“A la combinación Dúo, muy aceptada por tener baja toxicidad, la utilizan alrededor de 2.150 personas (en el país) que frente a la escasez debieron modificar el esquema de drogas por otras; en Santa Fe alrededor de 200 personas no pudieron iniciar este tratamiento por falta de stock”, detalla Mariana González Muñoz, presidenta de la asociación civil Vox, una ONG local que trabaja por los derechos de las disidencias sexuales y de quienes viven con el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH). Los antirretrovirales que se indican en estos casos deben ser enviados por el Ministerio de Salud de la Nación, pero, alertados ante las insuficientes reservas, organizaciones y usuarios le reclaman a la provincia que se involucre en su compra. El objetivo es evitar que la provisión se interrumpa porque de eso depende el éxito del tratamiento.
En ese sentido, la semana pasada la abogada González Muñoz pidió una reunión con Analía Chumpitaz, a cargo de la Dirección de Promoción y Prevención de la Salud de Santa Fe. Fue tras participar del primer Consejo Asesor de Salud Sexual y Reproductiva en representación de Vox y de la Coordinadora Orgullo (más conocida como La Coordi, que nuclea a grupos y colectivos rosarinos de la diversidad). La reunión se desarrolló en la sede local de la Gobernación, donde las autoridades presentaron líneas de acción en materia de salud sexual reproductiva y no reproductiva, recuerda la referente. A las organizaciones les urge además y sobre todo la cuestión de los tratamientos para el VIH: por un lado, carecen de interlocutores en el ámbito federal y por otro, “hay medicamentos y combinaciones sin stock; otros en riesgo de agotarse en breve”.
En junio pasado ya entablaron diálogo con la gestión santafesina “a partir de una información: el Ministerio de Salud de la Nación, que tiene la obligación de proveer y distribuir, no había hecho las licitaciones correspondientes”, continúa González Muñoz. “Le pedimos a la provincia que compre (los antirretrovirales) porque no hay otra solución. Y se adquirió una pequeña cantidad, pero esto tiene que comprarse todo el tiempo porque se necesita todo el tiempo. Agosto sería el último mes porque ya en septiembre, en otros casos en octubre, no habría. Y esto nos genera incertidumbre, angustia”, admite y aclara que “no es un problema solo para el sector público sino también para quienes tienen obra social”.
Cuáles son
En concreto, los antirretrovirales y combinaciones sin reserva son Raltegravir, Raltegravir granulado, Dolutegravir + Lamivudina (Dúo), Abacavir + Lamivudina. Mientras que están en riesgo de agotarse en breve los denominados Etravirina, Zidovudina y Dolutegravir. Los datos que proporciona la presidenta de Vox se sustentan a su vez en el último informe especial de stocks de la fundación Grupo Efecto Positivo, que desde hace años gestiona un observatorio de acceso a medicamentos en la Argentina. “Las personas con VIH nos encontramos atentas y en estado de alerta con el seguimiento de compras en curso, en especial aquellas relativas a los cuatro medicamentos o combinaciones cuyo stock ya se encuentra comprometido”, expresan en el documento. “Nos preocupa que (?) se repitan las situaciones de faltantes de tratamientos de VIH como ocurrió en 2001 y durante los años 2016-2019”, añaden.
En esa línea, González Muñoz apunta que la situación fue tan grave en el país tras la crisis de 2001 en materia de provisión de medicinas, que en 2003 desembarcó un fondo mundial de lucha contra el sida, la tuberculosis y la malaria. “Los equipos permanecieron durante cinco años y cuando se estabilizó la economía, se retiraron. En ese período hubo campañas de prevención y mejoró mucho la situación, bajaron los casos”, rememora. Tener continuidad en la ingesta de los antirretrovirales (todos los días, siempre) es clave porque de esa manera se evita la replicación del virus. Es decir que la infección no se cura pero se vuelve crónica: las personas seropositivas logran así una calidad y expectativa de vida similar a quienes no tienen VIH.
Pero también hay otros aspectos que preocupan, como la falta de promoción del uso del profiláctico, sobre todo en las generaciones más jóvenes. Esto impacta en el aumento de los casos de sífilis, una infección bacteriana de transmisión sexual (la curva viene en crecimiento desde 2021, en la provincia y en el país).
Problemas en el transporte
Los primeros casos de contagio del retrovirus VIH, que ataca el sistema inmunitario, se dieron en 1981. Solo la etapa avanzada de la infección es la que se denomina Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida (Sida), por la aparición de un conjunto de síntomas. Más de cuatro décadas después, los tratamientos existentes permiten disminuir la cantidad de virus en sangre al punto de mantenerlo indetectable (lo que implica que no es transmisible a través de relaciones sexuales).
“Si en el pasado mucha gente se contagió porque no tenía información, hoy tendría que conocerse más sobre este tema. Sin embargo, lo contraen personas muy jóvenes, de 18 a 20 años”, coincide acerca de la falta de uso del preservativo Mariana Fernández, de Travestis y Trans Autoconvocadas, una asociación que nació en Rosario durante la pandemia de coronavirus. Como una de sus voceras, adelanta a La Capital el reclamo que elevarán en los próximos días al Ente de la Movilidad de Rosario a propósito del pase libre por VIH en el transporte urbano de pasajeros.
“Para permitir el ingreso gratuito de un acompañante, el beneficiario marca la tarjeta -que es personal- y aparece en una pequeña pantalla una placa de VIH positivo. Esto vulnera la privacidad y la confidencialidad de los resultados médicos de las personas travestis y trans, quienes se ven expuestas a revelar información sensible sobre su salud de manera injustificada y discriminatoria”, puntualiza Fernández y pide que esta modalidad cese cuanto antes.
“Cuando alguien se hace el test, los únicos que deben saberlo son el paciente y el médico. Pero resulta que al marcar la tarjeta Sube en el colectivo, el chofer (no todos los pasajeros) se entera. Antes no era así”, explica Fernández sobre un descubrimiento que hicieron miembros de la organización hace dos semanas de casualidad. Lo corroboraron y desde entonces algunos usuarios prefieren abstenerse de usar el pase para evitar cualquier riesgo de divulgación y señalamiento, en una coyuntura de derechos cercenados de la población LGBTTI y discursos de odio.
“Lo que pasa con el boleto nos parece grave porque viola la dignidad de las personas con HIV, en un contexto en el que todavía hay miedo de la sociedad hacia la enfermedad a tal punto que muchos no se animan a contarlo”, concluye sobre una práctica que, a juicio de la comunidad, “contribuye a perpetuar la estigmatización y discriminación hacia las travestis y trans”.