Las palabras de Damián Martínez en la previa del partido pusieron blanco sobre negro y le entregaron una claridad meridiana a lo que Central necesita de aquí en más. El lateral habló de la obligación de dar el salto de calidad y empezar a hacerse fuerte de visitante. Y no es que Martínez piense así en soledad, sino es que ese razonamiento del plantel y el cuerpo técnico. Por eso la importancia del partido de esta noche ante Colón, en el estadio Brigadier López, donde el canalla tendrá la posibilidad de darle un poco más de vitalidad a esa levantada que insinuó ante Talleres. Hay una nueva cita afuera y, otra vez, el tremendo desafío para que la mente y el fútbol se tomen de la mano, para romper con el maleficio de los 10 partidos sin triunfos fuera de Arroyito.
Claro que no se trata de una cuestión de estadística ni nada por el estilo, sino que en el medio está la obligación de mezclarse definitivamente en el lote de arriba para que el anhelo de la clasificación entre los cuatro primeros del grupo no se pinte de quimera.
Qué decir del momento. Es que, si hay uno para elegir en esto de ir por el despegue, nada mejor que después de un triunfo resonante, frente a uno de los equipos más sólidos del fútbol argentino como lo es Talleres. Allí hay un punto de apoyo importante a partir del cual el canalla debiera tomar impulso. Por la forma en la que consiguieron esos tres puntos le hubiera convenido jugar de inmediato, sin parate de por medio, pero a esta altura del año lo de Central no pasa por la inmediatez entre un partido y otro, sino por el escenario.
Central no tiene otra forma de darle valor a ese triunfo revitalizador del último partido que no sea a través de un buen resultado en condición de visitante, ante un Colón que no tiene absolutamente nada para regalar por el momento que atraviesa. Pero si hay algo que hasta aquí está claro es que las deficiencias que mostró Central fuera de Rosario tienen poco y nada que ver con el presente, el nivel o la historia del rival.
No es poco lo que viene de lograr el canalla y es, a todas luces, el gran aval con el que viajará a la capital de la provincia. El hecho de haberse reencontrado con esa postura de equipo agresivo, como hacía tiempo no lo lograba, es lo que le abre crédito, pero eso habrá servido en la medida que logre reforzarlo ya en este próximo partido.
Central está frente a la obligación de hacer, además, un partido inteligente teniendo en cuenta las urgencias de un Colón al que el entorno puede no resultarle sencillo. Y cuanto mejor funcione desde lo futbolístico más fácil le será utilizar la cabeza.
Quizá sean demasiadas las que se le están pidiendo a este Central que tanto le cuesta de visitante, pero en la medida que las fechas avancen, el margen de error será cada vez más pequeño. Y este arranque con algunas dudas es lo que pone ya al equipo en una situación de no poder darse el lujo de entrar en un período, por escueto que sea, de relajación.
Para mezclarse en la pelea no habrá otra opción que encontrar regularidad y para que ello suceda el juego deberá traccionar, a partir de la solidez defensiva, la concentración en el medio y el desequilibrio de tres cuatros de cancha hacia adelante, donde Lautaro Giaccone, Ignacio Malcorra y Jaminton Campaz, después de mucho tiempo, volvieron a hablar todos el mismo idioma.
Seguramente no sea necesario poner en la bolsa la cuestión táctica porque hasta aquí el equipo demostró que jugando afuera le cuesta con tres en el fondo, pero también cuatro. Porque, como también dijo Martínez en la previa, “tenemos que cambiar la cabeza, el chip, y salir a jugar como lo hacemos de local”.
No es menor el desafío, pero qué mejor intentarlo inmediatamente después de un buen partido que tuvo como premio un triunfo revitalizador ante el subcampeón de la LPF. Hoy la estación a abordar es Colón y Central tiene que jugarse una ficha importante. Lo ideal es meter un pleno o de mínima salir derecho, porque sí sería un retroceso pegarse la vuelta con los bolsillos vacíos.