y técnico de un esquema defensivo que garantice el equilibrio para desarrollar las diferentes variantes ofensivas disponibles, y es por eso que las primeras semanas en el predio de Arroyo Seco su cuerpo técnico se abocará a esa tarea (ver aparte).
Conocedor del desafío que constituye reformular futbolísticamente a Central, el plantel canalla en esta ocasión tendrá un conductor diferente a los de los últimos tres años, donde los futbolistas saben de antemano que habrá un liderazgo con la suficiente autoridad que lo eximirá de otras responsabilidades que no sean las de entrenar y jugar. Es decir que se reduce considerablemente el espacio para excusas o deliberaciones.
Y seguramente los directivos también descansarán en la figura de Bauza, porque una vez que garanticen las respuestas a los requerimientos futbolísticos, todo lo que suceda en el campo será responsabilidad de un DT con jerarquía que, más allá de los imprevistos, siempre reduce el margen de error.
Bauza vuelve a Central como sinónimo de orden y de autoridad. Y lo hace con una alegría manifiesta. Porque pese a los desencuentros por diversas circunstancias, admitió que siempre albergó la ilusión de volver. Con la determinación de ir por objetivos superadores. Y más allá de los gustos, simpatías o enconos, regresa con el conocimiento y temple imprescindibles para tratar de dar el salto de calidad que Central hoy necesita. De él y su cuerpo técnico dependerá.