Fernanda Youglar es tricampeona mundial de fitness, autora de varios libros, cheff y en su currículum figuran numerosos logros dentro de esta actividad física que privilegia la estética y el movimiento, pero que apunta fundamentalmente a la salud.
Sin embargo, un tumor cerebral que le detectaron en 2003 le dejó secuelas que la mantienen en vilo desde entonces. “Sé que soy una bomba de tiempo, pero mi aspiración es llegar al Mundial que se realizará el 15 de noviembre en Moscú”, cuenta a La Capital la joven chubutense de 33 años y radicada en Buenos Aires desde los 18.
Desde su departamento en Capital Federal, Youglar intenta resumir su vida mientras se prepara para una nueva jornada de trabajo. “Me crié en Trelew. Hacía danza clásica y un día sentí que había dejado todo ahí. Consideraba que estaba para más. Quería hacer algo y ser alguien”, señala.
Llegó a Buenos Aires y se instaló en una pensión de la cual se fue a los dos días. “Venía a estudiar para profesora de educación física aunque lo que me apasionaba eran los gimnasios. Después hice una especialización en actividad física con sobrecarga y me recibí de entrenadora nacional en musculación, preparación física y levantamiento olímpico. Tengo 44 títulos entre cursos, carreras y especializaciones. Tengo 46 torneos ganados, ocho argentinos y tres mundiales. Y además hice de todo, desde repartir volantes hasta trabajar de ayudante de carnicería”, desgrana sin parar.
El diagnóstico fue violento y desde entonces comenzó una etapa de padecimientos que sólo su espíritu y su fortaleza la ayudan a llevar adelante su profesión. “En 2003 empecé con fuertes dolores de cabeza y me diagnosticaron un tumor muy cerca del cráneo. Lo importante entonces era tratar de frenar el crecimiento. A los 3 o 4 meses el tumor se hizo más grande y me hicieron sesiones de quimioterapia y después rayos”, comenta sin reparos Youglar.
“Para ser una persona como yo, que busca superarse, que se propuso y fue campeona mundial, tenés que tener un grado de locura extra para lograr esas metas. Ese grado de locura nos permite disociar la cabeza del cuerpo. La tolerancia al dolor es muy grande. Por ejemplo, cuatro días antes de competir en el Mundial de Lituania, en 2005, me quebré un pie, me fisuré dos costillas y gané el título. Pero la tipa seguía y seguía”, confiesa.
—¿Y qué te hacía seguir?
—Primero fue un capricho. Quería llegar a un Mundial a pesar de ciertas resistencias. Y fracasar es no intentarlo. Lo del tumor nunca lo tomé como una enfermedad grave. Cuando me hacen un estudio para mí es un diagnóstico en un papel. Mientras adentro tenga alma y tenga por qué vivir seguimos adelante”.
Youglar llegó a su primer título mundial en 2005 en Vilnius, Lituania, de la mano de Miguel González, su entrenador. “Estuve 14 años entrenando para un solo día de mi vida: el Mundial. El nunca se enteró de que yo había ganado en Lituania. El día después del triunfo fui a ver los mails. Encontré uno de él del día anterior en el que me decía que no necesitaba subir a un podio para saber que iba a ser campeona, que yo era una campeona de la vida porque el había visto mi esfuerzo. Pero pegado a ese había otro correo que me mandaba un entrenador que yo tenía en River y en el cual se lamentaba de que fuera quien me comunicara la muerte de Miguel González. Había fallecido de un derrame cerebral. Murió dos horas antes de que yo ganara. Fue un golpe terrible”.