Dos hectáreas de bosque fueguino sobreviven a cuatro cuadras del canal de Beagle y a dos del centro de Ushuaia. Lengas, ñires y guindos resguardados por la firmeza de una mujer, sus hijas y la comunidad frenan a la voracidad inmobiliaria y turística.
Entre las avenidas Magallanes, 25 de Mayo y Laserre, el alto follaje corta el viento frío y teje un refugio para cobijar el juego de los niños. "Estamos focalizados en el trabajo con alumnos y escuelas. Nuestra estructura es pequeña para recibir al turismo, pero igual vienen visitantes", dice Mónica Alvarado, artista plástica, nieta de los antiguos habitantes del lugar y directora de la Fundación Cultivar, creada en 2004 para preservar al bosque Yatana. "En 1998 conocí a Cristina Calderón, abuela yagán de Puerto Williams (Chile), ella sugirió el nombre de Yatana, que en su lengua significa tejer. Ahora, los chicos juegan con lanas de colores y entrelazan árboles, mientras los vecinos entrecruzan la memoria con la tierra para hilar solidaridad y compromiso.
Sobre ese tejido comunitario, Mónica resalta: "Es un desafío, un proyecto que lleva esfuerzo y articula a muchos sectores de nuestra sociedad: jóvenes, adultos, niños, vecinos y turistas".
Al transitar los senderos de interpretación, el guía cuenta las características del bosque, su historia, la relación con el arte y el vínculo de los pueblos originarios con la naturaleza. En la natural magia del lugar también descansa una ballena de 20 metros, creada en arcilla por el rosarino Adrián Villar Rojas para la Bienal del Fin del Mundo.
"Los habitantes originarios del lugar utilizaron la práctica de la cestería, como otras manifestaciones artísticas, para alimentar la identidad grupal a través del trabajo, para y materializa el deseo de crear y trascender. El arte moviliza todos los aspectos intelectuales y emocionales del hombre, ofreciendo vías de comprensión y conocimientos integrales, conformándose como herramienta indiscutible de la educación y partícipe esencial de la cultura", indica Cultivar.
Yagai. Desde abril de 2008, el Programa Educativo Yagai convoca a 3.300 niños fueguinos. Además, no faltan las madrinas y padrinos de Yatana, voluntarios para tareas como la "Minga a la Pachamama", trabajo solidario inspirado en costumbres milenarias, como "emprender juntos el mantenimiento del bosque". Otros programas son: Hilos y Hojas: conecta a los niños con sus propios mundos creativos y los vincula con su entorno natural y social. Huerta Educativa: apunta a valorizar la cultura del trabajo de la tierra. En Cestería Yatana se transforman residuos en objetos artísticos. También se teje con ramas y papeles. Con el espacio de Valores de la Naturaleza, resaltan las estrategias de plantas y animales.
"La ancestral recolección en el bosque se realiza para que los niños conozcan cómo los originarios convivían con la tierra y la consideraban como su familia. No se tomaba más de lo necesario para vivir y esperaban que el árbol se cayera para utilizarlo. Sin dañar al lugar, los chicos toman hojas, ramas, plumas y resaca para crear artesanías, tejidos e instrumentos", explican.
Mónica nació en 1967 y estudió en la Escuela Nacional de Arte y en la Escuela Superior de Bellas Artes de la Nación, especialidad Pintura. En 2001 presentó la muestra "Memoria de Islas", con abuelas yaganes. Participó en exposiciones internaciones y su obra está relacionada con la naturaleza y la culturas ancestrales.
"Para que el bosque viva, debe ser querido y cuidado. Se siembran valores en el corazón de los niños para volver a conectarnos con la Madre Tierra, como sus hijos naturales", explican.
Amparada en montañas y mar, la explotación comercial que presiona sobre Ushuaia (bahía que penetra hacia el poniente, en lengua yámana) no pudo con el grupo de vecinos que se convirtieron en guardianes de la memoria del lugar y su gente.