Nada mejor que ir armando sobre bases sólidas. Y a este Central se le está tornando moneda corriente poder manejarse entre las exigencias de un fútbol argentino tan competitivo en medio de la venia que entregan los resultados. Para cualquier técnico esto debería ser importante. Para Eduardo Coudet mucho más. Es que se trata de un entrenador que está haciendo sus primeras armas y que en dos partidos lleva la misma cantidad de triunfos. Mejor imposible. Pero en medio de esa satisfacción hay una vuelta de tuerca que el Chacho debe empezar a darle a su equipo y que tiene que ver con el volumen de juego que él y sus dirigidos pretenden. Porque lo de Tigre fue apenas regular, amén de la victoria, que cuenta por supuesto. Y si se toma como una pata flaca del agónico triunfo en el Gigante es precisamente por algunas consideraciones que el propio entrenador realizó en la previa del encuentro, en medio de un convencimiento acerca de que ese juego asociado que prácticamente no había aparecido contra Racing sí iba a hacerse presente en la segunda fecha. Tampoco sucedió. Pero, claro, como se sumó de a tres hoy ese tema ocupa y no preocupa. De allí la yapa del DT para seguir trabajando sobre la base de los resultados.
Para iniciar cualquier análisis pormenorizado del fútbol desplegado por Central el sábado en el Gigante alcanza con citar una pequeña frase de Coudet en el pospartido. “Lo ganamos a lo Central, que no es mi idea, sino la de cerrar un partido con mucho más fútbol”. ¿Cuál fue el mensaje entre líneas? Que el rendimiento lejos estuvo de convencerlo y que muy poco de lo planificado se había podido llevar a la práctica. Porque así como se hizo gala de la versión utilitaria del equipo en el Cilindro de Avellaneda también hubo una gran ilusión en relación a que frente a Tigre ya se jugara a otra cosa. El intento estuvo, pero no así el resultado de ese intento.
Pero claro, Central jugó dos y los ganó. Y la gente se fue del Gigante el sábado montada en la cresta de una ola que viene revolviendo la ilusión. Y es entendible que a muchos poco les importe con qué argumentos se va logrando cada triunfo. Coudet eso lo sabe a la perfección porque lo dejó en claro a minutos de haber terminado el partido. Pero debe saber también que además de los seis puntos que hoy apuntalan, en el arranque de la semana deberá pararse frente al grupo sabiendo que el trabajo hacia ese salto de calidad en cuanto al juego no debe claudicar.
Sonaría impensado y hasta un cierto grado de exigencia desmedida pretender que Central hoy exhiba su maquinaria con todas sus piezas aceitadas y debidamente ensambladas. No lo logra el equipo de Coudet ni ningún otro equipo. Sí el Chacho tiene una herramienta a favor, a la cual echar mano para que el trabajo resulte mucho más productivo en el menor tiempo posible: los resultados.
Es que así como en la semana pasada se habló de la calma con la que podía trabajar el técnico canalla en la búsqueda de la inserción de aquellos futbolistas que habían quedado afuera en el debut, hoy se puede hablar de ese período de gracia del que puede disponer Coudet para hacer que la cosa desde lo futbolístico se afiance.
Hoy se respira un aire de tranquilidad. Esa tranquilidad que sólo pueden entregar los buenos resultados, amén de que las producciones no colmen todas las expectativas. Y es a partir de ese bálsamo desde donde resulta mucho más placentero pararse para otear el panorama, realizar análisis más sesudos y meterle pilas para mejorar. Porque esta historia que recién comienza todavía tiene capítulos inconclusos o aún no resueltos. Pero a los que seguramente es mejor abordarlos desde la confianza que otorga el saber que ningún punto quedó en el camino. Una base no sólo nada despreciable, sino indudablemente propicia de capitalizar.