Michel Temer ha decidido prolongar el suspenso: "No renunciarei". Lo dijo dos veces. Una para los demás. La otra para sí mismo. Para convencerlos y convencerse, quizá. Su gestión parece ajustarse al guión de las telenovelas de romance y de comedia de la tarde y de melodrama de la noche. Un clásico de Brasil desde los años cincuenta capaz de mover los horarios de la misa y del fútbol. La telenovela de Temer debía encontrar su desenlace en la dimisión del cargo y la convocatoria a presidenciales, previstas oficialmente para octubre de 2018. Prefirió extenderla un par de capítulos más a pesar de las aparentes pruebas en su contra por obstrucción de la Justicia.
Su desmentida va a contramano de las imágenes difundidas por O Globo en las cuales avala la compra del silencio de un político encarcelado. Las grabó en secreto un empresario de la industria de la carne. Los hermanos Joesley y Wesley Batista, dueños del frigorífico JBS, habían arribado a un pacto con la fiscalía como parte de la investigación de la corrupción en Petrobras.
Temer cayó en la celada en la residencia oficial. Joesley Batista le dice el 7 de marzo que le está entregando dinero a la familia de Eduardo Cunha, ex presidente de la Cámara baja y principal impulsor del juicio político contra Dilma Rousseff, para no implicarlo, así como a Lúcio Funaro, preso por la pesquisa de Petrobras, llamada operación Lava Jato. Cunha, economista, era un locutor de radio cristiano evangélico que publicaba citas de la Biblia en Twitter. Está en prisión por haber lavado dinero a través de una iglesia evangélica.
Dilma Rousseff cayó por maquillar las cuentas públicas. Temer, su vicepresidente, está acusado de haber obtenido un soborno de 40 millones de dólares para el Partido del Movimiento Democrático de Brasil (PMDB) en 2010. Lo niega. Tiene inmunidad temporal por el fuero. El Supremo Tribunal Federal resolvió ahora investigarlo por la operación Lava Jato. Decenas de empresarios y políticos, entre ellos congresistas de todos los partidos, están bajo la lupa.
De renunciar Temer, el presidente de la Cámara baja, Rodrigo Maia, debería sustituirlo durante un mes mientras el Congreso decide quién concluye el mandato. Pequeño detalle: Maia está siendo investigado por corrupción. Nadie se salva en la telenovela brasileña. El senador Aécio Neves, ex candidato presidencial por el Partido Social Demócrata Brasileño (PSDB), también recibió un soborno. La policía allanó sus propiedades y detuvo a varios familiares para interrogarlos.
La calle se concentra en un solo grito: "Diretas, já". Elecciones directas. Imposible. Requieren una reforma constitucional. Eso podría haber sucedido en los dos primeros años de gobierno. El de Temer, iniciado por Dilma, superó ese umbral en enero. De haber elecciones, según las encuestas de opinión, ganaría Lula. Surge otro problema: el líder del Partido de los Trabajadores (PT) enfrenta hasta ahora cinco procesos judiciales por corrupción.
Salvoconducto
Las salidas, en tanto Temer se aferre a la presidencia como si fuera su único salvoconducto para no ir preso, van por un juicio político que llevaría unos meses, como el de Dilma, o por la posibilidad de que el Tribunal Superior Electoral inhabilite en junio a Dilma y a Temer por haber financiado en forma ilegal la campaña de 2014. De llegar a esa instancia, el orden de sucesión serían los presidentes de la Cámara baja, del Senado y del Tribunal Supremo. Los dos primeros están envueltos en el escándalo Lava Jato.
El pánico inundó los mercados, aliados de Temer por su adhesión a las resistidas reformas laboral y previsional. También replicó en el real. Lejos del romance y de la comedia de la tarde, la telenovela de la noche supera el melodrama en medio de una fenomenal polarización social y una aguda fragmentación de los partidos. El dinero negro para fines políticos demuele cualquier discurso, más allá de la redistribución de renta aplicada por los gobiernos de Lula y de Dilma. Una cosa no justifica la otra. Cuarenta millones de personas ascendieron a la clase media en Brasil. No sólo demandan ahora mejoras en educación, salud y seguridad, sino también el último capítulo. El broche de esta abrumadora temporada.
Vinculan a Lula y Dilma en el cobro de millonarias comisiones ilegales
Michel Temer aparece junto a sus predecesores, Lula da Silva y Dilma Rousseff, en una lista de beneficiarios de sobornos pagados por el conglomerado J&F de los hermanos Batista. La lista fue entregada a la fiscalía por el presidente del grupo, Joesley Batista, en el marco de un acuerdo de delación premiada. Joesley fue la «garganta profunda» que grabó secretamente una conversación comprometedora con Temer, en tanto que otros directivos del grupo lanzaron señalamientos con potencial tanto o más destructivo que los que hicieron 77 ex ejecutivos de la constructora Odebrecht, implicada en el escándalo Petrobras. Además de Joesley, también declararon ante la fiscalía su hermano y socio Wesley Batista y Ricardo Saud, director de relaciones institucionales de J&F. Algunas de las acusaciones más destacadas:
•Temer. Saud asegura que J&F benefició a Temer en la campaña de 2014 (en la cual revalidó su condición de vicepresidente de Rousseff) con pagos ilegales por 15 millones de reales (6,37 millones de dólares), en retribución de una "actuación favorable" a los intereses de J&F. Ya presidente, Temer habría pedido este año, junto al diputado de su partido (PMDB) Rodrigo da Rocha Loures, un 5% de los beneficios obtenidos para acabar con el monopolio de la estatal Petrobras en el suministro de gas, una medida que habría beneficiado a la Empresa Productora de Energía en Cuiabá (Mato Grosso) bajo control de J&F.
• Lula y Dilma. Batista y Saud aseguran que J&F pagó sobornos por 50 millones de dólares en una cuenta en el exterior destinados a Lula y cerca de 30 millones en otra cuenta también en el extranjero en beneficio de Rousseff, bajo la intermediación del ex ministro de Finanzas de ambos, Guido Mantega, investigado por la operación Lava Jato. Según los empresarios, el saldo de estas dos cuentas llegaba a 150 millones de dólares en 2014. El despacho de abogados de Lula, Teixeira&Martins, rechazó esas acusaciones y aseguró que el líder izquierdista es inocente, ya que no le fue encontrado "ningún valor ilícito" cuando los fiscales de Lava Jato quebraron su secreto bancario y fiscal. Rousseff también consideró esas acusaciones "improcedentes e inverosímiles" y remarcó que no tiene cuentas en el exterior y que "nunca" solicitó donaciones o pagos ilegales para sus campañas de 2010 y 2014.