Partiendo de la premisa de que Central no logró sacar ventaja en su casa, el partido ante Fortaleza le sirvió para demostrar que tiene elementos para creer, pero que no podrá jugar la revancha por debajo de este nivel. Y el argumento de ese crecimiento desde lo futbolístico resalta al hacer una línea comparativa respecto a lo que hizo en el clásico, en el que jugó poquito y lo ganó en el único tiro franco que pateó al arco. Pero en la noche del Gigante hubo no sólo un mayor convencimiento, sino que el mismo fue acompañado, a cuentagotas, de un mínimo de fútbol.
Es cierto, poner el clásico en el medio, con el nerviosismo lógico que ello implica, quizá no sea lo ideal, pero lo que se jugaba Central ante Fortaleza no era poco. También era un partido en el que el mínimo error podía costarle demasiado caro. Quedó demostrado en esa primera pelota del partido, en la que Fatu Broun no logró reaccionar a tiempo.
Y con ese condicionante de la necesidad de la máxima concentración Central salió a hacer un partido totalmente distinto al que hizo hace unos pocos días ante Newell’s. Porque lo que se vio fue un equipo mucho más incisivo, más decidido en la búsqueda, con mayor pimienta.
Claro, si hubiese tenido la claridad necesaria de tres cuartos hacia adelante hubiera logrado el objetivo y de hecho eso no pasó, pero las buenas intenciones muchas veces se presentan como paliativos valederos.
Buscó mucho con pelotazos, pero también lo hizo por abajo, pelota al pie, intentando que las asociaciones fluyan. De hecho, casi todas las situaciones que tuvo, a excepción del gol, que vino de una pelota parada, fueron de jugadas, sobre todo en el primer tiempo, cuando Copetti estuvo más lúcido y cuando Lovera insinuó algo más que el estatismo del complemento. Al equipo le hizo falta, como tantas veces en este último tiempo, la conectividad de Campaz, pero más allá de eso hubo algunas buenas intenciones, de las que, por momentos, formó parte Jonatan Gómez.
Quizá sea temprano para afirmar que es la mano de Lequi, porque de Lequi también fue ese equipo de andar anodino en el clásico, pero el hecho de haber mostrado una versión superadora desde el juego no sólo no es para menospreciar, sino que es, al menos hoy, el principal sustento que tiene el Canalla para ir al norte brasileño por la clasificación a cuartos de final.