El ex canciller Jorge Faurie prepara las valijas. Se va en pocos días a Santiago de Chile a comandar la embajada argentina. El diplomático profesional ya estuvo allí en el pasado, cuando ocupó el segundo cargo de la legación, así que conoce al país y sus características. Faurie coincide al milímetro con la visión “economicista” de las relaciones exteriores de la canciller Diana Mondino. “El argentino quiere que le solucionen la economía y para esto también hay que aumentar y dinamizar las exportaciones”, dirá varias veces durante la entrevista, realizada por teléfono. Faurie, que es de la ciudad de Santa Fe, participó activamente de la transición con el gobierno anterior y también colaboró con el gobernador electo Maximiliano Pullaro. Fue canciller durante los últimos dos años de la gestión de Mauricio Macri y tuvo algunos logros destacados, como la firma del tratado de libre comercio entre la UE y el Mercosur y la cumbre del G-20 en Buenos Aires. Faurie le escapa a los ideologismos en política exterior —por eso descalifica al grupo BRICS, dado que, dice, no tiene utilidad práctica para la Argentina— y busca llevar las relaciones exteriores a un plano concreto, de logros tangibles. Ahora espera ampliar las relaciones comerciales con Chile, algo limitadas en cuanto a exportaciones, y a la vez usar al país vecino como puerta de ingreso a las naciones asiáticas para los productos argentinos.
—Cubrí labores en la Cancillería en la transición y me ofrecieron la embajada en Chile. Es una oportunidad atractiva, tenemos con Santiago una agenda bilateral importante, temas de integración física, puertos, es una gran salida al Pacífico para nosotros. Me lo ofrecieron y me siento honrado.
—El intercambio comercial parece limitado a pocos rubros: en el caso argentino, maíz, gas y camiones. Cifras importantes, pero pocos rubros. Daría la impresión que hay mucho terreno disponible.
—El intercambio comercial es un número significativo, con amplio saldo favorable a la Argentina, pero hay que enriquecer las exportaciones con mayor valor agregado. La Argentina tiene una vasta producción de productos terminados y semiterminados que podrían tener mercado en Chile. Hay que trabajar el canal comercial, hoy la relación de precios (por el tipo de cambio) favorece las exportaciones argentinas.
—Esto lleva al Mercosur, al que Chile no se pudo integrar por las diferencias en los aranceles de importación.
—El modelo de Argentina y el de Chile son diferentes, es así, más allá de que tienen una complemetariedad interesante. Debemos buscar más allá de los productos primarios, procesos de complementación con vistas a mercados de Asia, donde Chile tiene un fuerte canal de llegada. Debe haber una mejora general de la actitud exportadora de la Argentina, tenemos que tener un mayor grado de apertura, más allá de los mercados europeos. Hay que dar especial atención a los mercados asiáticos y allí Chile juega un papel importante.
—Chile sería así nuestro trampolín para llegar a Asia.
—Digamos que hay que usar lo que se puede; a través de empresas chilenas aumentar la oferta, Chile puede entrar donde a nosotros nos cuesta o no llegamos. Es una puerta de complementación para llegar a terceros mercados.
—Así que su visión de las relaciones exteriores centradas en el comercio exterior es la misma que la de la canciller Diana Mondino, una economista.
—Mire, si usted le pregunta a cualquier argentino qué necesita, le dirá que una mejor y mayor economía. Necesitamos articular la economía que el gobierno anterior desarticuló. Esto es lo que se votó: ‘arreglen esto’. Y esto pasa por una dinámica exportadora también, y agregarle valor a nuestras ventas al exterior. Veamos la perspectiva: nuestra tradición es atender fuertemente el mercado interno, sólo en las últimas décadas se atendió al mercado exterior, el gobierno de Macri lo hizo, y este tiene énfasis en las exportaciones. La globalización impone pensar la economía de esta manera.
