El anuncio de presidente Macri sobre el inicio de negociaciones con el Fondo Monetario Internacional cortó la escalada alcista del bien más escaso de la Argentina: el
dólar norteamericano, refugio clásico en tiempos turbulentos.
Las minicorridas de estos días, sin embargo, no pueden ser sólo explicadas desde la teoría económica, porque si fuese tan sencillo los que saben de esa materia ya hubiesen encontrado la solución hace tiempo. Claro, entre los especialistas también se encuentra el exministro Domingo Cavallo, quien increíblemente aparece en escena para complicar al gobierno pese a que dijo que quería ayudarlo. Sólo hacía falta que la televisión porteña convoque al ex presidente Fernando de la Rúa para que explique qué hizo con el blindaje financiero de 40 mil millones de dólares que le dio el Fondo Monetario Internacional (FMI) en diciembre de 2000 para "crear una plataforma para el crecimiento". En un anuncio al país sobre fin de ese año, De la Rúa produjo una de sus más recordadas frases: "Que lindo es dar buenas noticias". Los doce meses que siguieron es historia conocida.
Macri no es De la Rúa, Cambiemos no es la Alianza, aunque las condiciones internacionales son inestables, como el anuncio de Donald Trump de abandonar el acuerdo nuclear con Irán que pone al planeta al borde del polvorín y al precio del petróleo en alza.
La Argentina recibirá otra vez un blindaje del FMI por un valor cercano a los 30 mil millones dólares. Sin embargo, si las condiciones políticas no cambian y no hay confianza en el programa de gobierno, esa suma se evaporará en poco tiempo. Y más allá de lo que sostienen los economistas, el gobierno necesita construir más política, volver a empezar, recuperar la imagen perdida en las últimas semanas y mostrar caras nuevas para encarar esta etapa. En este nuevo panorama parece insostenible la permanencia en el cargo de varios funcionarios del gobierno, entre ellos los integrantes del equipo económico encabezado por el ministro de Hacienda Nicolás Dujovne. Por mucho menos, a Alfonso Prat Gay lo eyectaron del Palacio de Hacienda cuando esta crisis no estaba en los pronósticos de nadie.
No hay que perder de vista que el malhumor social y la actual situación de incertidumbre en la economía comenzaron en marzo con el tarifazo anunciado por el ministro Juan José Aranguren, quien convenció al presidente de la necesidad de liberar el mercado petrolero, pero que ahora les pide a las compañías que fijan sus propios precios que no aumenten el valor de los combustibles. Aranguren había dicho que cuando el país recupere confianza traería su patrimonio depositado en el exterior. ¿Llegó el momento o esta crisis confirma su decisión? Les haría un gran favor al presidente y al país si regresa al sector privado, donde seguramente se maneja mejor que en el público.
La necesidad de mostrar caras nuevas en un marco de apoyo financiero internacional va de la mano de una toma de actitud política que ayude a consolidar el tenue crecimiento de la economía y permita que con tranquilidad la inflación pueda ir cediendo. También, que la Argentina se convierta un país normal donde sobresaltos como los acostumbrados aquí no existan más.
Cuando un equipo de fútbol viene en picada con malos resultados, los primeros que se van son los integrantes del cuerpo técnico, nunca el presidente del club. Con dirección técnica renovada, pese a contar con los mismos jugadores, el panorama puede cambiar porque hay esperanza y prevalece un shock de confianza general. Tal vez haya llegado el momento de que el presidente Macri inyecte nuevos liderazgos y no quede empantanado en su círculo, útil tal vez en una primera etapa pero que parece ya haber cumplido un ciclo.
Cuando Macri hizo el anuncio sobre el pedido de asistencia al FMI el precio del dólar se desplomó. Cuando Dujovne dio algunos detalles en una conferencia de prensa, minutos después, volvió a subir. Un dato que no pasó desapercibido.