—Muchos no vemos a la Argentina como una gran economía exportadora...¿exportar qué?
—¡No, tenemos clarísimo qué exportar!: materias primas con valor agregado, y otros rubros nacionales con competitividad si se dan reglas claras y precisas. Se puede exportar con eficiencia y reglas. Soy santafesino, como usted, somos una región agrícola muy potente, este es un valor indudable. Pero por ejemplo Rosario tiene su metalmecánica, producción de piezas y partes, y otros sectores más. Rosario es nuestro segundo o tercer polo, a no achicarse. Los empresarios tienen que ser más agresivos pensando en terceros mercados.
—Me parece que hay muchos empresarios que no se le animan al mercado internacional. Como mucho buscan los países vecinos, Paraguay, Uruguay, Bolivia.
—Mire, ya que trate de llegar a Paraguay o Uruguay es un buen paso. Además, los empresarios argentinos exportan mucho hace años a Europa, a distintos mercados europeos, no así a EEUU y recientemente comenzaron con destinos asiáticos, a China, que compra lo que puede.
—La política exterior argentina oscila entre ingresar a la OCDE o a los BRICS. Primero pedimos ingresar y llegada la membresía decimos que no. Da una impresión de una nación oscilante, imprevisible.
—Los gobiernos reflejan los mandatos populares. La OCDE era bienvenida, nos daba ventajas y puntos favorables en muchos rubros. El anterior gobierno desactivó el ingreso por razones puramente ideológicas. Perdimos una gran oportunidad. En cambio los BRICS son un lugar en el que no pasa nada. Es un sitio para ir una vez al año a dar un discurso ideológico. No cambia nada con eso. ‘¿En qué cambia la vida la política exterior?’, se pregunta el argentino. Se necesita una política exterior que dé beneficios y que el ciudadano los vea. Una política exterior al servicio de los intereses argentinos, y que se vean esos beneficios, qué se gana. Haber ingresado en la OCDE nos hubiera beneficiado, nos hubiera abierto puertas; en el BRICS, no, es un organismo puramente ideológico.
—Pero el banco de fomento de los BRICS no sirve?
—No nos falta gente que nos preste plata, al contrario. Decir “voy a los BRICS porque tienen plata” no es serio, es un posicionamiento político, nada más. En este momento la demanda es económica. Hay un largo deterioro argentino, un país que dejó de ser dinámico, y perdió o dejó caer mercados. No nos faltan fondos, reitero. La agenda política se ha distraído en estas décadas de los temas de la economía, justo en una época en que la globalización obliga a estar conectado al mundo como nunca antes. No para ir a hacer discursos, sino para que los productos de la nación se vendan afuera.
—No podemos obviar a Brasil, que con Lula se hizo un impulsor de los BRICS como vidriera.
— Brasil tiene aspiraciones, por su posición mundial, es la octava economía mundial. Es un socio estratégico con el Mercosur . Lógicamente Brasil tiene sus objetivos propios. Lo que tengo que hacer es preocuparme de que Argentina sea competitiva, que amplíe sus exportaciones. Somos una nación democrática con enormes deudas sociales.
—Algunos ven al Mercosur como una barrera, un cerco, por sus aranceles.
—El Mercosur es una herramienta, esas son niñerías, por decirlo de algún modo. Nos llenamos la boca con los TLC (tratados de libre comercio), pero no nos gusta prepararnos para ser más competitivos. Tenemos que avanzar en este camino. Ciertamente nunca será la Argentina como Chile, que no tiene casi sectores económicos que proteger, nosotros tenemos otra realidad económica, con sectores que no son del todo eficientes y requieren un esquema de protección.
—Se crea una oposición entre economía abierta y cerrada, “peronista”, como la del anterior gobierno que llegó a extremos de cierre.
—Mire, acá el problema al llegar era otro. El nivel de desorden económico que dejaron...no era el gobierno de Perón de los años 50, sino un desorden institucionalizado.